Entrevista

Pedro Linares, Asociación Española para la Economía Energética

La nueva factura de la luz no tiene por qué promover un incremento de la electricidad verde
Por Alex Fernández Muerza 15 de marzo de 2008
Img pedrolinares
Imagen: CONSUMER EROSKI

La Economía Energética trata de contribuir científicamente a solucionar los problemas energéticos para el bienestar de la sociedad, para lo que tiene en cuenta no sólo los aspectos monetarios, sino también los sociales o medioambientales. La Asociación Española para la Economía Energética (AEEE) reúne a algunos de los mayores expertos de esta especialidad, como Pedro Linares (Madrid, 1969), profesor de la Universidad Pontificia Comillas que actúa en la actualidad como Vocal de la Asociación.

A partir de abril, la factura de la luz deberá indicar de dónde procede la electricidad. Las organizaciones ecologistas advierten del “engaño verde” que supone hacer creer a los consumidores que pueden elegir para ser más ecológicos, cuando no es así.

Los últimos movimientos del sector eléctrico podrían suponer un incremento de los precios al consumidor
Aportar mayor información al consumidor siempre es beneficioso. No obstante, en el caso de la “electricidad verde” siempre hay un riesgo de que la energía simplemente se asigne a unos consumidores o a otros en función de sus preferencias, y que el total de energía “verde” siga siendo el mismo o incluso menor. Por tanto, el etiquetado no tiene por qué promover un incremento de la electricidad verde. Ahora bien, si un número suficientemente grande de consumidores decide elegir electricidad verde, puede que las empresas decidan invertir más en ella, y por tanto aumentará en el sistema.

¿En qué pueden beneficiar o perjudicar a los consumidores los últimos movimientos del sector eléctrico?

Como en muchos otros sectores, los movimientos de consolidación empresarial pueden tener ventajas o inconvenientes dependiendo de cómo se instrumenten y se regulen. Quizá los dos aspectos de mayor relevancia son el tamaño y número de las empresas que operan en el sector, y su propiedad (nacional o no). Respecto al primero, la ventaja fundamental de la consolidación es el aumento de la solidez financiera de la empresa, y de su capacidad para expandirse en otros mercados, así como posibles sinergias o economías de escala. A cambio, el inconveniente es la mayor posibilidad de ejercer poder de mercado y por tanto incrementar los precios al consumidor.

En lo que respecta a la nacionalidad de las empresas, y pese a la importancia dada por algunos, yo diría que no es un tema crítico en lo que afecta a seguridad de suministro, precios, impuestos o nivel de inversión: una empresa, nacional o internacional, que opere en el sector eléctrico español, está sujeta a la regulación española en todos estos aspectos, independientemente de su nacionalidad, y por tanto su comportamiento no debe depender de ello. Otra cuestión es que puedan existir asimetrías, es decir, que un país no permita que se participe en sus empresas y en cambio sí anime a sus empresas públicas a entrar en el capital de otras en otros países.

Algunos expertos apuntan que la alta dependencia energética de España es motivo más que suficiente para impulsar las energías renovables.

Los impactos de los altos precios del petróleo sobre la inflación, el empleo o el crecimiento de la economía son mucho menores que en la crisis de 1973
La dependencia energética exterior no implica necesariamente un alto riesgo de paralización económica. Los mercados energéticos son globales y, mientras no haya agentes capaces de ejercer un poder de mercado significativo en ellos, no hay por qué temer posibles acciones agresivas. Si Venezuela decide no vendernos petróleo, como hicieron recientemente con los EEUU, otro país lo hará. Y el hecho de ser dueño de los recursos energéticos en un mercado global no significa nada, porque el precio de los recursos es internacional, y su uso viene determinado por el precio. Por otra parte, las economías occidentales cada vez son más robustas frente a las crisis energéticas. Varios estudios han mostrado que los impactos de los altos precios del petróleo sobre la inflación, el empleo o el crecimiento de la economía son mucho menores que en la crisis de 1973.

¿Se puede seguir entonces sin apostar por este tipo de energías?

Lo dicho anteriormente no significa que disponer de recursos energéticos autóctonos no sea deseable: Depender menos de recursos fósiles del extranjero y desarrollar nuestros propios recursos renovables no sólo tiene ventajas para reducir el impacto del precio del petróleo o del gas, sino también para desarrollar un tejido industrial propio o de estímulo tecnológico, y para reducir la exportación de rentas (que disminuyen nuestro PIB y nuestro bienestar). Por ello, hay motivos más que sobrados para impulsar las energías renovables, sin necesidad de acudir a catastrofismos.

En este sentido, las empresas relacionadas con energías renovables parece que están de moda. ¿Puede ser buena idea para un consumidor invertir en este tipo de mercado?

Hay motivos más que sobrados para impulsar las energías renovables, sin necesidad de acudir a catastrofismos
Las perspectivas de las empresas basadas en energías renovables parecen bastante halagüeñas, aunque su rendimiento económico es muy dependiente de la regulación del sector, los compromisos internacionales, la propia gestión interna de las empresas, etc.

Otro sector, dentro de la actual preocupación por el cambio climático, es el del mercado de emisiones. Algunos expertos apuntan a un posible descontrol del mismo y a una falta de efectos reales sobre el problema. ¿Es cierto?

La falta de rigor en la cantidad de permisos de emisión disponibles en el mercado ha supuesto una gran volatilidad en los precios, y también efectivamente una falta de reducción de emisiones. Pero no ha sido por culpa del mercado de emisiones en sí mismo, sino de los objetivos de reducción permitidos para los países. Los mercados de emisiones son sólo un instrumento que permite reducir el coste de cumplir con un objetivo de reducción de emisiones dado. Pero si ese objetivo se pone mal, o se hace demasiado fácil de cumplir, no habrá reducción de emisiones.

El rápido crecimiento de grandes países emergentes como China y La India, el agotamiento de los combustibles fósiles, las consecuencias medioambientales negativas de la generación energética en aspectos como el cambio climático, la contaminación nuclear… ¿El panorama para los próximos años es tan catastrofista como nos lo pintan algunos expertos?

La falta de rigor en la cantidad de permisos de emisión disponibles en el mercado ha supuesto una gran volatilidad en los precios, y también una falta de reducción de emisiones
La inventiva del ser humano ha quedado más que demostrada en nuestra historia, así que creo que es posible huir de las catástrofes de este tipo. Lo que hace falta es estimular esta inventiva dando las señales adecuadas. Por ejemplo, hace falta que los consumidores sean conscientes de estos problemas, y la mejor manera de hacerlo es que se recojan en el precio que pagan por la energía. Si los precios de la energía suben (en vez de bajar por motivos electorales, por ejemplo) se estará estimulando el ahorro de energía, o el desarrollo de nuevas tecnologías más limpias y con menos problemas, y con ambos caminos estaremos alejándonos de esa posible catástrofe.

Un tema que está generando también muchos debates es el de los biocombustibles. ¿Tienen la culpa de la subida de precios de alimentos básicos? ¿Son más perjudiciales para el medio ambiente que sus posibles ventajas?

Es difícil afirmar algo concluyente: Se están publicando continuamente estudios en un sentido o en otro, ya que sus efectos dependen mucho de las condiciones en que se produzcan. Los biocombustibles producidos en condiciones idóneas son beneficiosos; lo difícil es definir esas condiciones idóneas.

¿Cómo debería enfocarse la generación eléctrica para que sea sostenible y respetuosa con el medio ambiente?

Si los precios de la energía suben se estará estimulando el ahorro de energía, o el desarrollo de nuevas tecnologías más limpias y con menos problemas
Hay tres elementos clave: primero, tener claros los objetivos y no dejarnos llevar por prejuicios o favoritismos relacionados con unas tecnologías u otras; segundo, recordar el dicho “la energía más sostenible es la que no se consume”, es decir, dar la importancia debida al ahorro y la eficiencia energética; y finalmente, incorporar en los costes de la electricidad todos los aspectos relacionados con la sostenibilidad medioambiental y de los recursos, para que sean el mercado y los consumidores los que decidan, con las bases adecuadas, el “mix” de generación apropiado.

¿Qué fuentes de energía serán las más utilizadas en los próximos años?

Si uno hace caso a los pronósticos de la Agencia Internacional de la Energía, en los próximos 20 ó 30 años no habrá cambios significativos en el tipo de energía que utilizamos: el petróleo seguirá teniendo gran importancia, aunque decreciente, el gas y las renovables aumentarán algo su contribución, el carbón también aumentará, y la nuclear seguirá más o menos igual. Pero estos pronósticos pueden estar equivocados, por supuesto, como ya ha pasado en otras ocasiones.

Bilbao acogía recientemente el III Congreso de su asociación. ¿Qué conclusiones principales destacaría del mismo?

Los biocombustibles producidos en condiciones idóneas son beneficiosos; lo difícil es definir esas condiciones idóneas
Destacaría dos: una, que hay un buen número de personas en España trabajando de manera seria y rigurosa en economía de la energía, lo que contribuirá a una mejor calidad de las soluciones para los problemas energéticos; y dos, que los problemas analizados son de la mayor relevancia, y por tanto, su solución aportará muchos beneficios a nuestra sociedad.

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