Todo conductor puede cambiar las llantas de su vehículo por otras que mejoren la estética e incluso algunos aspectos de las prestaciones del mismo. Se trata de una moda en auge, no sólo por la creciente popularidad del tuning, sino por el número cada vez mayor de automovilistas que opta por personalizar su automóvil con algunos detalles como llantas, alerones, equipo de audio, asientos, etc.
En el caso concreto de las llantas, la legislación permite una variación máxima del 10% respecto a las dimensiones estipuladas por el fabricante. De lo contrario, es necesario pasar por la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) para homologarlas y pagar la correspondiente tasa, que puede rondar los 150 euros.
Empresas como Vadisa, importadora y comercializadora de llantas para automóvil, reclaman una nueva legislación técnica actualizada a la tecnología y necesidades actuales del mercado del automóvil. Fuentes de esta distribuidora consideran que una armonización normativa en todo el continente europeo es especialmente necesaria en el sector de componentes de automóvil, donde una buena parte de los productos son de importación y vienen fabricados bajo el criterio de las normativas de sus respectivos países.
La situación legal actual puede dar lugar a paradojas. Por ejemplo, un automóvil comprado en España podría circular por nuestro país con unas llantas que superen ese límite del 10% siempre y cuando se haya matriculado en Alemania y haya pasado allí la inspección técnica.
El criterio de los fabricantes para determinar las medidas de las llantas y neumáticos, por lo general, es la economía de combustible. Un cambio legislativo podría contribuir a que el conductor eligiera otras dimensiones de llantas que procuren por ejemplo, un mejor comportamiento o un mejor agarre del vehículo.
