Reducir a la mitad los casos de tuberculosis

Pese a que el desarrollo biomédico está en pleno desarrollo, esta enfermedad mantiene la misma vacuna, efectiva en parte, y los mismos tratamientos que hace un siglo
Por Núria Llavina Rubio 22 de marzo de 2010
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Imagen: Alaa Hamed

La tuberculosis es un problema grave en todo el mundo que causa muchos fallecimientos cada día. Los millones de casos nuevos que se diagnotican cada año justifican el desarrollo de terapias que palíen la patología, asociada a la falta de salubridad y a la pobreza, pero que afecta también a los países industrializados. Los especialistas llaman al trabajo intenso basado en Investigación y Desarrollo (I+D). Quizá de este modo se cumplirá la previsión que defiende la posibilidad de reducir a la mitad los casos de esta epidemia para 2015. Además, un análisis reciente constata que los países en desarrollo con tasas más altas de sida, malaria o tuberculosis también destacan por cifras elevadas de enfermedades crónicas, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.

Imagen: Alaa Hamed

Pese a los intentos de la comunidad científica por reducir los casos de afectados por tuberculosis, las cifras son todavia elevadas. Un informe reciente de las autoridades de salud británicas concluía que la tasa en el país había alcanzado los mayores niveles desde el año 1980. Pese a los datos, la organización Global Fund, que lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria, asegura que no es pesimista ya que otro estudio llevado a cabo hace poco afirma que el número de casos en todo el mundo podría reducirse a la mitad hasta 2015 si se sigue con la labor que la entidad desempeña desde 2002.

Éste era el objetivo con el que, en el año 2000, los líderes mundiales de 189 países se comprometieron para reducir la mortalidad infantil en dos terceras partes y revertir la difusión de la tuberculosis, además de la malaria y del sida.

I+D, la clave

Un documento de la ONG Planeta Salud afirma que, a finales de 2009, el principal problema al que se enfrentaba la tuberculosis era el hecho de considerarse como una enfermedad del siglo XIX. Los motivos para esta calificación son varios: la patología se diagnosticó entonces, aunque la vacuna que se utiliza -efectiva sólo de forma parcial- se diseñó a principios del siglo pasado, igual que los fármacos. Las aplicaciones biomédicas más recientes se han centrado en otros ámbitos de la salud, mientras que la tuberculosis, según la información que se extrae del análisis, sigue desatendida.

Los países en desarrollo son más susceptibles a la enfermedad

A pesar de que algunos ensayos han alcanzado la fase III de nuevas vacunas (que pretenden verificar la eficacia y determinar posibles manifestaciones de toxicidad no detectadas), en los últimos años, el desarrollo de nuevos fármacos ha experimentado un tímido crecimiento. Los objetivos que busca la I+D dirigida a la tuberculosis son claros, según el informe: la reducción del tiempo de tratamiento hasta diez días (ahora duran meses), la simplificación de las dosis y de sus efectos secundarios, la posibilidad de tratar todas las cepas del microorganismo, la total compatibilidad con otros tratamientos y que estos nuevos fármacos sean accesibles para todo el mundo.

Los países en desarrollo son más susceptibles a los casos de tuberculosis. Por este motivo, los expertos insisten en que no tiene sentido crear nuevas terapias farmacológicas si no pueden usarse en los países que más las necesitan y que carecen de los recursos económicos necesarios. En estas regiones, muchos diagnósticos de tuberculosis no se verifican de manera adecuada con las pruebas necesarias. Además, el acceso a los fármacos no es fácil, debido a los precarios sistemas de salud.

Un agravante: las enfermedades infecciosas

Las proyecciones globales que lanzan los especialistas en salud dejan pocas dudas. Las enfermedades crónicas superan de forma rápida a las infecciosas (malaria, sida o tuberculosis) como las principales causas de muerte en el mundo. Así lo asegura un trabajo reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que apunta a que las poblaciones de países desarrollados envejecen de manera progresiva debido al éxito en la lucha contra enfermedades infecciosas y a un cambio de hábitos en la alimentación y en el consumo de alcohol y tabaco. Por el contrario, estos beneficios se convierten en una carga para los países más pobres, donde las dolencias crónicas se suman a las infecciosas.

Si bien los intentos de Global Fund pasan por reducir las cifras de las enfermedades infecciosas hasta 2015, la «pandemia silenciosa» de las enfermedades crónicas aumentará en un 71%, según la previsión de la OMS. El motivo de esta nueva distribución de las enfermedades es, de nuevo, el envejecimiento creciente de la población.

Estrategias para los más necesitados

En el intento de desarrollar nuevas opciones destinadas al tratamiento de enfermedades en los países en desarrollo, algunos laboratorios farmacéuticos toman medidas para bajar los precios en estas regiones más pobres. Por su parte, Global Fund asegura que su trabajo permitirá reforzar los sistemas médicos y liberar recursos que pueden invertirse en otros ámbitos de los servicios de salud.

Con todo, investigadores británicos (Oxford) y estadounidenses (California) instan a adoptar un enfoque conjunto tanto para enfermedades crónicas como infecciosas. Los científicos llegaron a esta conclusión, publicada en la revista «Plos Medicine», tras constatar que los países en desarrollo con tasas más altas de sida, malaria o tuberculosis también registran cifras elevadas de enfermedades crónicas como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.

ESPAÑA, EN EL CENTRO DE LAS INVESTIGACIONES

Una veintena de instituciones internacionales participan en el Consorcio de Ensayos de Tuberculosis con el objetivo de investigar sobre diagnóstico, manejo clínico y prevención de la tuberculosis. La capital del proyecto es Barcelona, con la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), el Hospital Clínic de Barcelona-IDIBAPS y la Universidad de Barcelona al frente. Desde ahora y hasta 2020, el Consorcio recibirá más de 90 millones de dólares para desarrollar tratamientos más eficientes contra la tuberculosis, que se basarán, sobre todo, en el desarrollo de ensayos clínicos. En la actualidad, se llevan a cabo ensayos para probar nuevos fármacos con muestras de más de 12.000 pacientes y el Consorcio ha iniciado un ensayo clínico para la tuberculosis farmacorresistente, es decir, que no responde a uno o varios fármacos para tratar la enfermedad.

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