Descubren el origen de la inmunidad natural de los seropositivos que no desarrollan el sida

Este avance abre la vía a nuevos tratamientos contra el VIH
Por EROSKI Consumer 27 de septiembre de 2002

Un grupo de científicos de Nueva York anunció ayer haber descubierto el origen de la inmunidad natural constatada en algunos seropositivos afectados por el virus del sida (VIH) y que nunca desarrollan la enfermedad.

Este descubrimiento, tras 15 años de investigaciones, abre la vía a nuevos y prometedores tratamientos, según indicó el director del Centro de Investigaciones Aaron Diamond sobre el Sida (ADARC), David Ho.

Un equipo del ADARC, compuesto por investigadores estadounidenses y chinos, consiguió aislar a un grupo de proteínas, alojadas en los linfocitos CD8, a las que llamaron defensinas alpha-1, alpha-2 y alpha-3, capaces de inhibir la multiplicación del virus e impedir así que avance la infección en los seropositivos que nunca desarrollan el sida (entre un 1 y 2%).

«Este descubrimiento es una etapa importante en nuestra comprensión sobre la manera en la que el cuerpo combate el VIH», subrayó el doctor Linqi Zhang, director de las investigaciones.

«Al comprender cómo el sistema inmunitario de ciertas personas consigue controlar la infección por el VIH, podríamos ser capaces de crear nuevos tratamientos que aprovechen este fenómeno», añadió.

Este descubrimiento podría explicar por qué un pequeño porcentaje de personas seropositivas, llamadas «no progresivas a largo plazo», viven mucho tiempo sin jamás desarrollar el sida y la serie de patologías que esta enfermedad conlleva.

Los científicos sabían desde 1986 que algunos glóbulos blancos del sistema inmunitario, los linfocitos CD8, pueden producir sustancias químicas susceptibles de inhibir la replicación del VIH y de frenar, por tanto, la aparición del sida.

A partir de un estudio realizado por un médico canadiense, el doctor Francis Plummet, con prostitutas seropositivas de Kenia (África), se supo que un 5% de ellas, las que acumulaban grandes concentraciones de aquellas sustancias, disponían de una especie de inmunidad natural, aparentemente heredada, contra el VIH y el sida. Lo que aún seguía siendo un misterio era la identidad de dichas sustancias.

En 1995 se identificó a unas de ellas, las quimoquinas beta, que frenan a ciertas cepas del VIH, pero las defensas-alpha detectadas ahora por el equipo de David Ho actúan contra todas las cepas conocidas del virus. Es por eso que los científicos confían en su potencial terapéutico a corto plazo.

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