Divorcio y vuelta al hogar paterno

Regresar a la casa familiar después de un matrimonio fallido provoca un trastorno adaptativo que sufren tanto el individuo que regresa como en el resto de la familia
Por Blanca Álvarez Barco 13 de septiembre de 2005

Un divorcio o separación supone en muchos casos la necesidad de volver a la casa de los padres debido a los problemas económicos que acarrea para los separados la nueva situación. El regreso al hogar no suele ser fácil y provoca una crisis, un trastorno de estrés adaptativo que afecta y sufren todos los miembros del grupo familiar como consecuencia del choque de costumbres y modos de vida. Volver a respetar los horarios olvidados, adaptarse a las comidas de la familia y, lo más difícil, someterse a las preguntas de rigor: ¿dónde has estado? ¿con quién has salido? ¿qué horas de llegar son éstas?, se puede convertir en un trastorno que por lo general se supera con paciencia y respeto mutuo.

Trastorno de adaptación

Tras la separación definitiva, ¿cómo hacer frente a la nueva situación? Por uno u otro motivo cada vez son más los que deciden volver a la casa paterna, asegura José León, vicepresidente de la Unión de Separados de Madrid, quien indica además que las principales causas del regreso al hogar familiar son las siguientes:

  • Problemas económicos tras la separación: Los padecen tanto hombres como mujeres. En el caso de los hombres, la salida del hogar conyugal y la pensión que deben pasar a mujer e hijos deja el salario tan menguado que en ocasiones es difícil poder hacer una vida independiente. En el caso de las mujeres, si el ex cónyuge no pasa las correspondientes pensiones y su puesto laboral es precario o no tienen empleo, no queda más remedio que recurrir a la ayuda de padres y hermanos y regresar a casa.
  • Tener que dejar el hogar conyugal: Un problema que suelen sufrir, al menos hasta hace muy poco tiempo, más hombres que mujeres, ya que hasta ahora la custodia de los hijos solía darse en exclusiva a la madre y era ella quien se quedaba residiendo en el hogar conyugal. También hay muchas mujeres que, debido a situaciones de maltrato (que ha ocasionado en muchos casos la separación), abandonan el domicilio que compartían con su pareja y deciden volver a la casa familiar.

En uno u otro caso, la vuelta al hogar familiar no se produce sin que medie una crisis. Se trata del trastorno de estrés adaptativo, como señala María Rodríguez, psicóloga del Centro de Estudio y Terapia del Comportamiento, de San Sebastián. Un trastorno que, asegura Rodríguez, “circula en ambas direcciones, ya que el miembro que se fue debe adaptarse a la nueva realidad, distinta a la que existía cuando él o ella marchó de casa. Y los padres y hermanos que continúen viviendo en la casa paterna deben asumir también una serie de cambios importantes con el regreso de una persona que, además, está en una situación de crisis personal tras un cambio traumático de su modo de vida”. Se produce, en fin, un conflicto de relaciones que afecta a toda la familia. ¿Pero cuál es el alcance de la crisis?

Cómo afecta la vuelta

La experta asegura que todos sufren, en mayor o menor medida, el regreso a la casa paterna: padres, hermanos, hijos y el propio separado, que además presenta una situación de estrés añadido por su propia crisis personal. Coinciden con su opinión los responsables de la Unión de Padres y Madres Separados de Alicante, quienes señalan que es “muy difícil asumir la nueva situación porque las cosas nuca son como antes de la marcha de quien regresa a casa”, aunque aseguran también que quienes han pasado por una circunstancia de este tipo coinciden en señalar que se trata de “una verdadera suerte poder contar con el apoyo de la familia” en un momento en que el recién divorciado atraviesa por una crisis personal severa.

La vuelta al hogar de los padres afecta por tanto de distinto modo a los distintos integrantes del núcleo familiar, según indica María Rodríguez:

  • Padres: Los progenitores intentan asumir de nuevo el rol de padres. Un hijo que se fue de casa con 18, 20 ó 25 años vuelve con 40 años y para sus padres es difícil asumir que ya no es el niño que se fue. La casa paterna, además, suele seguir funcionando con una serie de normas (horarios de comidas?) que para los padres son una rutina difícil de cambiar y suponen una fuente de conflicto cotidiana. Los padres, además, suelen tender a la sobreprotección, ya que ven a su hijo sufrir y no quieren que se repita de nuevo la historia. Pero existe aún otro problema: la propia independencia de los padres, que se ve amenazada por la vuelta del hijo. En esta etapa de la vida, suelen estar jubilados o a punto de hacerlo y han organizado su vida de tal modo que no siempre encajan los planes de su hijo, que trastoca sus nuevas costumbres. Más aún, si el divorciado regresa con hijos y los deja habitualmente al cuidado de los abuelos.
  • Hermano/as:Para los hermanos que aún residen con los padres es para quienes suele resultar más difícil encajar la vuelta. Habían ganado un espacio propio en la casa que pierden de nuevo. Y, si el hermano separado aparece en el hogar familiar con hijos, la situación se complica aún más ya que, a diferencia de los abuelos, que de mejor o peor grado aceptan a los niños, para un soltero independiente que ha optado por no formar una familia y sus cargas, los pequeños suelen ser molestos. Aun así, los hermanos suelen ser un gran apoyo afectivo para la persona que acaba de separarse y decide volver a casa.
  • Hijos/as: Los niños, si cambian definitivamente su domicilio al de sus abuelos, se encuentran sin su espacio propio y lejos de todo cuanto les resulta familiar. Estrés que deben añadir a lo que a ellos se les antoja como la pérdida de uno de sus progenitores. Si sólo acuden durante los fines de semana, la sensación de desarraigo no es tan aguda porque no supone una separación tan brusca de su entorno habitual.

  • Divorciado/a: A su crisis personal (estrés por una relación sentimental fallida) hay que añadir el choque que se produce con el resto de miembros de la familia. A la asunción de que su espacio propio en la casa paterna ha desaparecido (su habitación suele haberse reconvertido en salón, biblioteca o dormitorio para las visitas), hay que añadir la dificultad para adaptarse de nuevo a las normas de convivencia de la casa familiar (horarios de comidas, salidas, ayuda en las labores de casa?). Asimismo, aseguran desde la Unión de Padres y Madres Separados de Alicante, muchos separados emprenden en esta etapa de la separación una búsqueda constante de “recuperación del tiempo perdido” y volver a llevar la vida de soltero sin asumir del todo su nueva situación y la responsabilidad que acarrea vivir en el hogar paterno.

Aunque los problemas que lleva aparejada una vuelta a casa “no deseada” son muy variados, existe una fórmula eficaz para hacerlos más llevaderos.

Soluciones

A pesar de las indiscutibles incomodidades que provoca para todos los integrantes de una familia la vuelta a casa de un hijo que se había marchado definitivamente, la situación de crisis siempre puede reconducirse y hacer que los inevitables choques sean más suaves. ¿Cómo? La psicóloga María Rodríguez estima que la solución se encierra en tres palabras clave: tiempo, paciencia y respeto.

? Tiempo: La persona que acaba de separarse está atravesando una aguda crisis ya porque ha sufrido un revés sentimental muy importante. A ello hay que sumar, en muchas ocasiones, la pérdida de un estatus económico y/o social que tenía en la nueva vida que había desarrollado al margen de su núcleo familiar de origen. Superar el estrés económico y afectivo “lleva su tiempo”, según asegura la psicóloga. Un período temporal que se encuentra dentro de un límite razonable si no supera los 6 meses. Tras este lapso, si la situación continúa estancada y no se supera de manera natural, lo mejor es recurrir a la ayuda de profesionales que ayuden a la persona a salir de su abatimiento.

? Respeto: Todos los protagonistas del conflicto son personas adultas, por lo que siempre hay que partir de esta premisa para solucionar cualquier roce que surja en la convivencia. Los padres no deben nunca hacer reproches a su hijo porque su situación personal haya desembocado en una relación fallida, ni recordarle que ya le advirtieron del peligro que corría si unía su destino afectivo a una persona que a ellos no les gustaba. Por su parte, los hijos deben adaptarse a la rutina del hogar familiar durante el tiempo que permanezcan en casa de sus progenitores y saber agradecer el apoyo que les brindan sus padres y hermanos.

? Paciencia: Aunque difícil en momentos de crisis, es la mejor arma para tratar de solventar los roces cotidianos y evitar que la convivencia se haga imposible. Hay que saber relativizar y dar la importancia real que tienen los problemas que van surgiendo a diario. Saber distinguir entre lo urgente y lo importante. Y, además, saber que el período de la vuelta del hijo a casa suele ser transitorio, mientras supera un bache afectivo y/o económico.

La solución ideal para la psicóloga, sin embargo, es que cuando una persona se separa y su situación económica se lo permite, “rehaga su vida de una manera independiente de sus padres”, ya que el divorciado es una persona adulta y siempre es menos traumático manejar su propio destino que tener que regresar a la casa paterna y abordar de nuevo una etapa ya superada.

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