Dos estudios abren nuevas vías para luchar contra las enfermedades cardiacas congénitas

Por primera vez se ha creado en laboratorio tejido endotelial capaz de desarrollar las funciones de una válvula cardiaca natural
Por EROSKI Consumer 21 de noviembre de 2006

En el futuro será posible que un bebé con valvulopatía congénita, es decir, con deficiencias en alguna de las válvulas cardiacas que aseguran el correcto flujo de la sangre entre las cavidades del corazón, y entre éste y el resto del organismo, tenga válvulas de repuesto esperándole nada más nacer. Válvulas además infalibles, al estar generadas a partir de sus propias células madre, obtenidas del líquido amniótico de la madre.

La prestigiosa Asociación Americana del Corazón está convencida de que esto será posible tras recibir dos estudios muy prometedores en este sentido. El primero, coordinado por el suizo Simon Hoerstrup, de la Universidad de Zúrich, explica cómo se logró crear por primera vez en un laboratorio tejido endotelial capaz de desarrollar las funciones de una válvula cardiaca natural. El objetivo era regenerar la válvula cardiaca congénitamente dañada de un bebé, y la válvula «criada» para ello procedía de células madre del propio bebé, obtenidas por amniocentesis.

Este logro evitaría medicarse de por vida contra el riesgo de rechazo o contra la formación de coágulos, temible efecto secundario de las válvulas artificiales. Además, las células de este tipo crecerían acompasadamente con el resto del organismo del bebé, lo cual no sucede con válvulas procedentes de animales o de cadáveres humanos. También se eliminarían intervenciones quirúrgicas de adaptación y corrección que pueden prolongarse años.

En el segundo estudio, investigadores japoneses elaboraron una especie de moldes de las válvulas cardiacas y los infiltraron en el tejido adiposo de los conejos, que es otra fuente de células madre que también se estudia en humanos. Las válvulas cardiacas así obtenidas (para conejos) no tenían la misma morfología celular que las naturales, pero una vez implantadas funcionaron igual en más del 50% de los casos.

«Es la primera vez que se consigue fabricar una válvula cardiaca autogenerada por las células madre de un cuerpo vivo», señaló Kyoko Hayashida, coordinador de este trabajo. «Si conseguimos regenerar cada órgano del cuerpo así, acabaremos con la escasez de donantes y con las drogas anti-rechazo», agregó.

Una malformación congénita en cualquiera de las cuatro válvulas del corazón (mitral, tricúspide, aórtica y pulmonar) se puede detectar en la prueba de ultrasonidos que se realiza alrededor de la semana 20 de embarazo. Uno de cada cien bebés nace en el mundo con problemas de este tipo, que constituyen una de las primeras causas de mortalidad infantil en el primer año de vida.

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