Expertos alertan sobre las secuelas sociales del acoso entre escolares

Se indica que al menos un 25% terminan teniendo problemas con la justicia
Por EROSKI Consumer 5 de mayo de 2002

El profesor vallisoletano y psicólogo José María Avilés acaba de concluir su tesis doctoral sobre este tema, una de las vertientes del acoso que se refleja también en la empresa («mobbing») y en el maltrato en el ámbito familiar. Tras realizar un cuestionario a 731 alumnos de ESO de cinco centros representativos de Valladolid, el 90% de los encuestados ha sido testigo de una conducta de este tipo en su entorno, el 30% ha participado bien como víctima o como agresor en alguna ocasión y un 5,6% es actor o paciente de una intimidación sistemática.

En este escenario hay tres perfiles bien definidos. «La víctima suele ser un menor con personalidad insegura, baja autoestima y sobreprotegido por su familia, con la que mantiene una buena relación», explica Avilés. Soportar el asedio continuo le lleva normalmente al fracaso académico y, al contrario de lo que se pueda pensar, que lleve gafas, sea obeso o tenga las orejas de soplillo no es, en principio, el detonante de la agresión. «El agresor elige a víctimas que no pueden responder al asedio y luego sí que explota esos factores externos», desvela el psicólogo.

Una emotividad mal encauzada en la familia, la permisividad de los padres respecto al acceso del niño a la violencia y el reflejo de cómo ejercen sobre él la autoridad marcan el retrato del atacante, físicamente más potente que sus víctima, autosuficiente y con capacidad exculpatoria.

Junto a ellos, tres clases de público. Los padres, a los que «la ley del silencio» por el miedo a las represalias que tienen sus hijos, convierten en ausentes hasta que el problema estalla. Los profesores, a los que también les cuesta detectar este tipo de agresiones debido a que no se producen en el aula, sino en los cambios, de clase, en el patio durante el recreo o en las inmediaciones del centro. Y, finalmente, los compañeros, testigos directos que contemplan sin hacer nada para no entrar a formar parte del «club de la víctima», cuya red social se debilita día a día, según apunta el docente vallisoletano.

Las secuelas del «bullying», un fenómeno estudiado sobre todo en el ámbito anglosajón y del que el noruego Dan Olweus es uno de los mayores expertos, dejan huella también en los tres actores. «Las víctimas suelen tener problemas de adaptación en la vida adulta por el trauma sufrido, pueden padecer depresiones, baja autoestima…», subraya Avilés. En el caso de los agresores sistemáticos, al menos un 25% terminan teniendo problemas con la justicia. Para el espectador, acostumbrarse al acoso y a silenciarlo _normaliza_ esta conducta, que atenta contra valores tan importantes como el respeto a los demás y la solidaridad

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