Aromaterapia

Una tradición milenaria para curar en la era tecnológica
Por Jorge Ibeas 27 de marzo de 2003

No se trata de algo mágico ni sobrenatural. La aromaterapia es una forma de medicina alternativa como lo puede ser la homeopatía. Hasta ahora es poco conocida en nuestro país, aunque sus resultados están probados y cada vez más médicos, enfermeras y farmacéuticos defienden esta práctica como una terapia alternativa y compatible con la tradicional. Aunque acceder a la aromaterapia es todavía difícil debido a lo poco extendida que está , conviene saber que en caso de recurrir a ella debemos asegurarnos de encontrar un profesional cualificado. Los más indicados son médicos o diplomados en enfermería con estudios de postgrado en medicina naturista.

Reconocida como medicina alternativa

La propia palabra lo indica: la aromaterapia consiste en utilizar los aromas extraídos de las plantas para tratar enfermedades. Puede parecer poco común, pero si nos fijamos en nuestra vida diaria usamos plantas de forma habitual. ¿Quién no se ha tomado alguna vez una manzanilla para aliviar un dolor de tripas, o ha hecho vahos cuando ha padecido una congestión? La aromaterapia va algo más allá y la lista de males y enfermedades para los que está indicada es interminable: depresión, migraña, trastornos digestivos, corazón, acné son algunos de ellos, dolencias tanto físicas como psicológicas. También es habitual su uso en tratamientos de belleza, aunque en esta área sus resultados no están probados; eliminar arrugas, celulitis o patas de gallo son algunos de ellos. Cada vez más padres se interesan por estas terapias para sus hijos, “con los niños da muy buenos resultados y posibilita no abusar de los antibióticos”, reconoce la enfermera del Hospital de Cruces y titulada en medicinas alternativas por la Universidad de Zaragoza Itxaso Fuentes.

Los aceites esenciales son la clave de la aromaterapia. En ellos reside el aroma y en ellos se concentran todos los agentes químicos de las plantas como son las hormonas, vitaminas, antibióticos y antisépticos. Según los aromaterapeutas son la forma más concentrada de energía herbaria, ya que se extraen por destilación de vapor tras un laborioso proceso. De esta manera se obtiene el resultado, un líquido aceitoso de textura muy fina donde residen los compuestos volátiles de las plantas que guardan el aroma. Sin ir más lejos, los aromaterapeutas consideran que los aceites esenciales constituyen el alma de la planta.

Se puede decir que la aromaterapia en España es, de momento, una gran desconocida, hecho que dista mucho de lo que sucede en Francia, donde más del 75 % de la población-según datos de la Organización Mundial de la Salud-OMS- la utiliza, incluso varias universidades imparten cátedras sobre medicinas alternativas, entre las que se incluye la disciplina que nos ocupa. Los expertos en esta materia aseguran que en los próximos años se extenderá su utilización en nuestro país, “basta ver cómo hasta hace relativamente poco la homeopatía también era una gran desconocida y su práctica es ahora muy común”.

Desde el mundo médico, la aromaterapia está reconocida como una medicina alternativa y perfectamente compatible con la medicina tradicional, sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está impulsando su control e implantación en países del tercer mundo. Allí gran parte de la población no tiene acceso a la medicina moderna, por ello las terapias naturales como la aromaterapia y muchas otras se utilizan de forma habitual, entre el 40 y el 80% de la población según las zonas, por lo que esta organización ha decidido, lejos de eliminarlas, seguir manteniéndolas, aunque con un mayor control.

En toda España hay varias universidades en las que los médicos y enfermeras se pueden formar en esta disciplina: Zaragoza, País Vasco, Cataluña o Granada son ejemplos de ello. Además, organizaciones como la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao o el Colegio de Médicos de Bizkaia organizan cursillos para dar a conocer estas terapias alternativas dentro del mundo de la medicina.

Exigir garantías

Si una persona quiere ser tratada mediante esta disciplina debe buscar de forma concienzuda una consulta donde la aromaterapia se practique con seriedad. Resulta muy difícil hallar una consulta privada y en los centros de salud públicos no se ofrecen estos servicios, por lo que el boca a boca y las guías de medicina alternativa o el listín telefónico son los mejores vehículos para encontrar a un aromaterapeuta cualificado.

Para ello, debemos comprobar que el médico o enfermera que nos atienda se encuentre en posesión de un título de postgrado en medicina alternativa (como el impartido en la Universidad de Zaragoza). Conviene tener en cuenta también que aunque las plantas medicinales no son inofensivas, pueden resultar dañinas. Este no es un hecho, aislado porque puede suceder lo mismo con los medicamentos tradicionales. “Al igual que hay personas alérgicas a las aspirinas las hay alérgicas a la menta, por eso es importante ser tratado por un profesional que conozca las ventajas y los riesgos de la aromaterapia” a juicio de Itxaso Fuentes, enfermera con postgrado en medicina naturista por la Universidad de Zaragoza.

La manera en que se obtienen los aceites esenciales no es sencilla; el proceso es arduo y laborioso y en ocasiones para lograr diez centímetros cúbicos de aceite esencial, hacen falta cientos de kilos de hojas, flores o ramas según el caso. La técnica no está al alcance de cualquiera, por tanto, es muy conveniente comprobar que el preparado ha sido elaborado por un farmacéutico con conocimientos probados.

Formas de uso

Un buen especialista debe indicar con exactitud qué aceites que debemos utilizar para tratar una dolencia concreta y cómo aplicarlos, ya que las formas de uso son muy diversas, en función de la naturaleza del mal. Los expertos los encuadran en tres grupos: la ingesta, la absorción por la piel y el olfato.

  • Los masajes y baños son la forma utilizada para absorber los aceites esenciales a través de la piel. Unas gotas diluidas en el aceite del masaje o en el agua de la bañera bastan para que nuestro cuerpo se beneficie de los poderes curativos de las plantas. Hay también cremas, lociones, champúes, mascarillas, todo depende de lo que queramos tratar. No es lo mismo un problema de caspa que una depresión, una enfermedad respiratoria o unas arrugas. Cada dolencia tiene se aplica de una forma concreta y a través de las plantas correspondientes.

  • La nariz es otra vía de entrada. La inhalación a través de vahos o de colocar unas gotas de aceites esenciales en vasijas y colgantes para que nos llegue el aroma son algunos de los sistemas. Existen otros, por ejemplo el denominado difusor de aromaterapia. Se trata de una vasija en cuyo interior se coloca una vela que calienta un cuenco con agua y aceites esenciales, con el calor se van vaporizando y se aromatiza así el ambiente.

  • La forma menos común es la ingestión, en este caso se toma directamente la dosis de aceite esencial indicada, por lo general se mezcla con alguna bebida o alimento como la leche o la miel. Hay quienes también consideran las infusiones como una forma de aromaterapia.

Tratamiento milenario

La aromaterapia se utiliza desde hace miles de años, aunque ha sido en el siglo XX cuando ha vuelto a cobrar fuerza. Haciendo un recorrido por la historia podemos comprobar cómo muchas culturas han conocido y utilizado la aromaterapia. Algunos sitúan su nacimiento en la prehistoria con el descubrimiento del fuego. Al quemar algunos tipos de maderas y plantas los hombres y mujeres descubrieron olores agradables. Los usaba sobre todo en ritos religiosos.

Hace 5.000 años en china y la India se usaban las plantas aromáticas para prevenir y tratar enfermedades, también era muy común su uso en tratamientos de belleza. Las culturas antiguas de América utilizaban plantas aromáticas en sus ritos y con fines curativos. Su legado ha llegado hasta nuestros días, en poblaciones indígenas todavía se usan hierbas como el romero para curar o se quema copal en funerales.

Sumerios, babilonios y sobre todo los egipcios también desarrollaron el uso de plantas: curar enfermedades, tratamientos de belleza y embalsamar a los difuntos eran sus cometidos. Se han encontrado documentos como el papiro Erbes escrito en el año 1600 AC en el que se detallan fórmulas con aceites esenciales.

Los griegos y los romanos no fueron ajenos a estas prácticas, las dos culturas eran, además, muy dadas a utilizar perfumes. Hipócrates, el padre de la medicina occidental, incluía en sus tratados la utilización de plantas aromáticas.

Los árabes en el siglo XI perfeccionaron la destilación de los aceites esenciales, el logro se le atribuye al científico y médico Abu Ibn Sina más conocido como Avicena. Esta sabiduría fue importada a la Europa medieval con las cruzadas. De esa época es el tratado de herbolaria de la monja alemana Hildegard Von Bingen, en el que se menciona el uso de hierbas aromáticas como la lavanda.

En los siglos XVI y XVII se utilizaban ya más de 100 aceites esenciales en fórmulas de medicinas. La llegada de la industria y los medicamentos de origen químico fueron relegando a plantas y aromas en la lucha contra las enfermedades.

Es en el siglo XX cuando renace esta fórmula, de la mano del químico francés Rene M. Gottefosse, que está considerado como el padre moderno de la aromaterapia. En 1928 publicó su tratado sobre la aromaterapia. En él sostenía que la piel era capaz de absorber los aceites esenciales y que estos contenía propiedades curativas y desinfectantes. El tratado también aseguraba que la inhalación de algunos aromas aliviaba estados de ansiedad y depresión.

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