Las farmacias españolas comienzan a partir de hoy a distribuir el parche anticonceptivo

La caja de tres piezas costará 14,5 euros y sólo podrá adquirirse con receta médica
Por EROSKI Consumer 16 de septiembre de 2003

Las farmacias españolas comenzaron a recibir ayer las primeras remesas de un novedoso método anticonceptivo. La Unión Europea (UE) ha dado ya el visto bueno a la comercialización del parche cutáneo, un producto tan eficaz para el control de la natalidad como la tradicional píldora -según los especialistas-, pero que resulta mucho más cómodo al prolongarse durante una semana su efecto contraceptivo. El medicamento sólo puede adquirirse con receta.

El parche, de 3,6 centímetros y con tres capas de grosor, contiene en su interior una combinación de las dos hormonas que intervienen en el ciclo ovárico, los estrógenos y los progestágenos. El adhesivo permite que ambas sustancias pasen directamente al torrente sanguíneo de la mujer a través de la piel. Cada unidad debe llevarse puesta durante siete días y ser reemplazada por otra posteriormente.

Ese cambio debe efectuarse siempre el mismo día de la semana, no importa la hora, y durante tres semanas consecutivas. En la cuarta, el tratamiento se suspende para favorecer la menstruación.

La principal ventaja del método Evra, que es el nombre con que se comercializa ya en Estados Unidos y Canadá, es su comodidad, según explicó el ginecólogo Javier Manso. La acción prolongada del parche evita en mayor medida los olvidos que conlleva la obligación de tener que tomar todos los días la píldora anticonceptiva.

Su funcionamiento es, en este sentido, idéntico al del anillo vaginal, que también ha salido al mercado este mismo año, aunque con una salvedad. El anillo -un aro flexible, transparente e incoloro que se coloca en el interior de la vagina igual que un «támpax»- mantiene su acción inhibidora durante las tres semanas.

La adherencia del nuevo apósito está garantizada incluso bajo el agua y su eficacia en la prevención del embarazo se cifra en torno al 99%. Sus desventajas son las mismas que las de la píldora, aunque su menor cantidad de hormonas las hace más llevaderas. El riesgo, mínimo pero existente, de trombosis entre las fumadoras, obliga a consultar el tratamiento con el ginecólogo.

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