Entrevista

Assumpció Vila, arqueóloga de la Institución Milá y Fontanals del CSIC

«Somos omnívoros y nos adaptamos a los recursos disponibles»
Por Mercè Fernández 9 de septiembre de 2004
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Los yámana eran una sociedad cazadora-recolectora que vivió en Tierra del Fuego, en el extremo sur del continente americano, durante cerca de 6.000 años. De ellos se conocen muchos detalles, como los relativos a su alimentación y a la composición de la dieta diaria. Assumpció Vila, profesora de arqueología del CSIC y directora del Departamento de Arqueología y Antropología de la Institución Milá y Fontanals, en Barcelona, es una de las mejores especialistas en el tema.

Los fósiles y restos de excavaciones, pero también el análisis de huesos y los dientes, nos permiten saber que comían en antiguas sociedades. En el caso de los yámana, tenían una dieta peculiar a nuestros ojos europeos. Sin embargo, a juzgar por su salud, su alimentación debía cubrir bien sus necesidades energéticas y nutricionales. «Conocían bien el entorno y los recursos, y sabían como explotarlos», detalla esta experta. «Lo que está claro es que no tenían problemas». Aunque no se recomienda imitar su dieta, la historia de los yámana recuerda la importancia de mantener el equilibrio de los recursos naturales y que «los humanos somos omnívoros y nos adaptamos a los recursos disponibles».

¿Es posible saber científicamente qué comían nuestros antepasados?

Lo que sabe la arqueología es gracias a los yacimientos, a través de los restos de comida y de producción de instrumentos. Pero desde los años 70 la antropología física y biológica ha empezado a descubrirlo a través del estudio de los esqueletos humanos y de los dientes. El resultado de estos análisis todavía es muy general, pero sirve para definir el tipo de alimentación.

¿De qué forma?

En el caso de los dientes, por ejemplo, en función del tipo de alimento que se toma, la dentadura se desgasta de una determinada forma y se generan estrías diferentes. Por la cantidad, la longitud o la distribución de estas estrías se puede saber si era una alimentación más agresiva o menos, más vegetal o más cárnica. Esa idea general se obtiene muy bien. No obstante, la forma concreta, lo que comían cada día o si era exactamente un 10% o un 15% más de carne, no. También, a través de los huesos se puede saber si los individuos han pasado estrés alimentario, es decir, si han pasado épocas de hambruna. Los arqueólogos no trabajamos directamente en eso, pero complementamos nuestros estudios con esos análisis.

Su laboratorio ha trabajado con los yacimientos yámana. ¿Se ha hecho algún análisis paralelo de este tipo?

«La dieta habitual de los yámana estaba formada casi exclusivamente por pescado y marisco, grasa de ballena y ocasionalmente carne de ave»

Excavamos un enterramiento e hicimos analizar un esqueleto de mujer y de sus dientes. Los resultados eran coincidentes con lo que sabemos, que se trataba de una dieta cárnica marina.

¿Qué comían exactamente los yámana?

Los yacimientos que excavamos se denominan concheros porque la gran mayoría de sedimentos son restos de conchas de mejillones, erizos de mar, pescados y caracoles marinos. Esta era la parte alimentaria más importante. También comían carne de lobo marino y, de forma puntual, algún guanaco, un tipo de camélido similar a una llama, y aves. De tanto en tanto, aunque no está claro si las cazaban o no, comían ballena.

¿No las cazaban?

Puede ser que aprovecharan las ballenas que llegaban heridas o medio muertas a las playas. Lo que sí cazaban eran lobos marinos, tanto en el mar como en tierra. Lo sabemos porque hemos hallado esqueletos de lobos con diferentes flechas, una de ellas un arpón especifico para cazar en el mar.

¿No hay vegetales en la dieta?

Parece que no comían apenas nada vegetal. Hay un tipo de hongos o setas que los secaban y conservaban en un palo. Y algún tipo de fruta como moras o bayas aunque claro, solo durante la época del año que fructificaban. Pero nada más. No hay ahora en aquella zona ni había entonces demasiados recursos vegetales.

¿Los niños comían lo mismo desde pequeños?

La madre evidentemente les amamantaba pero desde muy pequeños les daban carne de mejillón un poco chafada para que la fueran masticando.

Mucha proteína. Y totalmente diferente a lo que entendemos actualmente por una dieta sana.

«Los yámana apenas comían vegetales salvo algunas setas y moras que recolectaban en épocas muy concretas del año»

Es lo que se denomina una dieta cárnica marina. Los humanos somos omnívoros y nos adaptamos a los recursos disponibles. Pero hay que tener en cuenta no sólo en lo que refiere al tipo de alimentación sino al tipo de vida.

¿Cómo era la salud de los yámana? ¿Obesidad, enfermedades, esperanza de vida?

No tenían aspecto de pasar hambre, pero tampoco había personas obesas. Es verdad que tomaban mucha grasa, pero también que la quemaban en grandes cantidades. La temperatura en Tierra del Fuego es fría, los yámana iban a pescar, a recolectar, a buscar leña… no estaban quietos en la cabaña todo el día sentados. La esperanza de vida es difícil decirla, porque ni ellos sabían la edad que tenían, pero quizá fuera de alrededor de 50 años o algo menos. Lo cual no es muy diferente de otras sociedades cazadoras-recolectoras. Lo llamativo de los yámana es que no morían de enfermedades infecciosas. Tenían accidentes, heridas, pero no enfermedades contagiosas.

¿Nunca?

En el siglo XIX, en el año polar internacional, una misión científica francesa se desplazó a Tierra de Fuego para observar un eclipse del sol. Al entrar en contacto con los yámana, aprovecharon para realizar un estudio sobre ellos y describieron que no tenían enfermedades infecciosas. Son los expedicionarios, los misioneros, los viajantes y barcos que llegan allá los que llevan enfermedades infecciosas como la gripe o el sarampión.

Hablando de salud, algo que llama la atención de los yámana es que estando en una zona tan fría fueran siempre desnudos.

Entraban y salían mucho del agua y allá el tiempo a lo largo del día puede variar mucho. Si la ropa está húmeda y hace frío es peor… Por eso iban desnudos y tenían siempre fuego cerca, para secarse y calentarse rápido.
De hecho, una de las enfermedades que llegó con los europeos y les afectó especialmente cuando los misioneros empezaron a hacerles ir vestidos, fue la gripe.

Tengo entendido que los arqueólogos ponen a prueba las hipótesis a base de probar los instrumentos o los alimentos de la sociedad estudiada ¿Ha probado algo su equipo de la cocina yámana?

Se han hallado cantos rodados que por los análisis de superficie se sabe que han sido sometidas a mucho calor, al fuego. Ahora sabemos que ponían agua en un recipiente de madera, y luego introducían esas piedras para calentar el agua. Esto se ha probado experimentalmente. Y aunque se calienta, no se mantiene así mucho tiempo, ni se puede poner a hervir, eso es muy complicado. Con esas piedras también derretían la grasa de ballena, que les gustaba mucho, y después ponían la grasa en algún estómago de animal, como bolsa, ya que no usaban recipientes para comer o cocinar.

¿No hay recipientes? ¿Cómo cocinaban?

Tiraban el alimento encima del fuego. Los yámana tenían mucha cestería para pescar, para trasladar alimentos, pero no recipientes para cocinar. De todas formas, no es muy complicado poner un pescado al fuego y comerlo.

¿Han probado algún alimento?

La carne de lobo marino a la brasa. Es especial, porque es carne pero con un gusto de pescado. También hemos probado algunas aves de la zona, pero tienen poca carne y para nosotros resulta dura.

EL EQUILIBRIO DE LOS RECURSOS

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La sociedad yámana no controlaba la producción de sus recursos naturales, en el sentido de que simplemente «explotaban» su entorno. ¿Cómo mantenían el equilibrio entre la demanda de recursos y la «oferta»? La hipótesis que se baraja, señala la arqueóloga Assumpció Vila, «es que lo hicieron controlando la reproducción sexual a través de la discriminación de las mujeres». Por otro lado, añade, tenían mitos y leyendas que prohibían cazar o comer algo en determinado momento. De esta forma, demografía por un lado y recursos alimentarios por el otro se mantenían en equilibrio.

Además, los lobos marinos que iban cazando para comer, añade la arqueóloga, «eran los que entraban en el Canal Beagle, que no era el lugar donde se reproducían los animales». El problema llegó con los barcos de pesca de lobos marinos, «que cazaban directamente en las zonas donde los lobos se reproducían, lo que diezmó la población», afirma. La consecuencia era que no llegaban tantos ejemplares al Canal del Beagle. En la misma línea, los barcos balleneros también diezmaron la población de ballenas.

A la desestructuración social de los yámana, detalla Vila, también contribuye la llegada de misioneros «que les hacen vestirse, cultivar patatas, les dan galletas para comer…». También a partir de ahí les llegan enfermedades transmisibles que antes no tenían, como la gripe o el sarampión. En 70 años, aproximadamente, desde la llegada de los europeos, los yámana desaparecieron como sociedad.

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