El uso de aditivos en alimentos

El uso de aditivos en alimentación no debe suponer un riesgo para la salud si se siguen los controles que establece la ley para asegurar su inocuidad
Por Natàlia Gimferrer Morató 20 de septiembre de 2012
Img colorante

El uso de ciertas sustancias químicas es casi inevitable para mejorar el aspecto de los alimentos, conservarlos o aumentar su vida útil. Sin embargo, este uso lleva consigo una importante diversidad de opiniones y el consumidor no siempre conoce con exactitud aquello que come. Un reciente estudio pone en duda la inocuidad de ocho aditivos, si se consumen con frecuencia, e invita a los consumidores a leer las etiquetas. En el siguiente artículo se explican los resultados obtenidos tras el análisis, así como los controles de seguridad que pasan los aditivos con el fin de no suponer riesgo alguno para la salud.

Analizados ocho aditivos en alimentos

Un reciente y polémico estudio realizado por dos expertos estadounidenses concreta ocho ingredientes que podrían causar alguna alteración en el consumidor si se ingieren con frecuencia. Los autores ponen en duda la inocuidad de estos aditivos, invitan a los consumidores a leer las etiquetas y a no consumir los productos que los contengan. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que los aditivos que se usan en alimentos pasan estrictos controles de seguridad.

Hidroxibutilanisol (BHA). Esta sustancia está catalogada como antioxidante y se utiliza para evitar que los alimentos elaborados o que contienen aceite se deterioren, ya que evita el enranciamiento de las grasas. Sin embargo, por ahora, está demostrado su efecto cancerígeno en roedores, aunque no en humanos. Según los expertos, los tumores verificados en ratas están localizados en órganos que el humano no tiene. Esta sustancia está presente en cereales, chicles, patatas fritas y aceites vegetales.

Parabenos. La función principal de este conservante es evitar los mohos en los alimentos. Se sospecha que pueden provocar alteraciones hormonales, disminuir la producción de testosterona y espermatozoides en hombres y en mujeres, y se han encontrado restos en tejidos con cáncer de mama. Se usan en cosméticos, suelen generar alergias y están prohibidos en diferentes países.

Aceite parcialmente hidrogenado. Esta sustancia tiene una ingesta máxima recomendada de dos gramos. Su uso no está prohibido, pero su consumo habitual puede acumular grasas trans, responsables de la obstrucción arterial y problemas cardiacos. Se localiza en comida rápida frita, pastelería, chocolates y galletas. Debe figurar como «grasas trans» en las etiquetas de los alimentos que lo contienen.

Nitritos de sodio. Son aditivos (nitratos y nitritos) muy comunes y necesarios, utilizados para evitar las bacterias en los alimentos. Sin embargo, en el interior del organismo pueden formar nitrosaminas, un poderoso compuesto cancerígeno. La vitamina C contrarresta este efecto, por lo que la industria los empieza a añadir en sus composiciones para evitar males mayores. Se emplean en embutidos y carnes varias, pero también en numerosos alimentos.

Colorante caramelo. Según los últimos estudios, se sospecha que el colorante caramelo puede causar cáncer entre los consumidores. Sin embargo, tanto la FDA como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) lo consideran seguro y desmienten cualquier tipo de relación con alteraciones en la salud de los consumidores. Este aditivo se utiliza para dar color, sobre todo, en las bebidas de cola.

Colorantes alimentarios. La presencia de colorantes en alimentos es habitual para dar un mejor aspecto visual. A menudo, resultan imprescindibles en su composición. Existen colorantes artificiales y naturales, la mayoría no suponen riesgo conocido, por el momento, pero otros ya apuntan alguna controversia. Algunos estudios, el último publicado en ‘Journal of Pediatrics’, relacionan el colorante amarillo 5 con la hiperactividad infantil, mientras que otros autores señalan posibles efectos cancerígenos en los colorantes Rojo 3, Amarillo 6 y Rojo 40. Respecto a estos últimos, aún se desconocen estudios oficiales.

Hidrolizado de proteína vegetal. Es un aditivo que proporciona sabor a los alimentos. Es una proteína vegetal descompuesta químicamente en aminoácidos y que, al consumirla, puede formar en el interior del organismo glutamato monosódico. No se ha declarado como sustancia nociva, pero sí una posible relación con cefaleas, náuseas o debilidad muscular. Esta sustancia se encuentra en alimentos listos para consumir, que solo requieren su calentamiento en el microondas.

Castoreum. Se usa para dar sabor a los alimentos, es aceite de castor y mejora el sabor a vainilla y frambuesa de los alimentos que lo requieren. No supone peligro para la salud, pero su procedencia es algo peculiar (glándulas anales de estos animales).

ADITIVOS SEGUROS

Conservantes, colorantes, edulcorantes, potenciadores de sabor, antioxidantes y estabilizantes son algunos de los aditivos que se consumen de forma habitual, junto con un largo etcétera. La industria alimentaria abastece a un gran número de personas en todo el mundo y, por ello, son necesarios organismos de control y una legislación específica, penada por ley en caso de omitirla, con el fin de informar al consumidor y proteger su salud. Como mínimo, se debe informar de la presencia de químicos en los productos y su proporción.

Por legislación, los aditivos no deben suponer ningún riesgo para la salud, ya que pasan rigurosos controles científicos que verifican su seguridad. A los aditivos alimentarios se les exige:

  • Ser inocuos en sí mismos y con los alimentos que acompañan.

  • Formar parte de la lista admitida de aditivos alimentarios que dicta la Unión Europea.

  • Utilizarse solo para los fines también explicados y dictados por la Unión Europea.

  • Responder a las exigencias en cuanto a su composición y pureza, de acuerdo con lo que dictan las leyes de la Unión Europea.

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