La confianza y la seguridad en el consumo de alimentos

Por EROSKI Consumer 23 de enero de 2003

El consumidor español se muestra razonablemente confiado en la seguridad de los alimentos. Así se constata en el Barómetro del Consumidor 2002, la macroencuesta de Fundación Grupo Eroski en la que, por segundo año consecutivo, se analizan las percepciones de los consumidores españoles en distintas áreas de consumo. En lo que a alimentos se refiere, la confianza es más alta cuanto más “natural” y menos manipulado sea el producto. Mejora la posición de la carne y el grado de seguridad general es satisfactorio pero con matices: en marcas es aceptable, aunque muy variable; en los comercios es buena y los restaurantes rozan el notable, pero los de comida rápida suspenden.

La confianza y la seguridad en el consumo de alimentos

El grado de confianza que siente el consumidor español hacia los alimentos alcanza 7,12 puntos en una escala de 0 a 10 en el Barómetro del Consumidor 2002, la encuesta de opinión que, el pasado mes de diciembre, publicó en su segunda edición la Fundación Grupo Eroski. Este dato, que ha mantenido su valor en el último año, puede considerarse como satisfactorio aunque posee un importante potencial de mejora. No obstante, el grado de confianza varia mucho según el tipo de alimento de que se trate. Cuanto más “natural” y menos manipulado o tratado esté el alimento, mayor confianza suscita en el consumidor. Los que mejor imagen tienen, en este orden, son los que disfrutan de una Denominación de Origen (D.O), las frutas y verduras, la leche y los productos ecológicos, todos ellos con 7 ó más puntos. Los que menos confianza merecen: la comida típica de hamburgueserías (3,1 puntos), los alimentos genéticamente modificados (3,3 puntos), la comida pre-cocinada (3,8 puntos) y la comida lista para consumir (3,9 puntos).

Respecto a 2001, el Barómetro arroja pocas variaciones. Para la mayoría de alimentos se mantienen resultados similares aunque mejora notablemente -tras la crisis de las vacas locas, cuyas consecuencias sanitarias y efecto social parecen remitir- la confianza en las carnes (de 6,4 a 6,8 puntos) y, algo menos, en los productos con D.O. (de 7,5 a 7,7 puntos). Sólo ha decrecido la confianza en un tipo de alimentos, los enriquecidos (de 6 a 5,7 puntos). Se trata, ésta de los enriquecidos, de una categoría de alimentos (ricos en calcio, en fibra, en vitaminas…) aún novedosa, todavía no muy conocida por los consumidores y por ello muy sensible a los vaivenes de la opinión y, sobre todo, parece que puede confundirse con otros alimentos de nueva generación. Algunos consumidores (el segmento minoritario que se considera destinatario específico de sus beneficios) se sitúan más a favor del alimento enriquecido, pero para una gran parte de la población la percepción podría estar dominada por una visión del alimento como producto “artificial” y/o “desnaturalizado”, lo que genera una reducción de la confianza que suscitan.

Cinco mil encuestas

El Barómetro del Consumidor 2002 se apoya en una amplia encuesta de opinión, elaborada por el Instituto de Empresa y compuesta por 5.000 entrevistas realizadas en toda España, estratificadas por áreas geográficas y en diversos segmentos de consumidores. La encuesta está concebida como un barómetro capaz de medir actitudes y percepciones del consumidor, y se constituye en instrumento de medición en el tiempo, al otorgar un carácter sistemático a los resultados.

El objetivo del Barómetro consiste en estudiar el comportamiento y opinión del consumidor en diversos temas relacionados con el consumo. Entre otros, la confianza ante los alimentos, la información sobre el consumo, la compensación del gasto, la repercusión de la implantación del euro en los precios e Internet como medio de compra.

Fruto de este análisis es la constatación, por ejemplo, de que el consumidor entiende que la mejor información la ofrece su entorno más próximo: la fuente que más contribuye a que el ciudadano esté bien informado sobre temas alimentarios es “amigos, familiares y conocidos” seguida de médicos (6,9 puntos), mientras que fabricantes, Administración y medios de comunicación contribuyen mucho menos de lo que cabría esperar.

Otras conclusiones del estudio señalan que la información más consultada en las etiquetas es la fecha de caducidad y que el consumidor se siente poco compensado por el gasto en productos y servicios. Reclama poco y con escasas respuestas satisfactorias a sus reclamaciones y entiende que, en general, es él mismo quien mejor defiende sus intereses como consumidor.

Problemas sanitarios relacionados con el consumoDe acuerdo con los resultados obtenidos por el Barómetro, el 7% de los hogares españoles ha padecido algún problema de tipo sanitario asociado a consumo de alimentos a lo largo de 2002. Las franjas de población más expuesta fueron la de los jóvenes (10%) y la de status económico alto (9%); y la que menos, la de más de 50 años (5%). Por segmentos de consumidores, los Hombres han padecido más trastornos que las Mujeres (Ocupadas y No Ocupadas), a diferencia de los resultados clasificados por sexo. Y las Mujeres Ocupadas han padecido más problemas sanitarios relacionados con el consumo de alimentos que las No Ocupadas. Según la zona geográfica se establecen tres categorías: 1) las que han padecido más trastornos que la media: Islas Canarias, Area Metropolitana de Madrid y Andalucía; 2) las de tantos problemas como la media: Area Metropolitana de Barcelona y Zona Mediterránea; y 3) las que han registrado menos incidencias que la media: Zonas Norte, Centro y País Vasco y Navarra.

Según el tamaño de hábitat, es en las capitales de provincia y en las ciudades de 10.000 a 50.000 habitantes donde se encuentra el mayor nivel de incidencia. En el hábitat de 200.001 a 500.000 habitantes y en el de menos de 10.000 habitantes, es donde menos se han registrado estos trastornos, situándose en un 4% y un 5%, respectivamente.

Los referentes de confianza

El Barómetro, como ya ocurriera en la primera edición, permite poner de manifiesto las diferencias entre el concepto de confianza en los alimentos y el de seguridad, ambos muy próximos según la percepción del consumidor, pero no coincidentes al cien por cien. Resulta difícil precisar el grado de diferenciación que el consumidor establece entre cada uno de ellos, pero hay dos dimensiones que ayudan a interpretar estas diferencias: por un lado, la condición de exigencia previa de la seguridad frente a la confianza, y, por otro, el carácter subjetivo de la confianza frente al carácter objetivo de la seguridad.

En términos generales, podría decirse que la seguridad va por delante de la confianza ya que, al menos teóricamente, sin seguridad no hay posibilidad de confianza. El consumidor necesita evaluar los alimentos, bienes o servicios y comprobar si entrañan o no riesgos, y sólo después otorga y establece niveles de confianza sobre los mismos.

El carácter subjetivo de la confianza explica que ésta se genere en el propio consumidor y que desde este sentimiento interno, se dirija hacia los alimentos. En cambio, la seguridad compromete de modo muy directo al estado de salud del consumidor y se apoya en informaciones objetivas, como la apariencia externa de los alimentos, la calidad de los envases, el respeto a la fecha de caducidad o el mantenimiento de la cadena de frío, además de un largo etcétera.

En definitiva, el factor confianza afecta más a la hora de seleccionar los alimentos a adquirir y consumir, mientras que el factor seguridad parece más relacionado con la acción de determinar los alimentos que no conviene comprar o ingerir. De acuerdo con lo anterior, las percepciones de confianza y seguridad ante los alimentos deben ser similares pero no necesariamente idénticas, lo que en efecto ocurre: el consumidor siente algo más de seguridad que de confianza ante el consumo de alimentos. La percepción media general de seguridad ante el consumo también cabe calificarla de notable: 7,25 puntos, cuando el índice de confianza era de 7,12 puntos.

Las estadísticas muestran que la confianza ante el consumo de alimentos es algo superior en mujeres (7,2 puntos) que en hombres (7,04 puntos) y en los jóvenes (7,28 puntos). Por zonas geográficas, la confianza alcanza su máximo nivel en País Vasco y Navarra (7,31 puntos) y el mínimo en Canarias (6,94 puntos). País Vasco y Navarra son las zonas más confiadas en las carnes (con o sin marca), ocupando también un lugar destacado junto a otras zonas en frutas y verduras, pescados, alimentos congelados y productos con D.O. La zona Centro es la más confiada en los huevos, destacando también en leche, alimentos congelados y productos con D.O. Andalucía es la que expresa más confianza en alimentos enriquecidos y productos ecológicos, significándose también en frutas y verduras, pescados, leche y alimentos congelados. Por su parte, el Area Metropolitana de Madrid muestra más confianza que ninguna otra zona en alimentos modificados genéticamente, comida pre-cocinada, comida guisada lista para consumir y productos típicos de hamburgueserías. Y en alimentos congelados es, junto a otras zonas, la de mayor confianza. Por último, Islas Canarias es la que evidencia menor confianza en frutas y verduras, carnes, leches, huevos y alimentos congelados.

Por tipo de hábitat, cuanto más pequeña es la localidad, más confianza se tiene en la carne, los huevos y los productos con D.O. Y cuanto mayor es la ciudad, crece la (escasa, a pesar de todo) confianza en los transgénicos y en la comida pre-cocinada.

Cuestión de marcasEl grado de confianza en las marcas de alimentación es aceptable (6,6 puntos en las “marcas de los productos en general”), pero varía mucho según el tipo de marcas de que se trate: las que más confianza suscitan son las marcas conocidas de toda la vida (7,5 puntos) y las de mayor prestigio (7,2); les siguen las marcas en general (6,6 puntos) y las marcas blancas (5,8 puntos). Ya peor, las marcas más nuevas (5,4 puntos) y las más baratas (5,8 puntos).

Se comprueba nuevamente que las marcas en general (6,6 puntos) suscitan menos confianza que los alimentos en general (7,12), aunque algunos tipos de marcas (las “de toda la vida” y “las de mayor prestigio”) consigan similares o mejores índices de confianza que los alimentos en general.

Con respecto a 2001 se aprecian pocos cambios. Sólo las marcas más nuevas y las más baratas mejoran, aunque apenas una décima.

Por tipos de consumidor, las mujeres confían más en las marcas en general, en las conocidas, en las de prestigio y en las blancas. Y la confianza en las marcas nuevas, las baratas y las blancas desciende a medida que lo hace el status socioeconómico, al tiempo que aumenta la de las más conocidas. La edad no es un elemento decisivo, pero se observa que la gente mayor desconfía más de las marcas nuevas y de las más baratas, y se fía preferentemente de las de toda la vida.

La confianza en los establecimientos comercialesLa confianza en los comercios de alimentación es mayor (el menos valorado, el hipermercado, obtiene una buena valoración, 6,8 puntos) que en bares y cafeterías (5,8 puntos) y restaurantes en general (6,6 puntos).

Los establecimientos que más confianza suscitan son los mercados tradicionales (7,4 puntos), y las tiendas tradicionales (7,1). Les siguen los supermercados e hipermercados, con 6,9 y 6,8 puntos, respectivamente. Se comprueba que el grado general de confianza que merecen los comercios es superior al de las marcas (6,6 puntos). Rompen esta dinámica los restaurantes de comida rápida, con sólo 3,3 puntos, un rotundo suspenso.

Se comprueba, al igual que en 2001, la mayor confianza en los establecimientos tradicionales, y que en materia de alimentos, éstos suscitan mayor confianza en el consumidor cuanto menor sea su manipulación y cuanto más puedan a asociarse al concepto de “naturales” o “no tratados”. Y asimismo, se constata la aparente contradicción entre la desconfianza que generan los restaurantes de comida rápida, incluso entre los jóvenes (5,1 puntos en menores de 20 años y 4,4 puntos en jóvenes de 21 a 30 años) y su éxito comercial en nuestro país y en el conjunto de los países desarrollados.

Por lo demás, pocos cambios respecto a 2001. Suben un poco (dos décimas) cafeterías y bares y algo más (cuatro décimas) los restaurantes en general.

Por tipos de consumidor, las mujeres confían más que los hombres en los comercios, especialmente en los tradicionales, y los hombres confían más en los restaurantes. El status socioeconómico más bajo es el que mayor confianza deposita en hiper y supermercados. Por su parte, la confianza en cafeterías, bares y restaurantes de comida rápida disminuye a medida que aumenta la edad. Y por segmento de consumidor, las Mujeres confían más que los Hombres en los comercios (las No ocupadas más que las Ocupadas en los super e hipermercados). Los Mayores muestran, con mucha diferencia, el más bajo nivel de confianza en los tres tipos de establecimientos de restauración. Y los Jóvenes, tanto Ocupados como no, confían (probablemente por ser usuarios habituales) más en los restaurantes de comida rápida que cualquier otro segmento de población.

Por zonas, la Norte es la que menos confía en los mercados tradicionales y los de comida rápida; País Vasco y Navarra confían más en cafeterías, bares y restaurantes, mientras que su confianza en los comercios (excepto los tradicionales) es más bien baja. El Área Metropolitana de Barcelona destaca por cómo estructura su confianza en los comercios: muy alta en los formatos tradicionales y muy baja en los más modernos. Andalucía, por su parte, sobresale por su gran confianza en el comercio más moderno y por su relativa menor desconfianza (3,7 puntos) en los restaurantes de comida rápida. Por último, en Canarias el grado de confianza en comercios y restaurantes es, en líneas generales, el menor de todo el país. Llama la atención que los tamaños de hábitat apenas influyen en el grado de confianza que suscitan el comercio ni los establecimientos que sirven aperitivos o comidas.

Expectativas de evoluciónEl 65% de los consumidores cree que de aquí a un año su nivel de confianza en los alimentos será aproximadamente el mismo que hoy. El 17%, dice que será menor y el 15%, que será mayor.

Respecto a 2001, crece (del 58% al 65%) la proporción de personas que piensa que seguirá igual, y decrece la de quienes piensan que será mayor (del 19% al 15%). Por tanto, la evolución de esa expectativa durante este último año es muy ligeramente negativa. Por segmentos de consumidores, se comprueba que los Mayores son quienes tienen más expectativas en que su confianza mejore de aquí a un año, seguidos por los Hombres. Los Jóvenes, por su parte, son los menos confiados, y dentro de ellos, los No ocupados confían menos que los Ocupados.

La actitud ante los productos ecológicos

Los alimentos ecológicos, producidos exclusivamente con medios naturales, sin pesticidas ni plaguicidas ni agroquímicos, ocupan un lugar preferente en el ranking de confianza en los alimentos, donde comparten las primeras posiciones junto a los productos con D.O., las frutas y verduras y la leche. El 73% de los consumidores españoles refiere haber consumido alguna vez productos ecológicos, mientras que el 24% dice que no lo ha hecho nunca.

Esta última proporción, ciertamente considerable, muy probablemente sea debida al carácter relativamente novedoso de este tipo de productos. No obstante, en un año el número de personas que afirma haber consumido alguna vez productos ecológicos ha aumentado del 64% al 73%.

Por tipos de consumidor, a medida que aumenta el status social crece levemente el consumo de productos ecológicos. Y el segmento de 41 a 50 años (el 78% ha consumido productos ecológicos) es el más proclive a estos alimentos tomados como “más naturales”.

Por zonas, donde más se consume alimentos ecológicos es en el País Vasco y Navarra (78%) y en la zona Mediterránea (77%). Y donde menos, en Madrid ciudad (67%) y en Zona Norte y Centro (71%).

Las ciudades grandes (de 200.000 a 500.000 habitantes), son donde menos se consume productos ecológicos (60%). Y donde más, en las localidades menores de 50.000 habitantes (77%).

A pesar del elevado nivel de confianza que suscitan en el consumidor los productos ecológicos y que son mayoría quienes dicen haberlos consumido alguna vez, sólo el 22% de los consumidores se consideran bien informados sobre los mismos, mientras que el 59% se considera mal informado.

Por zonas, País Vasco y Navarra se consideran notablemente mejor informadas (40%) sobre los productos ecológicos que el resto de zonas.

Las conclusiones del Barómetro

  • El grado de seguridad y confianza en los alimentos y en el comercio alcanza el notable, mientras que las marcas consiguen un aceptable y los restaurantes y similares, un escueto aprobado.

  • La confianza en los alimentos es notable, similar a la confianza del Barómetro de 2001, pero con un claro potencial de mejora.
  • La confianza en los diversos alimentos se divide en dos grandes grupos: los “más naturales” o que aparentemente incorporan menos tratamiento (frutas y verduras, leche, productos ecológicos y con D.O.), que alcanzan un nivel notable; y los más “manipulados” (transgénicos, comida pre-cocinada, comida lista para consumir ) junto con la “comida típica de hamburgueserías” que suspenden claramente en confianza. Entre ambos grupos, con un nivel aceptable, se sitúan los alimentos congelados y los enriquecidos.
  • Las carnes (más las sin marca que las que la poseen) han mejorado sensiblemente en su confianza respecto a 2001, superándose el efecto de la crisis de las vacas locas. También han mejorado los productos con D.O. En cambio, retrocede la confianza en los alimentos enriquecidos.
  • Las diferencias en la confianza según segmentos de consumidores no son muy acusadas: las Mujeres confían algo más que los Hombres y los Jóvenes algo más que los Mayores.
  • Por zonas geográficas, País Vasco y Navarra lideran el ranking de la confianza en los alimentos, que cierra Canarias.
  • En los alimentos más elaborados o “industrializados” se aprecia un considerable descenso en la confianza conforme avanza la edad.
  • La seguridad ante el consumo de alimentos discurre de forma paralela a la confianza, si bien tanto los mayores como los ciudadanos de inferior status muestran una seguridad netamente superior.
  • El año pasado se produjeron en España relativamente pocos problemas sanitarios (se identificaron como tales en el 7% de los hogares) relacionados con el consumo de alimentos. La incidencia es algo menor cuanto más joven o de superior status es el consumidor.
  • La confianza en las marcas en general, las de toda la vida y las de mayor prestigio alcanzan el notable, mientras que las marcas blancas y las más nuevas se quedan en un aprobado. Las marcas más baratas suspenden en confianza.
  • En los comercios la confianza llega al notable, con cierta ventaja de la distribución tradicional (mercados y tiendas) a la moderna (supermercados e hipermercados).
  • Los restaurantes en general rozan el notable, pero los especializados en comida rápida merecen, a pesar de su gran afluencia y de su éxito comercial, un rotundo suspenso en confianza: el consumidor desconfía de ellos.
  • Sólo en los restaurantes de comida rápida las diferencias, según el segmento de consumidor que opine, alcanzan una magnitud relevante: los jóvenes desconfían bastante menos que los demás segmentos.
  • Las expectativas en la evolución de la confianza que depara el consumo de alimentos pueden considerarse neutrales, apostando una gran mayoría de la población por la continuidad. El resto se divide a partes iguales entre los que creen que su confianza será mayor el próximo año y los que piensan que será menor.
  • Los indicadores de confianza alimentaria alcanzan un valor casi notable para el comercio (ICC) y los alimentos (ICA); algo menos para las marcas; y sensiblemente menos para la restauración, que oscila, según segmentos, entre el suficiente raspado y el suspenso.







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