Pescado, a más consumo más control

Si bien la mayoría del pescado es inocuo, también acarrea, como todos los alimentos, algún tipo de riesgo
Por Mª Manuela Hernández Herrero, Universidad Autónoma de Barcelona 13 de julio de 2001

Cada vez surgen más estudios que demuestran las propiedades saludables del pescado. Pero se desconocen los riesgos, algunos modificables y otros no, que puede implicar su consumo. Japón es el país donde más se consume este alimento, pero también donde se registra un mayor número de toxiinfecciones. En España, el consumo de este alimento se incrementa año tras año, en parte a raíz de las “crisis alimentarias”.

Consumo de pescado

Consumo de pescadoLa participación de los productos de la pesca en la alimentación total de los distintos países es muy variable, dependiendo de sus características geográficas. En algunos países, sobre todo los países costeros, constituye la principal fuente de proteína animal. Cada año se pescan unos 100 millones de toneladas de pescado, de las cuales sólo 70 millones son utilizadas como alimento para el ser humano. De éstas, un 27% es consumido como pescado fresco, mientras que el restante es procesado para ser congelado, salado, secado, ahumado o elaborar conservas.

La producción y obtención del pescado y productos de la pesca difiere de los otros tipos de alimentos y especialmente de la carne. Mientras que la mayor parte de la carne procede de animales domésticos criados para el consumo y, en menor medida, de la caza de animales salvajes; en el caso del pescado, la situación es justamente la contraria porque la mayoría procede de animales libres y sólo una pequeña parte tiene su origen en la acuicultura.

Las capturas mundiales de pescado se incrementaron en las décadas de los años setenta y los ochenta. Sin embargo, a partir de 1988 se estabilizaron con una tendencia a disminuir debido a la sobreexplotación de los caladeros. Como la población humana está siempre en incremento significa que la disponibilidad per capita anual será menor cada año. No obstante, una gran parte de este valioso producto es desperdiciado. La FAO (Organización de las Naciones Unidas Para la Agricultura y la Alimentación) ha estimado que las pérdidas post-captura -descartes en el mar y pérdidas debido a deterioro- continúan siendo, sorprendentemente, el 25% de las capturas totales. Por tanto, la mejor utilización de los recursos acuáticos debe ir a la disminución de estas enormes pérdidas, mejorando la calidad y la preservación del pescado y de los productos de la pesca, valorando cada vez más las especies subutilizadas de escaso valor comercial.

Se puede esperar un mayor incremento en el suministro de pescado a partir de un mejor aprovechamiento, reducción de pérdidas y mayor expansión de la acuicultura. El incremento en la producción de los productos de la pesca, obtenido mediante la acuicultura, lleva implícito también que aparezcan y aumenten ciertos problemas tanto de tipo ambiental como de salud pública a causa de que el riesgo de contaminación de estos productos por agentes químicos y biológicos podría ser superior.

El pescado, proteínas saludables

Se calcula que el consumo de pescado como alimento aporta por término medio el 12% de la proteína animal ingerida. Según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo, el consumo de pescado en España en el año 2000 se situó alrededor de 31 kilos por habitante y año, por encima de la cifra que se registra en la mayoría de países europeos, aunque muy por debajo de la cantidad consumida en Japón.

En la actualidad, existe una tendencia creciente a incrementar el consumo de pescado como alternativa al consumo de carne y productos cárnicos. En el contexto de las recomendaciones dietéticas, realizadas por diferentes organizaciones internacionales relacionadas con la salud, los productos de la pesca ocupan un lugar destacado a la hora de tratar de conseguir dietas equilibradas, alcanzar los requerimientos nutricionales y actuar sobre factores de riesgo de determinadas enfermedades.

En general, los pescados aportan un buen balance de proteínas de alto valor biológico, vitaminas tanto hidrosolubles como liposolubles, algunos elementos minerales y un contenido calórico relativamente bajo. El reducido contenido en grasa de muchas especies de pescado y los efectos beneficiosos de los ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 presentes en los pescados grasos, sobre todo en los pescados azules, son aspectos importantes a considerar en la dieta de la población de los países desarrollados, con un elevado número de muertes por enfermedades cardiovasculares. Además, se ha descrito que tienen un efecto positivo en la prevalencia de la artritis reumatoide, el cáncer y el desarrollo de metástasis.

El aumento del consumo ha hecho que se multipliquen los intercambios internacionales y la presencia en el mercado de productos provenientes de países diversos. Esta situación hace que se introduzcan nuevas especies de pescado, con igual calidad, pero no conocidas hasta la fecha o manipuladas y transformadas por empresas o personas que comienzan una nueva actividad a la que no están acostumbrados. Esto hace necesario la imposición de un control de producto que hasta hoy no era habitual.

Peligros de toxiinfección

La mayoría del pescado y productos pesqueros utilizados como alimento son inocuos. Sin embargo, al igual que todos los alimentos, acarrean algún tipo de riesgo. Los problemas relacionados con la inocuidad del pescado y los productos pesqueros están muy concentrados, bien definidos y limitados a muy pocas especies. El número de casos de brotes por toxiinfección e infección alimenticia, causados por el consumo de pescado y productos de la pesca es reducido. Su incidencia depende de numerosos factores, tales como la dieta de la población y la forma de preparar los alimentos.

Así, la proporción de brotes en los que están implicados el pescado y productos de la pesca es significativamente superior en Japón (21%), donde el pescado constituye una parte importante de su dieta y además se suele consumir en crudo. En España el número se brotes es aproximadamente de un 8 %.

Los riesgos asociados al consumo de pescado y de productos pesqueros, cultivo y silvestres, pueden producirse por motivos relacionados con el ambiente, el proceso, la distribución y por el consumidor. Estos riesgos pueden ser de naturaleza biológica o química.

Riesgos de naturaleza biológica

Se diferencian los causados por microorganismos, bacterias y virus, y por parásitos.

  • Bacterias patógenas: destacan aquellas que se encuentran de forma natural en el medio acuático (“Clostridium botulinum” tipo E, diversas especies patógenas del género “Vibrio”, “Aeromonas” y “Plesiomonas”) y en el ambiente en general “Clostridium botulinum” tipo A y B, y “Listeria monocytogenes”. Estos patógenos pueden encontrarse en el pescado recién capturado; sin embargo, no suelen constituir un riesgo importante, pues están presentes en unos niveles relativamente reducidos. La excepción sería cuando se produce una acumulación de un elevado número de microorganismos (“Vibrio” spp), por ejemplo en los moluscos bivalvos que se alimentan por filtración como almejas, ostras o mejillones, que a menudo se consumen crudos. Durante el procesado de los diferentes productos de la pesca, estos agentes patógenos pueden sobrevivir y estar presentes en el producto final. Destaca la posible presencia de “C. Botulinum” tipo E y “L. Monocytogenes”, en pescados envasados al vacío y con tratamiento térmico suave, por ejemplo ahumado. La presencia de otras bacterias patógenas es consecuencia de la contaminación por aporte de aguas residuales exógena del pescado y de los productos de la pesca, o bien por la manipulación en etapas posteriores del proceso de comercialización del pescado como “Salmonella”, “Shigella”, “E. Coli”, “Staphylococcus aureus”, cuyo reservorio son las personas y los animales. La contaminación con este tipo de microorganismos es importante, ya que en algunos casos la dosis requerida para causar la enfermedad es relativamente baja.

  • Virus: la transmisión de enfermedades de tipo viral al ser humano por consumo de pescado se relaciona especialmente con el consumo de moluscos crudos, entre los que cabe destacar el virus de la hepatitis A, el virus tipo Norwalk y otros enterovirus. La presencia de virus en este tipo de productos ha de considerarse un riesgo potencial, no sólo por su alto poder infectivo sino también porque se ha demostrado que estos virus sobreviven largo tiempo en moluscos refrigerados y congelados. Además, los enterovirus pueden persistir al proceso de depuración de los moluscos, siendo el tratamiento térmico el único modo de eliminarlos. Se aconseja someterlos a un tratamiento térmico de 90ºC durante 1.5 minutos antes de consumirlos.
  • Parásitos: helmintos pertenecientes a la clase nematoda (Anisakis”, trematoda y cestoda (“Dyphyllobothrium latum”). La incidencia y etiología tiene una distribución desigual en las distintas partes del mundo. “D. Latum”, que puede alcanzar un tamaño superior a 10 metros en el tracto intestinal del hombre, tiene cierta importancia en los países de la Europa del Este y se asocia al consumo de pescado semicrudo. En los países occidentales, los casos más frecuentes se deben a especies del nematodo -gusanos de cuerpo redondo- “Anisakis spp”. Su frecuencia es relativamente elevada en diversas especies de peces marinos de interés comercial, como por ejemplo caballa, merluza o bacalao. Las larvas se localizan en el hígado, la cavidad abdominal, el músculo y en todas vísceras, donde suelen aparecer enquistados. Las infecciones pueden ser muy intensas, de hasta varios centenares de larvas por pez. Las larvas son ingeridas vivas por el hombre cuando consume pescado crudo o insuficientemente cocido y se puede producir la enfermedad conocida como anisakiasis, que provoca úlceras y gastroenteritis. El parásito se elimina tras el proceso de cocinado a 55ºC durante un minuto o a temperaturas de congelación -20ºC durante un día. Sin embargo, no protege al consumidor frente al riesgo de una posible alergia debido a la ingestión de parásitos muertos.
  • Riesgos de naturaleza química

    La categoría de riesgo químico se subdivide en tóxicos naturales (biotoxinas) y contaminantes antropogénicos (como son bifenilos policlorados, antibióticos).

  • Tóxicos naturales: Intoxicación histamínica o escombrotoxismo: Es relativamente frecuente en España y se produce por la ingesta de alimentos que contienen un elevado contenido en histamina y de otras aminas vasoactivas. La histamina y otras aminas biógenas, frecuentemente, se forman por un exceso de la relación tiempo/temperatura desde la captura del pescado hasta su puesta en el mercado. La mala conservación hace que proliferen bacterias, sobre todo de la familia de las enterobacterias, algunas con capacidad de producir el enzima histidín descarboxilasa, que degradan la histidina -un aminoácido- formando histamina. Las especies de pescado principalmente implicadas pertenecen a la familia de los escómbridos (caballa, jurel), túnidos (atún, bonito) y clupeiformes (sardina, boquerón). Cuando la concentración es muy elevada, se produce una intoxicación leve, similar a un cuadro alérgico. La conservación y mantenimiento del pescado a una temperatura de 0ºC parece ser la mejor medida de control de este proceso de intoxicación. Las temperaturas de cocción o de esterilización aplicados en las conservas no destruyen a la histamina.

    Intoxicación por ciguatera: Se produce por la ingestión de pescado marino de aguas tropicales y subtropicales que acumulan la toxina naturalmente a través de su dieta. Las toxinas (termostables) son producidas por diversas especies de dinoflagelados (microalgas), siendo un proceso endémico en determinadas zonas del mundo. La sintomatología que provoca es de tipo nervioso, afectando especialmente al sistema nervioso central. Se han descrito que más de 400 especies de pescado pueden causar ciguatera. En la Unión Europea se prohíbe la comercialización de las especies de pescado que puedan vehicular este tipo de toxina.

    Intoxicación por tetrodotoxina o intoxicación por el pez globo: Es una intoxicación producida por el consumo de peces del orden tetraodontiformes. La toxina en el pescado no es producida por un alga sino que su presencia se relaciona con determinadas especies bacterianas. La toxina producida es de las más potentes que se conocen y suele acumularse en las gónadas, hígado, intestino y piel de estas especies de pescado. Los síntomas que ocasiona son tanto neurotóxicos como enterotóxicos y dermotóxicos. La intoxicación por consumo de fugues frecuente en Japón, donde es la principal causa de muerte por intoxicación alimentaria. Al igual que la ciguatera se prohíbe la comercialización de especies de pescado pertenecientes a esta familia de peces.

    Intoxicación por consumo de moluscos: Está causada por un grupo de toxinas elaboradas por algas planctónicas -dinoflagelados en la mayoría de casos- que constituyen parte de la alimentación de los moluscos bivalvos que se nutren por filtración, como mejillones, ostras o vieiras. La toxina se acumula en la fracción comestible de éstos, con el problema adicional de que pueden persistir al proceso de depuración de los moluscos . Son toxinas termostables, es decir que los tratamientos de cocción no las destruyen. Los síndromes asociados a la acumulación de estas biotoxinas son: la intoxicación paralizante por moluscos (PSP), intoxicación diarreica por moluscos (DSP), intoxicación neurotóxica por moluscos (NSP) e intoxicación amnésica por moluscos (ASP). La PSP y la DSP pueden presentarse en Europa, mientras que la NSP y ASP se producen normalmente en el continente americano, Golfo de Méjico y Canadá.

    La ingestión de moluscos contaminados produce diversos síntomas dependiendo de la concentración de toxina y de la cantidad de moluscos consumida. La PSP produce sintomatología principalmente nerviosa, siendo una intoxicación con una elevada mortalidad. La DSP es una intoxicación leve que causa una sintomatología gastrointestinal, mientras que la ASP y NSP producen síntomas gastroentéricos y nerviosos.

    Contaminantes antropogénicos

    Los residuos ambientales producidos por el hombre resultados de la actividad industrial principalmente, pueden afectar a todas las especies de pescado y a todas formas de producción. Las áreas de mayor riesgo son los estuarios y áreas cercanas a la costa. En el sector de la acuicultura además es necesario considerar los posibles contaminantes presentes en los piensos utilizados (medicamentos veterinarios: antibióticos, hormonas). Los contaminantes químicos que pueden estar presentes con un cierto potencial tóxico son: compuestos químicos inorgánicos (mercurio, plomo, cadmio…), compuestos orgánicos normalmente de origen industrial (bifenilos policlorados o PCBs, dioxinas..) y compuestos derivados del procesado del pescado (nitrosaminas y compuestos relacionados con la acuicultura). Se tratan en general, de productos muy estables químicamente, con tendencia a acumularse en los organismos acuáticos especialmente en moluscos y diversas especies de pescado especialmente grasas.

    De las redes a la mesa

    La prevención de la presencia de determinados riesgos en las zonas de captura o producción es, en ocasiones, muy difícil. La naturaleza no puede ser cambiada fácilmente y los agentes patógenos naturalmente presentes en el pescado y productos de la pesca (algunas bacterias patógenas, parásitos, biotoxinas) siempre estarán presentes, aunque la contaminación química y fecal (algunas bacterias patógenas y enterovirus) pueden ser prevenidas con un cierto coste.

    Las medidas a considerar serían: faenar en zonas de calidad de agua satisfactoria, dotación de buques en los que se puedan mantener las condiciones de higiene y temperaturas adecuados, realizar prácticas de captura y faenado adecuadas para evitar contaminaciones tanto químicas como biológicas, controlar y monitorizarlas áreas de pesca para evitar la presencia de algas tóxicas y contaminación fecal.

    En la acuicultura, el lugar de ubicación debe ser vigilado y autorizado por la autoridad competente, siendo fundamental que el productor supervise el control de los piensos y adopte unas buenas prácticas de producción para evitar la presencia de residuos en el pescado.

    En el procesado del pescado y productos de la pesca las bases de prevención se basan en la implementación de sistemas para salvaguardar la seguridad del alimento siguiendo la metodología del análisis de peligros y puntos críticos de control (APPCC), considerando especialmente el diseño higiénico de equipos e instalaciones, control de que la relación tiempo/temperatura durante el procesado sea el adecuado, control de la limpieza y desinfección, así como de las buenas prácticas de manipulación.

    Una fase importante a considerar es la distribución del producto, siendo un factor fundamental el control estricto en el mantenimiento de la cadena del frío durante la distribución a los mercados. Así como, proporcionar al consumidor la información necesaria en temas de seguridad alimenticia al que compete la responsabilidad de almacenar, manipular y cocinar los alimentos, teniendo en cuenta que uno de los grandes problemas de las toxiinfecciones alimentarias producidas por los productos de la pesca es su consumo de forma cruda o insuficentemente cocido.

    Además es necesario una mejora de las normas de etiquetado. En el RD 331/1999, de 26 de febrero, de normalización y tipificación de los productos de la pesca, frescos, refrigerados o cocidos se establece, en aras de una mayor transparencia en el mercado, la obligación de indicar en la etiqueta del envase o embalaje diversas especificaciones entre las que se encuentran el país de origen, forma de captura, categoría de calibre, denominación científica y comercial de la especie, peso neto? y lo que es muy importante la categoría de frescura y la fecha en que se determinó.


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