Entrevista

Víctor Gonzálvez, portavoz de la Asociación Española de Agricultura Ecológica

«No es cierto que con la agricultura ecológica vayamos a tener menos alimentos»
Por Mónica G. Salomone 5 de mayo de 2006
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Imagen: ICMAN-CSIC

España es el tercer país de Europa productor en agricultura biológica -tras Italia y Reino Unido-, y exporta la mayor parte de su cosecha. A pesar de este último dato, en España los productos biológicos -también llamados ‘ecológicos’ u ‘orgánicos’- son cada vez más demandados. Víctor Gonzálvez, portavoz de la Asociación Española de Agricultura Ecológica, que apuesta por una producción sin «sustancias químicas sintéticas contaminantes», explica cómo funciona el sector y qué ventajas ofrece este tipo de productos a los consumidores. Para Gonzálvez, la agricultura biológica debe cumplirse un «principio de justicia en todos los tramos de la cadena alimentaria» y debe establecerse una relación justa entre todas aquellas personas que intervienen en el proceso.

¿Las condiciones de producción ecológica son iguales sólo en la Unión Europea o en general?

Afectan sobre todo a países de fuera de la UE. Se supone que en Europa ya hay una normativa que se basa en estos principios, y que debe cumplirse.

¿Qué mecanismos de control tienen?

En España hay entidades públicas, como los consejos reguladores de varias comunidades autónomas, y privadas. Inspeccionan tanto los aspectos ambientales como el etiquetado.

¿Hasta qué punto son ‘mejores’, desde el punto de vista de la nutrición, los productos biológicos?

Obviamente en un sistema de producción sin productos químicos hay menos probabilidad de que ese tipo de sustancias tenga algún efecto en el organismo. En cuanto a la calidad nutritiva, sí hay algunos estudios que indican que es mayor que en los productos de la agricultura convencional. No son estudios muy generalizados aún, pero sí se ve con tomate y zanahoria, por ejemplo. No se puede decir estrictamente que sean productos más sanos, pero sí que tienen menos riesgos. El riesgo es infinitamente menor.

Y en cuanto al sabor, ¿saben más los productos biológicos que los convencionales?

«Con los productos biológicos el riesgo es infinitamente menor»

Sí, sobre todo en los casos en que se usan las variedades más convencionales. En agricultura ecológica sí se usan híbridos, pero nosotros buscamos no que se mejore el aspecto externo, sino que se mejoren las variedades tradicionales para hacerlas resistentes a las enfermedades y, sobre todo, para potenciar su sabor.

¿Qué superficie ocupa en España la agricultura biológica y qué tipo de cultivos son?

Somos el tercer país europeo, con 830.000 hectáreas. Más de la mitad están en Andalucía. Después van Aragón y Castilla-La Mancha, que también ha crecido mucho. Se cultivan frutas y hortalizas, pero una gran parte son pastos para ganadería.

¿Cuánto es para consumo interno?

El 80% se exporta, sobre todo a Alemania, Francia y Reino Unido. Nosotros importamos mucho producto elaborado.

Los productos biológicos son más caros. ¿Cuánto más?

Varía de unos productos a otros, y la diferencia oscila entre el 10 y el 20% más caros, aunque en algunos casos el precio se desorbita.

Cuando un agricultor decide ‘pasarse’ a la agricultura biológica, ¿qué debe hacer? ¿Cómo estar seguro de que su terreno no contiene productos sintéticos?

Hay un período de conversión de dos años, en los que el agricultor emplea métodos biológicos pero no puede vender su cosecha como tal. Al tercer año ya sí. Los organismos de inspección controlan que efectivamente estos plazos se cumplan.

¿Baja la productividad del suelo en ese período?

En el período de conversión, al haber un cambio de técnicas de cultivo, sí suele producirse una baja en la producción, que generalmente se compensa con subvenciones. Pero a largo plazo, a cuatro o cinco años, se ha demostrado que la productividad puede ser la misma, y en algunos productos incluso aumenta. No es cierto que con la agricultura ecológica vayamos a tener menos alimentos. Lo que logras es un equilibrio distinto.

¿Cómo cambia el suelo cuando es cultivado con técnicas biológicas?

Sobre esto hay muchos estudios clásicos, está bien establecido que en un suelo manejado ecológicamente hay una actividad de microorganismos mucho mayor. Esto es importante, porque la agricultura se basa en proteger y cuidar el suelo.

Si ustedes no usan agroquímicos, ¿qué usan?

Recurrimos a bacterias naturales que atacan por sí mismas a las plagas; a productos naturales como el azufre; a extractos de plantas que no contaminan el medio ambiente. Son sustancias que no producen residuos y que son elaboradas por métodos naturales.

¿Tienen algún tipo de separación las parcelas ecológicas?

Deben estar delimitadas, y en algunos casos se recomienda, aunque no es obligatorio, poner setos o algún tipo de separación física.

¿Han tenido casos de contaminación con cultivos transgénicos?

Sí, hemos tenido casos en Cataluña, Navarra y Aragón, y los han detectado los organismos de inspección de agricultura ecológica, no los ‘contaminadores’, cuando debería haber sido al revés.

¿Y qué pasa entonces, les indemnizan?

No, los que venden las semillas transgénicas no reconocen la contaminación. Al final lo que pasa es que el agricultor biológico paga el pato porque no puede vender la cosecha como biológica. Y otro problema que tenemos es el de la soja transgénica que se mezcla con los piensos. Como no es para consumo humano no es obligatorio etiquetarla, pero eso obliga a los productores ecológicos a hacer análisis. De lo contrario, no pueden garantizar su producto. Actualmente hay tanta soja transgénica que casi no se encuentra la normal. Eso se ha convertido en un factor limitante.

La carne biológica lo tiene más difícil.

Es un mercado mucho menos establecido.

LOS ‘BIO’ QUE NO LO SON

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Según la Asociación Vida Sana en los últimos diez años el mercado biológico ha experimentado un crecimiento medio del 25% anual. Pero en más de una ocasión los productores ecológicos españoles se han quejado de falta de apoyo por parte de la Administración. Ponen como ejemplo la guerra de los ‘bio’, en la que finalmente la Unión Europea ha fallado a favor de los agricultores obligando a cambiar el nombre a todo producto que se presente como ‘bio’ sin ser de producción biológica.

El 11 de mayo de 2001 el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto para que el término BIO se pudiera utilizar indiscriminadamente en los alimentos que no son biológicos (es decir, producidos sin productos químicos ni pesticidas, sin aditivos ni conservantes, y sin manipulación genética). El sector lo denunció y el resultado son las actuales campañas de cambio de nombre de multitud de productos.

Pero la Asociación de Agricultura Ecológica lamenta que los cambios no hayan estado acompañados de una campaña en la que se aclare lo que los motiva. «Queremos que se explique qué significa el término ‘bio’, como una forma de compensarnos por estos años», dice Gonzálvez.

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