Bosques en Europa

El 5% de la masa forestal del mundo se localiza en la UE y gran parte de ella está amenazada
Por Alex Fernández Muerza 14 de abril de 2010
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Imagen: JacobEnos

Una de las mayores riquezas ecológicas de la Unión Europea (UE) son sus bosques: el 42% de la superficie alberga diversas masas forestales. A pesar de su papel esencial para la naturaleza y los seres humanos, el estado de conservación de gran parte de ellos es “desfavorable”. Así lo señalan dos recientes documentos comunitarios con datos sobre el estado actual de los bosques europeos, sus principales amenazas y cómo combatirlas. Por su parte, las organizaciones ecologistas consideran insuficientes las actuales medidas de conservación y aportan sus propias propuestas.

Así son los bosques en Europa

La UE ha transmitido una visión global del estado actual de sus bosques mediante dos recientes documentos. Por un lado, el Libro Verde, presentado en la Conferencia sobre Protección de los Bosques en Europa, celebrada en Valsaín (Segovia). Por otro, un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Sus responsables han llegado a las siguientes conclusiones:

España es el segundo país con mayor superficie forestal total de la UE

Una gran riqueza boscosa en expansión. El 5% de los bosques del mundo se encuentran en la UE y han crecido de forma constante en los últimos 60 años. Ocupan 155 millones de hectáreas y, junto con otras tierras boscosas, suponen el 42% de la superficie terrestre de la UE.

  • Las mayores extensiones forestales se sitúan en Finlandia, Francia, España y Suecia. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), España es el segundo país con mayor superficie forestal total de la UE, con 27,5 millones de hectáreas, y el tercero en superficie forestal arbolada, con 18,3 millones de hectáreas.

  • Papel esencial en la naturaleza. Reducen la erosión y la desertificación, garantizan el suministro de agua dulce, sirven de refugio de la biodiversidad (albergan el mayor número de vertebrados del continente), regulan el clima y el ciclo de agua en la tierra, proporcionan aire fresco, sirven de protección contra catástrofes naturales como tormentas, aludes o inundaciones, y en las ciudades reducen los niveles de polvo y ruido y amortiguan el microclima urbano.

  • Vitales contra el cambio climático. Absorben 0,5 gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (CO2) al año, frente a las 5 Gt equivalentes de CO2 anuales de emisiones industriales en la UE. Ahora bien, su papel como sumideros de carbono se puede invertir: su degradación, descomposición o conversión en otros usos emitiría gases de efecto invernadero. La situación puede tornarse en una pescadilla que se muerde la cola. A más calentamiento global, más probabilidades de incendios forestales.

  • Importante fuente de recursos. Más de dos millones de europeos trabajan en la industria forestal primaria y unos 350.000 viven de la gestión forestal. El volumen de negocio asciende a 300.000 millones de euros.

  • El 40% de los bosques comunitarios son de propiedad estatal, mientras que el 60% restante es de titularidad privada.

    Principales amenazas y cómo combatirlas

    ImgSegún los responsables comunitarios, sólo el 5% de la masa forestal de la UE permanece inmune a las actividades humanas. El informe de la AEMA asegura que más de la mitad de las especies forestales de interés europeo y más del 60% de los ecosistemas forestales identificados por la Directiva Hábitats destacan por un estado de conservación «desfavorable».

    Los principales enemigos de los bosques europeos son las prácticas de gestión insostenible, la contaminación del aire, el cambio climático o la fragmentación debido a la rápida propagación de las zonas urbanas y las redes de transporte. Por su parte, desde el MARM apuntan a los incendios forestales y la despoblación como otras de las principales amenazas.

    Sólo el 5% de la masa forestal de la UE permanece inmune a las actividades humanas

    La forma en la que se deben proteger los bosques se ha reflejado en la Declaración de Valsaín, así como en el Libro Verde. Sus autores defienden que la conservación forestal debe ser compatible con la gestión sostenible de los bosques. El Libro Verde señala que este objetivo será posible si se desarrollan nuevas fuentes internas de madera y se aumenta la eficiencia en la producción y utilización de la madera, así como las importaciones de materias primas de este material.

    La Comisión Europea estudia la puesta en marcha de métodos innovadores para la protección de los servicios forestales no mercantiles, como la conservación de la biodiversidad y las cuencas hidrográficas, los usos recreativos o el secuestro de CO2.

    La ampliación de las zonas protegidas es otro de los objetivos planteados. Los tipos de hábitats forestales incorporados a la Red Natura 2000 suponen más de 14 millones de hectáreas. La Conferencia de Oslo, de 2011, pretende ser un punto de no retorno para adoptar acuerdos fundamentales en materia de protección de los montes y su riqueza boscosa.

    Críticas de los ecologistas

    Cuatro de las principales organizaciones ecologistas españolas (Ecologistas en Acción, WWF, Greenpeace y SEO-BirdLife) han expresado su decepción por el contenido del Libro Verde y la Declaración de Valsaín. Sus responsables critican que se han centrado en la producción y no en la defensa de los ecosistemas.

    Señalan que no se ha reflejado la responsabilidad de la UE fuera de sus fronteras. Los ecologistas recuerdan la dependencia comunitaria de la importación de materias primas procedentes de manera frecuente de procesos de deforestación y degradación forestal.

    La falta de protección real es otra de las criticas de estas ONG: incluso los espacios incluidos en la Red Natura 2000 sufren importantes amenazas, como incendios o apertura de pistas forestales. Los ecologistas aseguran que de forma muy frecuente los bosques se transforman en plantaciones forestales. Este hecho no se refleja en este tipo de informes y, por tanto, se enmascara la deforestación real.

    Frente a ello, proponen reducir el consumo, mejorar la eficiencia de la gestión forestal, aumentar los recursos técnicos y humanos para conservar los bosques, potenciar la reutilización y reciclaje de la madera y sus productos derivados, y promover el certificado FSC de madera sostenible.

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