Naciones Unidas y varias organizaciones no gubernamentales (ONG) han alertado de la grave crisis humanitaria a la que se dirige Nepal debido a la actuación tanto del Gobierno como de los rebeldes maoístas. Y exigen que las fuerzas gubernamentales y la guerrilla maoísta permitan a la población acceder a la ayuda con libertad y seguridad.
Nepal vive una situación de violencia generalizada desde 1996, cuando la guerrilla maoísta se levantó para derrocar a la monarquía e instaurar una república de corte comunista, lo que ha causado más de 11.000 muertos en estos nueve años.
El problema se agravó el pasado 1 de febrero, cuando el rey Gyanendra destituyó al Gobierno, asumió todos los poderes y declaró el estado de emergencia, que mantiene suspendidas las libertades civiles.
Cientos de políticos, defensores de los derechos humanos, sindicalistas, estudiantes, abogados y periodistas han sido detenidos desde el 1 de febrero y los medios de comunicación están sometidos a una férrea censura.
Las ONG denuncian que la distribución de la ayuda humanitaria de los países donantes está paralizada por las partes en conflicto, por lo que la población civil no tiene acceso a ella. «La inseguridad, las acciones armadas y los bloqueos impuestos por los maoístas encaminan a Nepal al abismo de una crisis humanitaria, en el que los niños están especialmente amenazados», advierten.
Las vacunas, vitaminas y medicinas esenciales deben llegar a las áreas rurales en los próximos meses para prevenir muertes de menores.
