Actores de doblaje

En España hay una costumbre arraigada de doblar más del 80% de los productos audiovisuales
Por Vicente Manjavacas 23 de febrero de 2008
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Imagen: John Hartley

Industria potente

Criticado por muchos y alabado por otros tantos, en España hay una costumbre arraigada de doblar más del 80% de los productos audiovisuales que el público consume. La industria mueve anualmente cantidades millonarias, ya que nuestro país es uno de los lugares donde mayor cantidad de películas, series y documentales se someten a doblaje a nivel mundial. Ello ha provocado un reconocimiento internacional a los actores españoles dedicados a este tipo de interpretación, no sólo por su cantidad sino también, y especialmente, por la calidad de su trabajo. A pesar de que siempre tuvo un fuerte peso en el cine, en los últimos años el doblaje, y las posibilidades de trabajar en este campo, se ha multiplicado exponencialmente, ya que al cine hay que sumarle también las series que se emiten en las televisiones y plataformas digitales, donde gana abrumadoramente el producto foráneo, los dibujos animados o los videojuegos. Esto sin olvidar que, además de al castellano, desde hace más de una década también se realizan doblajes al catalán, gallego, euskera y valenciano.

Tras Alemania, España es el país europeo donde más se invierte en doblajes cinematográficos

La industria cinematográfica es una de las más potentes a nivel cultural en todo el mundo. Según datos del Ministerio de Cultura, durante 2007 se exhibieron 1.324 largometrajes extranjeros, con 97 millones de espectadores. La recaudación total de estas películas rozó los 536 millones y medio de euros. Esos casi cien millones de espectadores serían muchos menos, ya que se lo pensarían dos veces antes de ir a ver la película, si el idioma en que se proyectase fuera aquél en que originalmente fue concebida y filmada. España es el segundo país de Europa donde más se gasta en doblajes cinematográficos, sólo superada por Alemania. Franceses o italianos también gustan de ver filmes en sus respectivas lenguas, y hay países, como Portugal u Holanda, cuyo público no sólo está acostumbrado a ver las películas y las series televisivas en su propio idioma, sino que además considera esta posibilidad como una ventaja añadida frente a otros lugares del mundo donde no cuentan con esta opción.

Del “español neutro” a los idiomas propios

La industria del doblaje, como tal, nació con la llegada del cine sonoro. Hasta ese momento no había surgido la necesidad de reescribir los diálogos de los héroes y villanos en las lenguas de aquellos lugares donde se exhibían sus aventuras. En España, las primeras cintas americanas que llegaron venían ya dobladas al castellano, locutadas por actores iberoamericanos. Sin embargo el resultado final, dada la amalgama de acentos, no llegó a cuajar del todo, y se empezó a doblar por actores españoles, en estudios que durante muchos años se concentraron casi en su totalidad en Madrid. En el caso de los dibujos animados, sin embargo, no siempre se recurrió a lo que en la jerga se conoce como “español neutro” y hasta bien entrada la década de los 80 los niños crecieron escuchando en el Oso Yogui, Los Picapiedra o Scooby Doo cadencias más tropicales que peninsulares.

La creación de las televisiones autonómicas dio un nuevo impulso a la industria del doblaje, ya que surgió la necesidad de contar con expertos locutores para el euskera, catalán, gallego y valenciano. Esta nueva situación tuvo como consecuencia inmediata la multiplicación de centros especializados en ejecutar las adaptaciones lingüísticas propias para cada comunidad autónoma. La abundancia de centros no ha hecho sino provocar una mayor profesionalidad, dada la competencia, tal y como afirma I. Garrido quien lleva años como responsable de formación de una escuela de doblaje radicada en Barcelona.

Tipos de doblaje

Aunque la idea más extendida sea la de que el doblaje se limita al cine y a las series de televisión, lo cierto es que esta profesión abarca otros muchos campos. Así, también es trabajo de un doblador poner voz a documentales o videojuegos. En la mayoría de estos últimos conocidos locutores deportivos que hacen las crónicas de los partidos reales, son los encargados de introducir comentarios sobre las jugadas que se realizan con los mandos de la consola.

Cine, documentales o dibujos animados requieren de unas capacidades de doblaje distintas, aunque hay una base común

Cada tipo de contenido audiovisual requiere de unas capacidades distintas, aunque haya una base común que comparten todos los dobladores. Los especialistas en documentales, por ejemplo, tienen especial cuidado en el ritmo de los silencios. El ritmo de estas imágenes es distinto al de una película, unos dibujos o una serie. Se pone énfasis en un tono de voz evolutivo, orientado a mantener en el público expectación en las imágenes, sin que se pierda el interés. En el doblaje de dibujos animados, sin embargo, es necesario contar con numerosos y variados registros de voz, ya que dadas sus características, la expresividad se muestra más con la voz y sus variaciones que con la cara del personaje animado.

Los expertos coinciden en señalar que todas las especialidades del doblaje son complejas, pero no dudan en asegurar que quizás sea en el caso del cine y la televisión donde mayores dotes interpretativas se requieran. Antes de doblar los diálogos de los protagonistas, de reinterpretar una actuación, los actores de doblaje necesitan conocer cómo se mueve un determinado actor, sus gestos y “tics”, su modo de interpretar… por lo que estudian a fondo a los personajes, tanto en el nivel visual como en el sonoro.

La formación

Para convertirse en actor de doblaje no es necesario contar con experiencia previa, ni existe un límite de edad, aunque no cabe duda de que las capacidades adquiridas previamente facilitan el camino a los aspirantes que pretenden que esta actividad se convierta en su profesión. El perfil de quienes se interesan en el doblaje es muy heterogéneo: Desde profesionales que trabajan y viven de su voz (periodistas radiofónicos, locutores…) y actores, pasando por cantantes, hasta personas que nunca ha tenido contacto con el mundo de la locución o de la interpretación.

La formación de estos profesionales se imparte en escuelas específicas -el grueso concentrado en Barcelona y Madrid- que deben estar acreditadas por el ministerio de Educación o las consejerías de Educación de cada autonomía. Los precios varían considerablemente en función de la escuela escogida, y el tipo de aprendizaje específico que se desee realizar, con tarifas que van desde 100 a 300 euros mensuales, o programas de formación anuales que sobrepasan los 1.500 euros. Las clases, por normal general, están compuestas por grupos de entre 8 y 10 alumnos. En una primera etapa los expertos recomiendan comenzar por la adquisición de nociones sobre la voz y sus particularidades, cómo cuidarla y no exponerla a ambientes agresivos que dañen su textura, cómo mantener el ritmo para poder transmitir la incertidumbre, alegría o desazón al espectador, etc. Tras la etapa introductoria, cada escuela establece metodologías de trabajo distintas. Algunas pasan a la práctica, haciendo que los alumnos se familiaricen con sus herramientas de trabajo, la pantalla, el micrófono, el texto, etc. En otros centros, como el que representa J. Barruero se trabaja sobre la sincronía de los alumnos, de tal modo que sea capaz de moverse, retraerse y expandirse en el mismo momento y la misma forma en que lo hace el actor que sale en pantalla cuando rodó en su lengua original.

Concluida la fase de educación, los actores del doblaje comienzan a ser considerados como profesionales del área, amparándose en el Convenio del Colectivo Estatal de Profesionales de Doblaje (Rama artística) que data de 1994. Es, por tanto, una profesión regulada, sujeta a obligaciones, pero también a derechos de representación sindical, salario, huelga, etcétera.

Salario variable

Tal y como ocurre con los actores, sus voces en español tienen distintas tarifas. Resulta extremadamente complejo establecer el salario aproximado que recibe un actor de doblaje, y, como señala Eva Parra miembro del Sindicato de la Unión de Actores, un actor de reparto puede cobrar entre 50 y 60 euros al día, frente a los 100 euros diarios de media que puede recibir un actor protagonista. Pero en esta profesión la inestabilidad es la regla. Así, mientras hay meses en los que no se para de trabajar, hay épocas en que pueden pasar meses sin proyectos.

El salario varía también en función de la vinculación con la empresa, las veces que intervenga el personaje en una película o serie, o la cantidad de diálogo del contenido que se dobla. Los actores pueden ser contratados para proyectos concretos, durante un tiempo determinado, o formar parte de una plantilla fija.

Un actor de reparto puede cobrar entre 50 y 60 euros al día, frente a los 100 euros diarios de media que puede recibir un actor protagonista

El “caché” de los actores con las voces más reconocibles está ligado directamente a su profesionalidad, aunque obviamente influye también la proyección del actor al que se doble. Aunque parezca extraño, el público es el que marca la tendencia. Quien más quien menos recuerda lo desconcertante que resulta estar habituado a oír en un personaje siempre la misma voz y, de repente, escucharlo con otra por lo que siempre se procura mantener al mismo actor de doblaje ligado a un actor extranjero. De un buen doblador, y de su continuación en el tiempo, depende el éxito o fracaso de una serie o película. En raras ocasiones estos actores, con una voz reconocible entre un millón, serán señalados por la calle por sus admiradores, porque aunque su papel sea crucial, son pocos los que tienen la oportunidad de dar el salto a la interpretación directa. Una excepción en este sentido es el actor José Luis Gil, reconocido ahora por el papel de un motivado presidente de comunidad de vecinos. Gil lleva años prestando su voz a actores como Tim Allen o Adam Baldwin entre muchos otros. Otro caso conocido es el de Ramón Langa, que además de por sus papeles en el cine y series españolas es también identificado por ser la voz de Bruce Willis o Kevin Costner en castellano.

En el otro extremo hay caras menos conocidas, pero con voces perfectamente identificables. Ocurre con Daniel García, “la voz” de Brad Pitt o Ewan McGregor, con Jordi Brau, a cuya voz asociamos a Tom Cruise, Robin Williams o Tom Hanks, o la actriz Maria Luisa Solá quien caracteriza los doblajes de Susan Sarandon o Sigourney Weaver entre otras.

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