Jubilados, unos «guías turísticos» diferentes

Profesionales retirados de distintos ámbitos ejercen como "voluntarios culturales" en museos y catedrales de España
Por Elena V. Izquierdo 17 de mayo de 2008
Img guia museo

Objetivos

Un jubilado explica con detalle el significado de una serie de cuadros que cuelgan de las paredes de un museo. A lo largo de las galerías, un grupo de niños le observa con atención, le escucha, y se sorprende con los detalles que el hombre revela. Cuando salen, los pequeños comentan con él las cosas que les ha contado y siguen preguntando con curiosidad sobre algunos aspectos de las obras. Esta escena se repite diariamente en más de cien museos repartidos por toda España y en diversas catedrales, palacios o iglesias. Los niños forman parte de grupos organizados que visitan estas instituciones culturales, y los jubilados son miembros del programa “Voluntarios Culturales Mayores para enseñar los Museos y Catedrales de España a Niños, Jóvenes y Jubilados”. Se trata de un proyecto promovido, dirigido y coordinado por la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad (CEATE), una entidad privada sin ánimo de lucro de ámbito estatal.

En el programa participan personas mayores de 55 años, en su mayoría prejubilados, jubilados y pensionistas que, desinteresadamente y de manera altruista, acercan la cultura contenida en los museos a niños, jóvenes estudiantes, jubilados, discapacitados y otros colectivos. El objetivo es satisfacer la falta de medios y personal que tienen los museos de España en la labor de transmitir la riqueza histórica, cultural, científica o artística de nuestro país y facilitar a las personas mayores cauces de participación que les permitan seguir activos, dinámicos y útiles a la sociedad.

El programa consigue acercar la cultura y el arte a diversos colectivos, promover y aumentar el número de visitantes a los museos a la vez que proporciona a las instituciones culturales que no cuentan con un servicio de guías profesionales una eficaz ayuda para mostrar los tesoros que cuelgan de sus paredes o encierran sus muros.

Pero también supone una mejora en la calidad de vida y el bienestar personal de los mayores que, en ocasiones, cuando llegan a la edad de la jubilación se dejan vencer por la inactividad, el inmovilismo, el aislamiento, el aburrimiento o la soledad. Si bien es cierto que muchos mayores aprovechan al máximo esta nueva etapa con viajes, actividades culturales o deportes en grupo, también es verdad que muchos de ellos necesitan, además, aportar un poco de su tiempo para colaborar con los demás como han hecho durante años. Es una manera más de sentirse activos, útiles y participativos mientras colaboran en un proyecto intergeneracional de difusión de la cultura que ofrece un foro de intercambio y transmisión de experiencias a generaciones jóvenes. Porque enseñar los museos no sólo les sirve para sentirse más útiles sino que les proporciona una mayor actividad, mejora el mantenimiento de la memoria y desarrolla sus relaciones sociales. Quienes participan aseguran que a cambio de la información que ofrecen a otros colectivos, ellos reciben mucho más: reconocimiento, motivación intelectual, nuevas amistades y una convivencia enriquecedora entre compañeros.

Las fases

Para trabajar como “guía” en este proyecto no es necesario ser experto en Arte. De hecho, entre los voluntarios mayores hay profesionales jubilados de todo tipo: abogados, médicos, catedráticos, profesores, funcionarios, comerciantes, industriales, ferroviarios, licenciados en arte, en historia, pilotos, artistas, amas de casa e incluso guías turísticos. Muchos participantes se plantean al principio si cuentan con los conocimientos adecuados para poder enseñar un museo, o si la metodología que van a utilizar es la adecuada ya que a veces los temas de los que hablan pueden ser complejos. Pero el programa está planificado de tal manera que el futuro guía venza estas reticencias y concluya su formación teniendo una preparación completa para poder desempeñar sus funciones a la perfección.

Tras el proceso de formación, el voluntario tiene una preparación completa para poder desempeñar sus funciones a la perfección

El proyecto cuenta con varias fases

  • Información: en la primera fase, dirigida a los diferentes museos y al colectivo de la tercera edad, se informa y se difunde la labor que se lleva a cabo desde el programa. Para participar en él es necesario conocer previamente su existencia, en qué consiste y cómo se desarrolla. Así los directores de las instituciones culturales pueden solicitar la ayuda del programa de voluntarios a la vez que los mayores pueden interesarse en saber en cómo funciona, qué requisitos se piden y quién puede participar. Normalmente se requiere ser mayor de 55 años y tener ganas de formar parte de esta iniciativa.

  • Selección y formación: en una segunda fase se capta a las personas interesadas y se hace una selección de los mayores según sus actitudes y aptitudes. Después de formar a los voluntarios, se explican los objetivos de la iniciativa entre los institutos, colegios y centros de la tercera edad que van a ser los receptores.

  • Desarrollo: El siguiente paso es el desarrollo del programa, es decir, enseñar el museo a estudiantes y personas mayores que lo visitan. Para finalizar, se hace una evaluación por parte de los voluntarios, de la entidad responsable y de los colegios o centros beneficiarios.

La formación

Los responsables de la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad dan mucha importancia a la formación de los futuros guías, que se lleva a cabo desde dos vertientes. En primer lugar, los mayores asisten a un curso de formación sobre voluntariado en el que aprenden las características, objetivos, los derechos y deberes y los aspectos jurídicos del voluntariado. Los aspirantes reciben información sobre la organización interna de los museos, las actividades que se desarrollan en ellos, los fines que deben cumplir estas instituciones así como las características generales del público que los visita. Se les enseña, además, a afrontar los problemas que pudieran surgir y algunas técnicas de evaluación de su trabajo.

Tras ello, los futuros “guías” reciben una carta en la que se les destina al museo que previamente han solicitado. Esta elección suele deberse a motivos de cercanía al domicilio, estudios realizados, motivaciones personales u otro tipo de preferencias. Muchas veces es la profesión que han desempeñado antes de jubilarse la que les lleva a optar por una u otra institución. Ya en el museo, los aspirantes realizan un aprendizaje más concreto sobre la institución en la que van a desarrollar su actividad. Allí pasarán entre dos y seis meses formándose mediante visitas guiadas, clases, conferencias, catálogos y material documental. El objetivo de este período -en el que es el propio museo quien con sus recursos materiales, profesionales y técnicos enseña al participante- es que este guía excepcional esté completamente formado cuando inicie su tarea, el mejor modo de poder mostrar con rigor las colecciones, salas y objetos del museo a los grupos de niños, jóvenes y jubilados que se acerquen a visitarlos.

Los jubilados no suplen la labor de los guías profesionales, sino que la complementan allí donde su acción no llega

Cuando el director del museo o el responsable del programa comprende que la persona está capacitada para empezar a desarrollar su función, se lo comunica al participante a quien, desde ese momento, se le considera voluntario de pleno derecho. El jubilado recibe una tarjeta en la que se certifica que es voluntario cultural. Esta acreditación, igual para todos los museos de España, incluye los datos personales, fotografía, nombre de la institución donde presta sus servicios y un sello de la misma.

El voluntario tiene que firmar un acta en el que se compromete a cumplir los objetivos del programa y donde declara que no busca ninguna contraprestación económica ni vínculo laboral. Además, debe asegurar que dedicará sus conocimientos y esfuerzos al servicio del museo elegido en la medida del tiempo libre que tenga disponible y desee dedicar a esta labor.

No al intrusismo

Los responsables del programa siempre han querido evitar que la participación de los voluntarios pudiera dar pie a acusaciones de intrusismo laboral o competencia desleal por parte de los guías profesionales. Cuando empezaron a desarrollarse, desde algunos sindicatos, comités de empresa o agrupaciones de trabajadores se acusaba a las instituciones que los promovían de quitar puestos de trabajo y utilizar mano de obra barata. Por este motivo, la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad participa sólo a instancia de los directores de los diferentes museos, y siempre que no exista en la institución gente que realice este trabajo, ya sean guías profesionales o personas que enseñan el museo a cambio de una propina.

El programa nació como respuesta a un vacío, ya que la mayoría de los museos no contaba hace 15 años con personal de plantilla que mostrara las colecciones y difundiera la cultura. Y, aún hoy, son muchas las carencias a la hora de explicar y enseñar a los visitantes la historia, la ciencia o las obras de arte expuestas en estas instituciones culturales. Éste es el espacio que ocupan los voluntarios, que no suplen la labor de los profesionales sino que la complementan allí donde la acción de los guías no llega.

Para evitar conflictos, la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad firmó un acuerdo con la Asociación Nacional de Guías Profesionales de Turismo (APIT) en el que se delimitaba el campo de actuación de cada uno de estos colectivos. El ejercicio de la actividad de los voluntarios culturales se somete a los principios de intervención mínima y subsidiariedad. Es decir, el voluntario sólo actúa en los ámbitos a los que no alcance la competencia de los guías y sólo lo hará complementando los servicios turísticos profesionales cuando no exista esta figura o sea insuficiente. Por otra parte, sólo los profesionales habilitados se denominan “guías”, mientras que las personas que enseñan el museo sin recibir a cambio retribución económica son “voluntarios culturales”.

Los voluntarios enseñan el museo a los visitantes menores de 18 años pertenecientes a centros españoles o extranjeros y a grupos mayores de 65 años, así como a otros colectivos que puedan integrarse. Las visitas organizadas por agencias de viajes no están incluidas en el ámbito de actuación de los voluntarios, independientemente de la edad o el grupo al que pertenezcan.

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