Las estafas se renuevan

Numerosos fraudes no se denuncian porque la víctima forma parte de un acto delictivo
Por Elena V. Izquierdo 28 de diciembre de 2008
Img maletin
Imagen: Mike Johnson

De la estampita al ‘Rip Deal’

Las estafas tradicionales evolucionan y se adaptan con facilidad a los cambios sociales. Existen cientos de timos y cada uno de ellos puede contar con varias modalidades. Con el paso del tiempo se modifican también las costumbres y el delincuente, gran conocedor de la psicología colectiva, transforma la estafa para poder seguir actuando. Uno de los componentes que se suele dar en este tipo de engaños es la confianza que suscita el estafador en las víctimas sumado, en algunas ocasiones, a la intención de éstas de aprovecharse de la situación de necesidad o de ignorancia que finge el propio timador. Por ello muchos fraudes no son denunciados, debido a la vergüenza que siente el estafado por haber caído en la trampa, o por haber formado parte de un acto delictivo al intentar aprovecharse de algo ilegal o moralmente reprobable.

En el timo de la estampita, una persona que aparenta padecer una discapacidad psíquica aborda a la potencial víctima enseñándole una bolsa llena de billetes a los que no da importancia porque son estampitas. Otro estafador, simulando ser un ciudadano que pasa por casualidad por allí convence a la víctima para que compre la bolsa al discapacitado. Así que éste le entrega sus estampitas tras recibir el dinero del ciudadano que, cuando se queda solo, descubre que le han engañado porque la bolsa está llena de recortes de periódico. Aunque parezca increíble, por más que este timo se haya difundido en los medios de comunicación e incluso en películas, hay quien sigue “picando”. En numerosas ocasiones ni siquiera se denuncia por la vergüenza pública que supone haber actuado de mala fe al intentar engañar a un discapacitado.

Los estafadores perfeccionan sus timos con el uso de nuevas tecnologías

Los estafadores han refinado el timo de la estampita y lo han convertido en otro conocido como ‘Rip Deal’. En él los delincuentes buscan información sobre inmuebles que están a la venta, contactan con los vendedores y se citan con ellos en caros restaurantes u hoteles de lujo. Allí, los estafadores acuden muy bien vestidos simulando ser acaudalados empresarios extranjeros. Le dicen a la víctima que están interesados en hacer una gran inversión en España y, antes de cerrar el contrato de compra de los terrenos o inmuebles, ofrecen al vendedor la posibilidad de hacer un cambio de moneda en efectivo y le informan de que se trata de dinero negro. Pueden llevar dólares, francos suizos… y piden cambiarlo por euros ofreciendo a la víctima una comisión elevada que puede llegar al 20%. También pueden intentar cambiar billetes de 500 por otros más pequeños.

Si la víctima accede, se citan en otro lugar y hacen el intercambio de maletines de manera discreta y en un sitio público, de forma que la víctima no pueda comprobar en el momento el dinero. Cuando abre el maletín descubre que sólo el primer y el último billete son verdaderos. En ocasiones, los timadores llaman al estafado para decirle que con el dinero falso sólo intentaban comprobar que los billetes que la víctima entregaba eran verdaderos y que en breve le darán la cantidad acordada. De este modo logran que la víctima tarde en poner la denuncia -si lo hace, porque realmente ha intentado quedarse con dinero negro- y les da tiempo para huir.

Este timo recuerda también a otro más tradicional, el de los billetes tintados. El timador enseña al ciudadano un maletín lleno de cartulinas negras. La primera de ellas, al rociarla con un producto se convierte en un billete. Para hacerlo más creíble el estafador puede decir que los ha tenido que teñir para sacar el dinero de su país sin que fueran detectados en la aduana. El delincuente le ofrece a la víctima el líquido y las cartulinas a cambio de una elevada cantidad. Con el fin de que todo se desarrolle de manera más rápida y el ciudadano no tenga tiempo de pensar, el timador puede decir que están a punto de descubrirle y no tiene tiempo de destintar los billetes. Cuando el timado intenta convertir las cartulinas en dinero se da cuenta de que no es posible.

Cartas nigerianas

La estafa de las cartas nigerianas recibe este nombre porque, en principio, los remitentes se hacían pasar por ciudadanos de este país. En estas comunicaciones que se reciben de manera inesperada en el buzón y, en ocasiones, en el correo electrónico, el estafador se hace pasar por abogado o por el familiar de un miembro del Gobierno o de un importante hombre de negocios que ha perdido la vida durante una revuelta política. Asegura el remitente que, antes de fallecer, esta persona depositó una gran cantidad de dinero en una cuenta a la que él tiene acceso legal y que pretende hacer la transferencia a un banco extranjero. Los estafadores dicen a la potencial víctima que se dirigen a él por recomendación de otra persona y consideran que es el único que puede ayudarles a transferir el dinero.

A cambio de su colaboración y discreción le darán un porcentaje del total. Sólo debe abrir una cuenta en el banco que le indiquen. Después le envían documentación falsificada imitando a la oficial y extractos de movimientos bancarios que certifican que la transferencia está en proceso. Mediante el intercambio de llamadas, faxes o cartas los timadores se ganan la confianza de la víctima y le aseguran que está a punto de recibir el dinero pero es imprescindible que antes pague unas tasas o los honorarios de un abogado. Le aseguran que es la última cantidad que deberá abonar. Pero siguen solicitando dinero hasta que la víctima se cansa de pagar y desaparecen. Tiempo después pueden regresar haciéndose pasar por investigadores que tienen conocimiento de la estafa para obtener así más datos sobre la víctima e incluso le vuelven a pedir dinero para realizar las investigaciones.

Si un ciudadano recibe estas cartas, no debe contestar y nunca ha de facilitar ningún tipo de dato personal o bancario. Si ya lo ha hecho, debe guardar todos los documentos que ha recibido y los mensajes que ha enviado así como la documentación referente a las transacciones. Además es importante que lo denuncie a la Policía o la Guardia Civil.

Cientos de ciudadanos europeos han perdido su dinero con el timo de la lotería, una evolución del tocomocho

Otro de los timos que se ha puesto de moda es el de la lotería. Tiene varias modalidades pero básicamente consiste en enviar una carta en la que informan al receptor de que le ha tocado un estupendo premio en una lotería extranjera. Aunque el ciudadano no haya participado en ningún sorteo, le convencen de que el dinero es suyo. Dicen, por ejemplo, que están promocionando este tipo de juego en España y que el premio le ha correspondido a este individuo al azar. Lo único que tiene que hacer el afortunado es pagar por anticipado lo que cuesta la transferencia o los impuestos. Una vez que ha caído en la trampa los estafadores pueden quedarse con el dinero recibido o pedir una cantidad mayor para sufragar otros gastos. Muchos ciudadanos europeos han sido víctimas de este timo al creer que habían sido agraciados con el Gordo de Navidad u otros premios de la lotería española.

Puede que este timo sea una evolución del tocomocho, utilizado durante décadas en España y que aún hoy en día se sigue dando en estaciones, cajeros.. Una persona se acerca a la víctima con un billete premiado que, por las prisas, no puede cambiar y lo ofrece por menos dinero de lo que vale. En ese momento llega otro de los timadores, observa el décimo y corrobora que, efectivamente, es un billete con premio. Para demostrarlo enseña un periódico antiguo en el que aparece el número. La víctima accede, le da el dinero y cuando llega a cambiarlo al establecimiento de lotería resulta que es falso.

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