Pintar con pistola aerográfica

Es fundamental que el equipo esté siempre en buenas condiciones para garantizar un correcto funcionamiento
Por EROSKI Consumer 9 de abril de 2002
Img pistola neumatica
Imagen: Nik Frey

La pistola de pintar proporciona un acabado profesional y rápido, sobre todo, en superficies complicadas de pintar con otro tipo de técnicas, como las paredes rugosas, las puertas o los radiadores. En el caso de pistola neumática o aerográfica, el proceso se basa en propulsar y pulverizar la pintura, barniz o tinte con un compresor. Esta capacidad de pulverización convierte al aparato en una herramienta muy útil para fumigar jardines o aplicar productos protectores de la madera, entre otros usos.

Cómo pintar

Para empezar a pintar, hay que conectar la pistola aerográfica al compresor a través de un manguito flexible y ajustar la presión a tres bares.

A continuación, se llena el depósito con la pintura ya preparada con anterioridad, de modo que se disponga de la cantidad necesaria, y se realiza una prueba sobre un cartón para controlar el chorro y asegurarse de que el pulverizado es adecuado. En caso contrario, será necesario regular la presión. Para ello, hay que abrir la aguja de paso de pintura y regular la válvula de paso de aire.

Con el equipo preparado, se comienza la aplicación. La pistola debe estar a unos 25 centímetros de la superficie que se quiere pintar. Durante el proceso se debe mantener la muñeca relajada, de modo que se utilice la pistola con movimientos completos del brazo, paralelos a la superficie.

El ritmo de pintado ha de ser uniforme, si se aumenta o disminuye, el resultado será una pulverización despareja

La posición de la pistola se debe mantener horizontal o un poco inclinada hacia la parte superior o inferior de la superficie que se pinta. Un exceso de inclinación puede impedir que el tubo de aspiración llegue a la pintura, lo que provocaría salpicaduras. Si esto ocurre, se debe rectificar la inclinación.

Otro aspecto destacado es el ritmo de pintado, que ha de ser uniforme. Si se aumenta, disminuye o se interrumpe el trabajo, el resultado será una pulverización despareja.

Cuando la superficie es horizontal, hay que barrer con la pistola las sucesivas superficies desde el extremo izquierdo al derecho, o a la inversa, nunca de «ida y vuelta». Se debe empezar por un extremo y avanzar siempre hacia el otro para que la «neblina» de pintura caiga sobre la superficie sin recubrir.

En trabajos horizontales, se debe dar una primera capa aplicada de forma rociada, de arriba hacia abajo. Antes de que se seque por completo, se debe pulverizar una capa más gruesa.

Para pintar vallas o rejas, el ángulo de vaporización debe cubrir la cara y el canto de una sola pasada, de arriba hacia abajo.

Limpieza del equipo

Tras cada trabajo es imprescindible realizar una escrupulosa limpieza del equipo para garantizar un correcto funcionamiento del mismo en sucesivas aplicaciones. Dado que la mayor parte de las pinturas son de secado rápido, no se debe limpiar el equipo al día siguiente.

Dado que la mayor parte de las pinturas son de secado rápido, no se debe limpiar el equipo al día siguiente

En primer lugar, hay que desenroscar el depósito de la pintura y eliminar la cantidad que haya sobrado. A continuación, se llenará un cuarto de su capacidad con un disolvente o limpiador compatible con la pintura utilizada: agua en caso de emulsiones y pinturas al agua, y aguarrás si la pintura es sintética. Se pulveriza sobre un cartón o un papel para que el limpiador pase por los mismos conductos que la pintura y elimine los restos de ésta. Esta operación se debe repetir las veces que sean necesarias para obtener una limpieza total.

Durante el proceso de limpieza no hay que olvidar las piezas más pequeñas. Las boquillas, los filtros y el tubo de aspiración se deben limpiar con un pincel empapado en disolvente.

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