Vivir en una urbanización

Parejas jóvenes con hijos de corta edad son los principales demandantes de estas viviendas
Por Andone Marín 11 de septiembre de 2008
Img piscina comunitaria
Imagen: galfred

Tranquilidad, sensación de seguridad e instalaciones deportivas y lúdicas a pie de escalera. En definitiva, calidad de vida. Esto es lo que muchas personas buscan a la hora de elegir su lugar de residencia. La urbanización privada, por sus especiales características, se ha convertido en opción de quienes buscan huir del bullicio de la calle y un ambiente sosegado y familiar. Precisamente porque cuenta con un entorno que procura libertad, aunque con seguridad, parejas jóvenes y con hijos de corta edad son los mayores demandantes de este concepto de vivienda.

Un espacio comunitario

Una urbanización privada acoge todo un abanico de opciones de vivienda, con una oferta variada para necesidades y bolsillos de lo más dispar. Al igual que cualquier otro domicilio que da a la vía pública, dentro de una urbanización privada, nuestro hogar puede consistir en un pequeño ático o en un chalet de lujo, con todas las variables intermedias.

La diferencia más destacable en la práctica es contar con una zona exclusiva de recreo

Este tipo de vivienda es un espacio de propiedad privada, generalmente cerrado, que puede estar constituido por viviendas unifamiliares, adosados, bloques de viviendas o incluso parcelas en las que edificar el nuevo hogar. Los propietarios de esas viviendas o parcelas comparten la propiedad de un espacio común con zonas ajardinadas e instalaciones deportivas o recreativas comunes. Ésta es la diferencia más destacable en la práctica: contar con una zona exclusiva de recreo para el uso y disfrute de los vecinos.

Ambiente familiar

Si hay algo que destaque entre las bondades que subrayan quienes viven en una urbanización privada, es el ambiente familiar que se respira. Contar con un espacio al aire libre pero que al mismo tiempo esté cerrado para que los niños jueguen y campen a sus anchas sin tener que preocuparse hace de las urbanizaciones privadas una opción muy válida para las familias con hijos de corta edad. No en vano, tal como explica Rosa Barciela, responsable de ventas de una de ellas, afirma que el perfil del comprador coincide con el de “parejas jóvenes con niños, o jóvenes que se van a casar”. Barciela destaca la importancia que se da a que “los niños puedan disfrutar de una zona privada, tranquila, sin coches y con seguridad, en lugar de estar en la calle o en sitios cerrados”. Además, a partir de las relaciones que establecen con otros niños de la urbanización, “los niños organizan su propia vida social”,y “se generan pandillas según edades”.

Precisamente para los habitantes más jóvenes de la urbanización, estos espacios comunes posibilitan el desarrollo de diferentes actividades para ocupar su tiempo libre, por ejemplo, en verano, mientras sus padres trabajan o se dedican a otras actividades. Algunas empresas se dedican a organizar actividades deportivas a medida de cada urbanización y grupo de edad, ya sean clases de pádel o tenis, natación, talleres y juegos, para que los pequeños disfruten sin tener que desplazarse y al cuidado de un responsable, ya sea un educador, animador, técnico deportivo o monitor de tiempo libre, según el caso.

Entorno verde

Una urbanización privada ofrece al que vaya a vivir en ella una serie de pluses que la hacen atractiva. El ambiente familiar es uno de ellos; el extra de seguridad, otro: el hecho de ser un espacio cerrado y de acceso restringido, al que sólo pueden acceder los vecinos o las personas invitadas por ellos, supone una barrera a presencias sospechosas o indeseables, así como a las tentativas de robo.

En lo que se refiere a su situación, hay una importante oferta de urbanizaciones que se construyen cerca de parques, en zonas de playa u otros entornos naturales que contribuyen a una mayor calidad de vida. Cuando no es así, incluso en plena urbe, se puede disfrutar, al menos, de un espacio ajardinado que aísla del ajetreo de la ciudad. No pocas veces, además, y en contra de la creencia que relaciona urbanización con lejanía y difícil acceso a la ciudad y sus virtudes, se conjuga la ubicación en un entorno “verde” con la cercanía (incluso a sólo unos minutos a pie) del centro de la ciudad, sobre todo en el caso de ciudades pequeñas o capitales de provincia.

Instalaciones y servicios comunes

La oportunidad de poder disfrutar de determinadas instalaciones, servicios o equipamientos en la propia casa es, sin duda, uno de los mayores atractivos de vivir en una urbanización privada. Un paseo por el césped, un partido de squash sin desplazarse a un polideportivo o bajar en chanclas y con la toalla al hombro a darse un chapuzón en la piscina son un “lujo”. Lógicamente, todos estos “extras” suponen unos gastos de mantenimiento a los propietarios, aunque por otra parte, pueden verse como una oportunidad de contar con un abanico de comodidades que individualmente no podrían permitirse y en comunidad pueden resultar “asumibles”:

  • Piscina. No existe en todas las urbanizaciones, pero muchas de ellas cuentan con al menos una, o incluso dos (una para adultos, y otra infantil). Por los cuidados que exige, es uno de los conceptos que se lleva buena parte de la contribución a la comunidad. El mantenimiento y llenado de la piscina, y la contratación de un socorrista (obligatoria a partir de cierto número de vecinos) en verano cuesta unos 3.600 euros anuales de media.
  • Instalaciones lúdicas y deportivas. Muchas urbanizaciones disponen de pistas para practicar deporte, muy habitualmente de paddle o tenis. En ocasiones se puede contar con un gimnasio, y en las más lujosas hay hasta club hípico.

    Incluso en plena urbe se puede disfrutar de espacios ajardinados que aíslan del ajetreo de la ciudad

  • Seguridad. Una urbanización es una propiedad privada y tiene acceso restringido, por lo que suele estar cerrada. La seguridad de la misma se puede materializar en diferentes elementos: desde la simple verja de acceso con llave o las puertas blindadas, a la seguridad mediante porteros físicos, pasando por los sistemas de circuito cerrado de televisión y alarmas.
  • Conserjería. Cuando lo hay, el conserje contribuye también a la seguridad, al ser quien controla la entrada de personas en las instalaciones, así como las que son ajenas a la comunidad. Pero además, puede encargarse de diferentes labores, como gestionar la correspondencia, supervisar que los servicios funcionan e informar sobre las incidencias a la administración y a la junta, controlar el mobiliario comunitario, sustituir el alumbrado que no funciona, ajustar cerraduras estropeadas y arreglar pequeños desperfectos o sacar a la calle los cubos de basura. Puede haber servicio de conserjería a tiempo completo o parcial, según las necesidades.

Mayor gasto de comunidad

Entre los inconvenientes de vivir en una urbanización con tantos servicios se encuentra, obviamente, el elevado coste de los mismos. Éste se verá reflejado en la cuota que se debe pagar en concepto de comunidad. Precisamente, una de las diferencias entre una comunidad de vecinos de un bloque tradicional y la de una urbanización privada es que este recibo es mucho más abultado en esta última que en la primera.

Lo que corresponda pagar de comunidad dependerá del número y características de las instalaciones comunes, de la cantidad de servicios contratados (limpieza, mantenimiento de jardines, conserjería…), del número de vecinos y del porcentaje de la parte comunitaria de la que seamos propietarios. A título de ejemplo, en un piso de 120 metros cuadrados con un garaje de 60, ubicado en una urbanización de 6.000 metros cuadrados, con una comunidad de 30 vecinos, sin más instalación deportiva que una piscina de 120 metros cuadrados de superficie, y zona ajardinada, sin conserje ni portero, se podrían pagar entre 160 y 200 euros mensuales. Normalmente, la comunidad de portal y la general se incluyen en un mismo recibo.

El principal inconveniente de vivir en una urbanización es el elevado coste de la cuota de comunidad

Lograr, sin embargo, que la factura de la comunidad no alcance cantidades astronómicas es posible, aunque se cuente con varias instalaciones que mantener. Así lo asegura Rosa Barciela, quien afirma que vivir en una urbanización no tiene por qué ser la opción de economías especialmente abultadas, “aunque sí de un nivel medio-medio alto”. Y hay maneras de ahorrar. Refiriéndose a la urbanización de la que ella es responsable, Barciela subraya que está situada junto a un parque y que en la zona interior cuenta con muchas zonas de arena para evitar gastos de servicios de mantenimiento de jardines y agua. Respecto al agua de las piscinas, se trata con sales en lugar de con cloro químico, una opción mucho más económica y segura, según afirma.

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