En invierno hay varios puentes y festividades que impulsan a muchas familias a irse de vacaciones o hacer al menos alguna excursión de fin de semana. Si se elige el coche para desplazarse en estas ocasiones especiales, conviene recordar que, especialmente cuando hace mal tiempo y la visibilidad es peor, hay que tomar múltiples precauciones para evitar accidentes.
En cualquier época del año es imprescindible acudir al taller mecánico para realizar una exhaustiva revisión del automóvil antes de emprender un largo viaje. Conviene realizar esta visita treinta días antes de salir para tener tiempo de reparar posibles fallos. Además, en ese plazo hay que comprobar que, efectivamente, las reparaciones han surtido efecto. En el taller se deben hacer, básicamente, las siguientes comprobaciones: nivel de aceite, líquido de refrigeración, sistema eléctrico, bujías, frenos, limpiaparabrisas, dirección, suspensión, encendido e inyección.
A lo largo del viaje hay que contar siempre en el coche con un botiquín de primeros auxilios, un kit de herramientas básicas, una linterna o fusibles, los triángulos de emergencia, una cuerda de remolque, un gato, un extintor de incendios de mano y aceite. No hay que llevar objetos sueltos en el asiento trasero ya que, en caso de colisión, podrían herir a los pasajeros.
No obstante, en invierno, debido al riesgo de tener condiciones climatológicas que compliquen el desplazamiento, hay que intensificar las precauciones. Estas han de tomarse aunque las predicciones meteorológicas auguren buen tiempo, ya que en invierno las bajadas bruscas de temperatura y la repentina aparición de precipitaciones y tormentas son frecuentes.
En el taller, hay que añadir más comprobaciones a las ya citadas. En primer lugar, en invierno cobra especial importancia comprobar el nivel de ácido de la batería, y recordar que, según los expertos, una batería de más de cuatro años no funciona a temperaturas bajo cero. Además, se debe aplicar algún tipo de aceite específico en las cerraduras de las puertas para protegerlas contra la humedad o posibles congelaciones. Los neumáticos deben tener al menos cuatro milímetros de dibujo y hay que inflarlos con la presión que indica el manual para la ruta.
Ya en el coche, hay que acordarse de llevar anticongelante para el sistema limpiabrabrisas y líquido refrigerante, rascador de hielo, una pala plegable por si hiciera falta quitar la nieve de alrededor del vehículo, cables de batería, arena para esparcir y un paño anti-vaho. No hay que lamentar tener que comprar muchos de estos objetos, ya que éstos nos servirán para todos los viajes que realicemos durante unos cuantos años.
En cuanto a la vestimenta, hay que abrigarse mucho, prestando especial atención al calzado, que debe ser robusto y preferiblemente impermeable. Tampoco hay que olvidarse de los guantes, resistentes al agua, y de alguna manta.
Una mención especial merecen las famosas cadenas que tan engorrosas resultan a la mayoría de los conductores. Además de ponerlas por precaución, hay que tener en cuenta que cuando en la carretera aparece una señal azul y redonda con el símbolo de una cadena, el uso de las mismas es obligatorio, y abstenerse de ello conlleva multas. Hay que probarlas con anterioridad para asegurarnos de que sabemos colocarlas debidamente. Aprovecharemos ese momento para comprobar a tiempo que las que tenemos no estén defectuosas. Para evitar situaciones de estrés, conviene colocarlas antes de partir. Si no, se deben guardar al menos en un lugar del coche en el que estén muy accesibles.
Cumpliendo con todas estas indicaciones no sólo se disminuye el riesgo de accidentes o imprevistos sino que se viajará con la tranquilidad de que se han tomado las precauciones pertinentes.