Profesores de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos, presentaron hace ahora tres años una iniciativa para construir un avión silencioso. Ya entonces, la profesora Ann Downing, del departamento de Ingeniería en Cambridge, reconocía que la industria de la aviación estaba reduciendo los niveles de ruido pero que su proyecto era más ambicioso. «Queremos que el sonido del avión sea imperceptible para el público más allá del perímetro del aeropuerto», señalaba Downing.
Los promotores del proyecto presentaron ayer en la Real Sociedad Aeronáutica británica el diseño conceptual del SAX-40. Se trata de un aparato con el cuerpo y las alas integradas para entorpecer la dinámica del ruido. Y es que el fuselaje de un avión produce durante el aterrizaje tanto ruido como los motores, algo que el diseño del Avión Silencioso Experimental (SAX) intenta evitar. Además, los motores están empotrados en el fuselaje y sobresalen en la parte superior del aparato.
El SAX-40 produciría 64 decibelios fuera del perímetro de un aeropuerto, 25 decibelios por debajo del nivel de un avión convencional, según señalaron los diseñadores del avión. Asimismo, reduciría en un 25% el consumo de combustible. El proyecto, que podría convertirse en realidad en 2030, es el resultado de la colaboración entre muchos agentes del sector, desde los estudiantes de ambas universidades a empresas como Boeing o la española ITP, asociada con Rolls Royce, pasando por aeropuertos o asociaciones de vecinos afectados por el ruido.
Este diseño «se desvía radicalmente del concepto tradicional de tubo y alas al que estamos acostumbrados. Los pasajeros tendrán la sensación de estar volando en el asiento de un cine o de un teatro, por lo que creo que se sentirán muy cómodos con el nuevo diseño», explicó Paul Collins, director de este ambicioso proyecto.
