Cereales para bebés sin azúcar… que tienen azúcar

Los cereales infantiles para elaborar las papillas de los niños pequeños contienen notables cantidades de azúcares, aunque entre los ingredientes no se lea la palabra "azúcar"
Por Julio Basulto 15 de julio de 2015
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Imagen: Reanas

Uno de los alimentos más consumidos en el primer año de vida son los cereales infantiles, o “papillas de cereales”, que presumen de estar enriquecidos con numerosas vitaminas y minerales, además de otras sustancias, como los denominados “fructooligosacáridos”. Estos productos incluso prometen contribuir a que los bebés adquieran buenos hábitos de alimentación. Sin embargo, al revisar su etiqueta se observa que su contenido en azúcar es más que notable, incluso en productos en cuyo embalaje se leen declaraciones como “0% azúcares añadidos”. ¿Cómo es posible? El presente artículo desvela el misterio de los cereales infantiles sin azúcar que tienen azúcar.

La primera infancia es un periodo vulnerable desde un punto de vista nutricional. Por ello, conviene revisar de cerca cualquier producto destinado a la alimentación de los bebés. Los cereales infantiles son de los productos más vendidos en esta etapa, y es muy necesario que en su composición no se hallen grandes cantidades de azúcar o sal. Si el exceso de azúcar y sal compromete la salud de los adultos, tal como se amplía en el artículo ‘¿Qué es peor, tomar mucho azúcar o mucha sal?‘, más aún comprometerá la de los niños pequeños, dado que el efecto negativo de estos nutrientes se observa a medio o largo plazo.

Sin embargo, según denunció la doctora Charlene Elliott en la edición de marzo de 2011 de la revista Journal of Public Health, en buena parte de los alimentos diseñados para bebés existen altas dosis de azúcares, aunque en la lista de ingredientes no se encuentre la palabra «azúcar». ¿Cómo se explica esto?

Cereales sin azúcares añadidos, pero con (mucho) azúcar

Si se revisa la lista de ingredientes de las papillas de cereales para niños, en raras ocasiones se halla el azúcar. En muchos casos, el envoltorio del producto contiene el reclamo de salud «0% azúcares añadidos», una declaración de salud que cumple con la legislación vigente. ¿Cómo es posible, entonces, que en la sección «información nutricional» se constate que su porcentaje de azúcar se acerca al 30% del peso del producto (28%)?

Si bien el fabricante no siempre añade azúcar al producto, el proceso de dextrinación de los cereales rompe su estructura hasta producir los azúcares que detectan los análisis de laboratorio que determinan la información nutricional antes citada. Es un proceso que convierte los carbohidratos de cadena larga (almidones) de los cereales en otros de cadena más corta, algunos de los cuales son azúcares.

Además de los análisis de laboratorio, el paladar también detecta dichos azúcares: si se prueban los cereales, se nota un sabor dulzón que no se percibe si se cocinan en casa arroz o maíz (los dos cereales más utilizados en estos productos). Pero más aún detecta el bebé ese sabor dulce, tal y como pormenorizó en el artículo ‘¿Por qué los niños adoran el azúcar y rechazan las verduras?‘.

En el supuesto de que un bebé tomase una vez al día una papilla elaborada con estos cereales desde los seis hasta los 12 meses, en base a las indicaciones del fabricante, habría consumido nada menos que dos kilos de azúcar. Nada recomendable.

¿Necesita el bebé cereales dextrinados?

De entre las muchas declaraciones de salud que incluyen estos productos, una de las más habituales es la que asegura que el proceso de dextrinación se lleva a cabo para que el sistema digestivo del niño pueda asimilar de forma adecuada los cereales.

Sin embargo, antes de los seis meses no es necesario ni recomendable incorporar alimentos en la dieta de los pequeños, algo que se justificó en el artículo ‘Bebés: ¿hasta qué edad conviene que tomen solo leche materna?‘. Y después de los seis meses de edad, el niño puede digerir pequeñas cantidades de cualquier alimento saludable a base de cereales que consumen los adultos (como pan, pasta hervida o arroz hervido), sin olvidar que se debe dar prioridad a la leche materna (o, en su defecto, de fórmula).

El Gobierno de Escocia aconseja a los padres que alimenten a sus hijos con alimentos preparados en casa (sin añadir sal o azúcar), en vez de con los comerciales, para que el pequeño se acostumbre poco a poco a comer alimentos típicos de la familia. La Asociación Española de Pediatría también encuentra varias razones para huir de las papillas infantiles en la alimentación de los pequeños, tal y como puede leerse en su escrito ‘Alimentación infantil dirigida por el bebé‘ (conocida en inglés como baby-led weaninng).

Son de la misma opinión los expertos en pediatría Adriano Cattaneo y Carlos González. Cattaneo, miembro de la Unidad de Servicios de Salud de Italia (vinculada a la Organización Mundial de la Salud), asegura que muchas de las declaraciones de salud que acompañan a estos -caros- productos son falsas. Por su parte, el pediatra Carlos González, conocido -y reconocido- autor de referencia en alimentación infantil y crianza respetuosa, incluyó en su libro ‘Mi niño no me come’ una reflexión con la que vale la pena concluir: «[…] muchos niños tienen que sufrir tres destetes en vez de uno. Todos los psicólogos coinciden en que el destete es una época delicada y potencialmente traumática; y muchos niños se destetan primero del pecho al biberón, antes de los dos meses; luego, del biberón a las papillas, hacia los seis meses, y, por fin, de las papillas y triturados a la comida normal, hacia los dos o tres años. A juzgar por los llantos y las peleas, cada destete es peor que el anterior… ¿Por qué no destetarlos una sola vez? Directamente del pecho a la comida normal, en un proceso gradual que empieza a los seis meses y puede acabar al cabo de varios años».

Fructooligosacáridos: no son mágicos

Uno de los ingredientes que se añade a los cereales para bebés son los llamados “fructooligosacáridos”, un tipo de carbohidratos a los que los fabricantes atribuyen diversos beneficios digestivos o relacionados con el sistema inmunitario. No obstante, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que no existen pruebas científicas convincentes que demuestren de forma fehaciente que estas sustancias mejoren el sistema inmunitario, disminuyan la cantidad de microorganismos potencialmente patógenos en el intestino, ejerzan beneficios en la función digestiva o reduzcan el malestar intestinal. Como los dictámenes de la EFSA tienen validez legal, esto significa que está prohibido atribuir en Europa tales declaraciones de salud a los fructooligosacáridos.

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