Alimentos precocinados: rápidos, cómodos, variados… ¿todo son ventajas?

Su oferta y demanda han ido aumentando en función de los nuevos hábitos de compra y de la proporción de mujeres en el mercado laboral.
Por EROSKI Consumer 17 de septiembre de 2001

La mayoría de los alimentos que habitualmente forman parte de nuestra dieta son el producto resultante de una serie de manipulaciones más o menos intensas de los productos alimenticios, con el fin de asegurar su higiene, mejorar sus cualidades organolépticas (aquellas que apreciamos mediante los sentidos; color, aroma, sabor, textura..) y facilitar al consumidor su preparación y consumo.

Pastas (lasagna, canelones..), ensaladas variadas, croquetas, empanadillas, menestras, paellas… La lista de alimentos precocinados es cada vez más amplia, al igual que su público. Es indudable que la posibilidad de hacer una sopa en tres minutos, o una paella en diez y sin manchar ni una cazuela ni un mueble en toda la cocina, es una idea más que tentadora; pero la prisa no siempre es buena consejera de una alimentación equilibrada y saludable. Lo cierto es que este tipo de productos no son los más indicados, al menos para consumirlos todos los días.

Algunos de sus inconvenientes:

Dificultad de identificación, en cantidad y calidad, de los ingredientes: Por lo general, el consumidor no conoce la composición exacta de estos productos, a diferencia de los que se preparan en casa. Además, existen sensibles diferencias entre precocinados similares según la marca comercial; en cuanto al tipo de aceite o grasa de condimentación o cocinado (de oliva, girasol, soja, coco o palma…) y la proporción de otros ingredientes que los componen. Por ejemplo: en fritos tales como croquetas, barritas de pescado, etc., la proporción de rebozado y de contenido de bechamel de carne o pescado, etc. varían considerablemente. Alteraciones en el valor nutritivo, pérdida de nutrientes: A pesar de que cada vez las técnicas de elaboración de precocinados minimizan en mayor medida las pérdidas nutritivas, las comidas preparadas no son tan nutritivas como las caseras, esas que, en ocasiones, llevan toda una mañana. Esto es debido a que generalmente dichos alimentos ya están cocidos, por lo que pierden una considerable cantidad de nutrientes y además, cada vez que se calientan, abandonan buena parte de su aporte de vitaminas. Digestibilidad, contenido de sodio y valor energético: Otro de sus inconvenientes es que suelen ser platos muy condimentados y a veces demasiado fuertes, por lo que provocan digestiones pesadas. Por otro lado, en general, contienen más azúcar y sal que los que se realizan en casa, entre otras cosas, porque el sodio se utiliza desde hace siglos como conservante y se sigue haciendo en la actualidad. El valor energético de estos alimentos suele ser mayor que el de los frescos, por lo que hay que tener mucho cuidado con los posibles aumentos de peso. De hecho, mucha gente engorda cuando se independiza, y la razón no es otra que el aumento de consumo de este tipo de preparados. Por ello, es importante no abusar de su consumo e incluir alimentos frescos en mayor proporción en la dieta. Grasas saturadas y colesterol: Las grasas saturadas -aquellas que en exceso tienden a aumentar los niveles de colesterol en sangre- son demasiado abundantes en los preparados alimenticios debido, sobre todo, a las salsas, las grasas y otros ingredientes que se emplean en su fabricación. Aditivos alimentarios: Los alimentos precocinados suelen estar compuestos, entre otras cosas, de conservantes, colorantes, antiapelmazantes, etc. Aunque ciertos alimentos frescos también los llevan, lo hacen en cantidades mucho menores. En cualquier caso, los aditivos alimentarios tienen determinados beneficios, como el mayor tiempo de conservación; ésta es, precisamente, una de sus grandes ventajas: se mantienen en perfecto estado durante varios meses siguiendo las instrucciones del fabricante que figuran en su etiquetado.

Algunas de sus ventajas:

De larga conservación, fáciles de preparar y muy variados: La oferta es tan amplia, que permite variar sin problemas el menú y además, ofrecen la posibilidad de probar algunos platos pertenecientes a la cocina internacional que, de otro modo, no degustaríamos. Oferta cada vez mayor de precocinados para personas con necesidades especiales: Desde hace apenas tres o cuatro años han proliferado los preparados que van precedidos de etiquetas con denominaciones del tipo «sin colesterol», «light», «sin azúcar», «bajo en sodio»…. Ello ha permitido que personas que en principio no podían tomar los precocinados convencionales por alguno de sus componentes específicos, dispongan hoy día de productos especiales obtenidos mediante diversas modificaciones, adaptándolos a las distintas necesidades.

En definitiva, los precocinados no son los alimentos más nutritivos y saludables del mercado, pero tampoco hay que considerarlos como algo negativo. Simplemente hay que consumirlos de forma ocasional y no como base de la dieta.

Enlaces de interés: * Análisis comparativo, Revista Consumer: Precocinados ultracongelados de merluza. * Análisis comparativo, Revista Consumer: Lasagna y canelones rellenos de carne, precocinados y ultracongelados. * Análisis comparativo, Revista Consumer: Albóndigas en lata. * Análisis comparativo, Revista Consumer: Croquetas de jamón congeladas. * Análisis comparativo, Revista Consumer: Pizza romana y de atún. * Análisis comparativo, Revista Consumer: Calamares a la romana congelados.

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