Dietas depurativas: superstición a la carta

Las dietas depurativas, también llamadas desintoxicantes, no tienen sustento científico, pueden poner en riesgo la salud, deseducan e "infoxican" a la población
Por Julio Basulto 28 de enero de 2014
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Uno de los aspectos más difíciles de abordar en el campo de la alimentación es el de las mal llamadas dietas “depurativas” o “desintoxicantes”. Aunque ningún comité de expertos duda de su inutilidad, es muy difícil encontrar críticas a esta clase de engañifas en los libros de referencia en nutrición humana y dietética, a la vez que proliferan con total impunidad falsos gurús que aseguran “desintoxicar” y “rehabilitar”, reclamos en los que caen como moscas personas vulnerables. Quizá no dedicarles ni una línea facilita que se propaguen con tanta facilidad. Para el periodista Antonio Ortí se trata de “una antigua superstición del siglo XVIII y XIX que parece volver a coger brío en pleno siglo XXI”. Por ello, el presente artículo hace una breve revisión de los aspectos más problemáticos que entrañan estas propuestas.

Dietas depurativas: expectativas sin base científica

En medicina se entiende que desintoxicar es el proceso que permite eliminar sustancias nocivas del organismo (como narcóticos). No obstante, para la medicina alternativa las «toxinas» son algo más metafísico e inasible. Así, el «linfodrenaje» es una técnica que presume de «destintoxicar todo el organismo», pero cuando queremos saber a qué toxinas se refiere encontramos vaguedades y sinsentidos. No cuenta, desde luego, con pruebas que demuestren ni cómo ocurre eso ni qué ocurre exactamente. Peor aún es el ‘Panchakarma’ una «técnica de desintoxicación milenaria del Ayurveda», que en teoría eliminaría toxinas mediante el vómito, la purgación, los enemas e incluso la extracción de sangre… sin pruebas sólidas de eficacia, y del todo desaconsejable.

¿Y las dietas depurativas desintoxicantes? ¿Son útiles para «compensar los excesos», regular y limpiar el organismo? Son útiles para perder dinero, ya que muchas de ellas se basan en comprar carísimos complementos dietéticos o en hacer caso a falsos gurús que cobran un dineral por sus infundados consejos, tal y como detalla el profesor Edzard Ernst en su revisión sobre este tipo de dietas, que publicó en 2012 en British medical bulletin. El Catedrático de Nutrición y Bromatología Abel Mariné también considera que el concepto de depurarse «científicamente no se sostiene».

Razones para no seguir una dieta «desintoxicante»

Además de no tener respaldo científico para lograr los objetivos que nos proponen, estas dietas también pueden hacernos perder la salud, por varias razones. Las siguientes son algunas de ellas:

  • Alejamiento de una dieta saludable. Estas propuestas se alejan de un patrón de dieta saludable y además deseducan al paciente: mientras se hacen dichas «dietas» se pierde un precioso tiempo que se podría estar invirtiendo en aprender a comer bien, algo que a buen seguro será mucho más útil para la salud. Asimismo, como muchas de estas dietas limitan de forma severa la ingesta de macronutrientes (como proteínas) pueden dar lugar a fatiga o a deficiencias de vitaminas y minerales.
  • Acercar a terapias alternativas dudosas. En segundo lugar, como se suelen aplicar en dolencias leves e inespecíficas, el paciente pensará que cualquier posible mejora es gracias a la «dieta». No se planteará si dicha mejora es atribuible al efecto placebo, a que el curso natural de las molestias leves es desaparecer con el tiempo o a que dejar de ingerir alcohol u otros alimentos ricos en azúcar y sal es positivo para la salud. Su inocencia le persuadirá a seguir con esta u otras terapias alternativas, no exentas de riesgos, y podría dejar de lado métodos efectivos para tratar dolencias serias, como se detalló en la edición de enero de 2008 de la revista International Journal of Health Sciences. Dedicar mucho tiempo y dinero en tratamientos inefectivos puede alejar la oportunidad de obtener tratamientos que sí serían de ayuda.
  • Terapia de colon. En muchas de estas «dietas» se defiende el uso de la llamada «irrigación del colon», también conocida como «tratamiento del colon», «limpieza de colon», «irrigación rectal», o, sobre todo, «hidroterapia de colon». Una técnica que «vacía» el intestino a base de enemas, que no es efectiva, pero que tampoco es segura (puede causar calambres, distensión abdominal, náuseas, vómitos y deshidratación severa). La edición de mayo de 2008 de Harvard Women’s Health Watch explicó que «han cobrado popularidad diferentes tipos de procesos de desintoxicación del cuerpo, tales como dietas rápidas y limpiezas intestinales» pero también expuso algo más: que «no existen evidencias médicas que apoyen sus reclamos de efectividad, y existen riesgos en varios de estos procedimientos». Una opinión que suscribió en 2012 la doctora Katherine Zeratsky, de la Clínica Mayo.
  • Vitaminas o complementos dietéticos. Muchos de los «programas para desintoxicar» incluyen la utilización de altas dosis de vitaminas. No es buena idea. Una investigación aparecida en noviembre y coordinada por la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) de Estados Unidos, parte de la siguiente premisa: «Los resultados de los estudios en los que se ha suplementado con vitaminas han sido, en el mejor de los casos, decepcionantes». Algunos complementos vitamínicos pueden ser, según dicho estudio, peligrosos, por lo que el control de un profesional sanitario está más que justificado. Tales programas también suelen incluir diuréticos, muy desaconsejables salvo expresa indicación médica, grandes dosis de algas, que pueden generar problemas tiroideos, y complementos alimenticios de todo tipo, que tampoco son inocuos, tal como como se amplía en este artículo publicado en EROSKI CONSUMER en septiembre de 2013.

En suma, conviene recordar que las dietas de moda no son una buena solución si se pretende mejorar la salud y mantener la mejora con el paso del tiempo. Si pretendemos obtener resultados duraderos, lo ideal es empezar hoy mismo a seguir una dieta saludable. Y es que acompañar un consejo con expresiones grandilocuentes -como «la madre naturaleza»- no basta en salud pública: se requieren pruebas de plausibilidad biológica, eficacia y seguridad.

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