Las frutas: mitos y tabúes sobre sus calorías

La particular composición de algunos de estos alimentos los hace poco recomendables para ciertas enfermedades
Por Maite Zudaire 25 de septiembre de 2009
Img fruta
Imagen: Mário Diogo

Todos hemos escuchado en más de una ocasión que algunas frutas engordan, que las verdes, ácidas o inmaduras son malas para el reumatismo, que comer las más dulces es peligroso si se sufre diabetes, que causan dolor de cabeza, favorecen la digestión o, como el melón, son indigestas si se toman de noche. Pero la realidad es que no se ha hallado información científica que avale tales aseveraciones.

Las más dulces

El plátano, los higos, las uvas, los caquis o palosantos y la chirimoya son las cinco frutas que se consideran más energéticas. Muchas personas que siguen una dieta de adelgazamiento, o tienen diabetes, las evitan porque creen que contienen demasiados azúcares y calorías. El plátano aporta unas 90 calorías por cada 100 gramos, casi el doble que el resto. La chirimoya unas 80 calorías. Los caquis, las uvas y la granada, entre 60 y 65 calorías. Pero otras contienen alrededor de 30 ó 35 calorías por cada 100 gramos, incluidos los higos, sobre los que se tiene un concepto equivocado.

De acuerdo a estos resultados, algunas frutas son el triple de energéticas que otras. Sin embargo, es preciso considerar la cantidad que se consume de cada una de ellas. Un plátano tipo «canarias», sin piel, pesa alrededor de 85 gramos, mientras que una manzana mediana pesa unos 170 gramos. Por tanto, las calorías que aportan ambas frutas son casi las mismas: entre 65 y 75 calorías. En su justa medida, todas las frutas pueden formar parte del plan de alimentación en caso de obesidad y de diabetes.

Problemático ácido oxálico

El ácido oxálico es uno de los componentes de los alimentos que se debe tener en cuenta en patologías renales como la urolitiasis debido a la presencia de cálculos de oxalato de calcio. Entre el 70% y el 80% de los cálculos renales están compuestos de esta sustancia, detectada en mayor o menor medida en todos los vegetales, ya que forma parte de su pared celular.

En algunos casos, se debe limitar la ingesta de ácido oxálico a 50 miligramos o menos por día

Esta patología exige un tratamiento dietético característico. Las frutas y las verduras son los grupos de alimentos que se deben considerar para adecuar la dieta. La vitamina C (ácido ascórbico) es un componente precursor de la génesis de ácido oxálico en el organismo. Por ello, las frutas con abundante vitamina C también lo son en este ácido. Es el caso de los albaricoques, las cerezas y las guindas, las ciruelas, las fresas, los cítricos como mandarinas y naranjas, el kiwi, la piña y las uvas negras.

Estas frutas contienen entre 10 y 25 mg de oxalato por cada 100 gramos. Las grosellas, las frambuesas y los arándanos contienen doble o triple cantidad de oxalatos (50 mg/100 g) por término medio, si bien su consumo es muy puntual. La misma proporción de espinacas o de remolacha tiene hasta 300 miligramos de oxalatos, por lo que están consideradas las hortalizas más problemáticas.

Si el ácido oxálico está en exceso o si el organismo no es capaz de metabolizarlo y degradarlo, se liga con el calcio y da lugar a sales insolubles de oxalato cálcico. La mayor cantidad en el organismo procede de la formación endógena más que de la dieta. Incluso el 40% proviene del ácido ascórbico de alimentos como las frutas. Por este motivo, el consumo abundante, sobre todo en primavera y en verano, puede agravar las piedras en el riñón. En los casos más graves, se debe limitar la ingesta de este compuesto a 50 miligramos o menos por día. El objetivo terapéutico es hacer una dieta baja en oxalatos, pero también controlada en calcio, vitamina C y proteínas animales.

Frutas desecadas y urticaria

En el secado industrial de las frutas se añaden a menudo aditivos conservantes derivados del azufre, conocidos como sulfitos (del E220 al E228), para evitar que se resequen en exceso. El punto flaco de estos aditivos es que pueden provocar crisis de asma en individuos con esta enfermedad y reacciones alérgicas en personas hipersensibles.

Otros aditivos que pueden causar urticaria de contacto son los benzoatos. Son también conservantes y se distinguen con las siguientes denominaciones: ácido benzoico (E 210), benzoato sódico (E 211), benzoato potásico (E 212) y benzoato cálcico (E 213). Las personas sensibles al ácido acetilsalicílico, más conocido como «aspirina», tienen más probabilidad de manifestar sensibilidad a los benzoatos dada la semejanza en la estructura química de ambos compuestos.

Las frutas desecadas (higos, ciruelas, uvas pasas…), el plátano muy maduro y el aguacate contienen tiramina. Esta sustancia provoca constricción de los vasos sanguíneos, que puede ocasionar migraña en personas propensas. Desde hace años se investiga para dilucidar las causas de la potencial asociación entre alergia alimentaria y migraña. Esto puede explicar que muchas personas con alergias asocien el malestar tras el consumo de frutas más problemáticas, como fresas, kiwi, melocotón o albaricoque.

FRESAS Y KIWIS

Las fresas y los kiwis, además de oxalatos, contienen salicilatos. Estos componentes causan en ocasiones a personas hipersensibles reacciones alérgicas (urticaria y otros síntomas como irritabilidad, nerviosismo). Las personas afectadas pueden manifestar también alergia al ácido acetilsalicílico. Los salicilatos son los conservantes naturales de las plantas, incluidas algunas frutas como las fresas y el kiwi; verduras y hortalizas como los tomates, los champiñones y los pimientos rojos; y especias y hierbas aromáticas, como la menta o la lavanda.

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