Bebidas dulces con fructosa y gota

El exceso de fructosa, azúcar natural de las frutas y edulcorante habitual de diversos productos industriales, aumenta los niveles de ácido úrico y el consiguiente riesgo de gota
Por Maite Zudaire 2 de septiembre de 2003
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La gota es una enfermedad articular degenerativa que se desarrolla después de los 35 años. Afecta a entre un 1,3% y un 3,7% de los ciudadanos adultos y es más frecuente en los hombres. Se sabe que los ataques de dolor articular que acompañan a la gota se asocian a un tipo de alimentación rica en purinas, en grasas y en alcohol, a un exceso de peso y a determinados medicamentos. A su vez, la ingesta elevada de fructosa es otro componente de la dieta que puede aumentar de forma significativa el ácido úrico y el riesgo de gota. Por otra parte, en los últimos años se han identificado tres genes que, asociados, incrementan el riesgo de sufrir ataques de este tipo de artritis dolorosa y se diagnostican casos como consecuencia de otras enfermedades, como la diabetes, la hipertensión y las dislipemias.

Bebidas dulces, fructosa y gota

Desde el American College of Rheumatology informan del mayor estudio epidemiológico que ha analizado la relación positiva entre el consumo de bebidas dulces con fructosa y el aumento significativo de los niveles séricos de ácido úrico, superior a 7 mg/dl en hombres y 5,7 mg/dl en mujeres. El análisis se engloba dentro de la «Tercera Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES III)», llevada a cabo entre los años 1988 y 1994 y en la que participaron 14.761 hombres y mujeres mayores de 20 años.

La conclusión más relevante es que la asociación fue independiente de la dieta y otros factores de riesgo de hiperuricemia como la edad, el sexo, el índice de masa corporal, el alcohol, la función renal, la hipertensión y el uso de diuréticos. Entre las bebidas dulces con fructosa, figuran los líquidos que contienen zumo de fruta (la fructosa es el azúcar mayoritario de las frutas), otras que añaden este edulcorante en lugar de azúcar (sacarosa) para aumentar el sabor dulce o los zumos de frutas industriales o naturales.

En el ensayo se evidenció que el efecto hiperuricemiante de las bebidas con fructosa era mayor en hombres que en mujeres y, según los autores, podría deberse a diferencias en las hormonas sexuales, una diferencia que se ha identificado en estudios con animales.

Dieta con historia

Hace más de cien años, en 1893, el médico estadounidense William Osler ya recomendó una dieta baja en fructosa para la prevención y el tratamiento de la gota. También sugirió reducir al mínimo el azúcar y no tomar las frutas más dulces. Sin embargo, las recomendaciones dietéticas convencionales para el tratamiento de la gota se han centrado en la restricción de la ingesta de purinas y alcohol, pero no se le ha dado tanta importancia a los alimentos ricos en fructosa, como la miel, las frutas y los productos derivados como mermeladas, zumos y productos industriales edulcorados con fructosa (bollos, galletas, bebidas, etc.).

La fructosa induce la producción de ácido úrico por el aumento de la degradación del ATP en AMP, este último precursor del ácido úrico. En el ensayo se comprobó cómo pocos minutos después del consumo de la bebida con fructosa aumentó la concentración plasmática de ácido úrico y más tarde, la urinaria.

Dieta en ataque agudo de gota

La dieta estricta en el ataque agudo de gota tiene una aplicación muy breve y, a medida que la evolución es favorable, se recomienda instaurar de forma progresiva una dieta equilibrada e individualizada. Si la persona está bajo tratamiento farmacológico para la hiperuricemia y tiene cierto grado de sobrepeso u obesidad, se aconseja programar una dieta más equilibrada y ajustada en calorías hasta lograr reducir el peso. Cabe resaltar que un ataque agudo de gota puede originarse tras una comida muy copiosa o justo lo contrario, a consecuencia de una cura de ayuno.

Las características básicas de la dietoterapia en caso de ataque agudo de gota son las siguientes:

  • Reducir las purinas de la dieta. Se debe disminuir, en cantidad y frecuencia, el consumo de vísceras, carnes y derivados cárnicos, pescados azules, marisco y verduras ricas en purinas (espinacas, espárragos, setas y champiñones, puerros, coliflor, rábanos).

  • Las legumbres tienen un contenido moderado en purinas, si bien se pueden consumir una o dos veces por semana.

  • No excederse en el consumo de grasas de los alimentos.

  • Aumentar el consumo de hidratos de carbono complejos frente a los sencillos y las grasas. Una dieta rica en cereales integrales, féculas y verduras pobres en purinas, estimula la excreción de uratos por la orina.

  • Evitar la ingesta de alcohol. Aporta calorías vacías, aumenta la producción de ácido úrico y triglicéridos en sangre (aproximadamente un 75% de las personas con gota padecen hipertrigliceridemia) y además, reduce la eliminación de ácido úrico a través de la orina.

  • Tomar suficiente cantidad de líquidos para prevenir la litiasis, en particular si hay antecedentes de cálculos o se utilizan medicamentos uricosúricos (que aumentan la excreción de ácido úrico por la orina). Al alcalinizar la orina aumenta la solubilidad del ácido úrico, de ahí que resulte apto tomar aguas bicarbonatadas.

  • Está contraindicada la carne de caza salvaje debido a la concentración de ácido láctico, que se transforma en ácido úrico.

  • Se desaconseja la presencia en la dieta de miel, mermeladas, productos industriales edulcorados con fructosa, zumos y el exceso de frutas, dada su concentración en fructosa.

DIAGNÓSTICO A TIEMPO

La gota es consecuencia de un trastorno del metabolismo de las purinas, componentes básicos de los nucleótidos que forman los ácidos nucleicos -ADN, ARN-. Como consecuencia, se acumulan concentraciones anormales de ácido úrico en la sangre, lo que desencadena la formación de sales de urato monosódico que pueden llegar a depositarse en articulaciones pequeñas y tejidos vecinos (tofos). Estos depósitos pueden dañar el cartílago, el hueso y las articulaciones, si no se aplican las medidas adecuadas.

Un análisis ordinario de sangre es suficiente para conocer la concentración sérica de ácido úrico, un dato esencial para diagnosticar a tiempo la hiperuricemia, condición precursora de la gota. Ésta se caracteriza por dolor artrítico que, por lo general, se identifica como un ataque de dolor súbito que comienza en el dedo gordo del pie (podagra) y asciende por la pierna. La mayor parte de los dolores iniciales se desarrollan después de unos años de hiperuricemia mantenida. La gota puede diagnosticarse de forma aislada o, en algún momento de su evolución, junto con litiasis renal úrica (piedras en el riñón) o la denominada nefropatía gotosa (alteración renal).

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