Entrevista

Rosa Maria Raich, doctora en Psicología y catedrática de la UAB

Hay que combatir la mala alimentación y la falsa belleza al mismo tiempo
Por Maite Zudaire 28 de noviembre de 2008
Img rosa raich
Imagen: CONSUMER EROSKI

Rosa Maria Raich, doctora en Psicología y catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es coautora de algunos de los estudios más importantes que se han realizado en nuestro país sobre los trastornos alimentarios. El último, que data de 2007 y fue realizado en Madrid, reveló el dato alarmante de que la tasa de mortalidad en adolescentes con problemas alimentarios alcanza el 5,5%. Al tiempo que centra su actividad profesional en el ámbito clínico y universitario, Raich, junto con los profesores David Sánchez Carracedo y Gemma López Guimerà, ha publicado un novedoso manual en el que señala a la educación y la formación como las herramientas más esperanzadoras y valiosas para combatir los trastornos alimentarios. «Alimentación, modelo estético femenino y medios de comunicación» es una guía dirigida a los estudiantes de Secundaria con el fin de dotarles de sentido crítico para que sean responsables de sus hábitos alimentarios.

¿Qué les llevó a plantear un manual de nutrición bajo un guión tan específico?

Hace más de 20 años que trabajamos los trastornos alimentarios ligados a la imagen corporal. Los estudios epidemiológicos que realizábamos en clínica nos condujeron a la necesidad de realizar programas de prevención en los que se incluyeran no sólo la formación técnica de nutrición sino que contemplaran el fomento de descubrimiento y crítica de los modelos estéticos que se acompañan a los mensajes de alimentación. Concluimos que una alimentación saludable tiene que ir acompañada de una formación crítica sobre los modelos corporales.

¿Cómo se detectó esa necesidad?

Los primeros estudios que llevamos a cabo en siete escuelas de Terrasa se revelaron eficaces en la formación y nos descubrieron que los aspectos más básicos de la nutrición eran desconocidos entre los estudiantes. Pero sobre todo evidenciaron la necesidad de cuestionar el modelo estético que parece responder a una concepción objetiva de la belleza. Las adolescentes no daban crédito cuando comprobaron que la delgadez no es sinónimo de hermosura. Que ni lo ha sido a lo largo de la historia, ni lo es en todos los lugares del mundo en la actualidad.

Pero sí lo es en su cultura y ahora.

“El mejor tratamiento para combatir la obesidad es la prevención, sin caer en dietas tiránicas para perder kilos”

Pero son imágenes falsas. Esta falsedad reside en que las fotos que transmiten esa supuesta belleza no son reales: los cuerpos están retocados, compuestos por varias mujeres, manipulados hasta la exageración. Cuando se les demuestra que los cuerpos de la publicidad están trucados los adolescentes llegan por sí mismos a la conclusión de que la belleza que se les vende es mentira y algo falso no puede ser bello. Es más, no puede guiar sus gustos. Aquí encuentran una herramienta para combatir su dictadura dietética.

¿Es posible compatibilizar la recomendación de que es sano estar delgado -o al menos no obeso- con que no hay por qué obsesionarse con la delgadez y ser críticos con los iconos de belleza actuales?

Se trata de que la corriente que combata los trastornos de la alimentación también luche contra la tiranía de una imagen corporal falsa. Hay que luchar contra la mala alimentación y la falsa belleza al mismo tiempo. La persona obesa es la que más tiranizada está por una imagen supuestamente perfecta. Su error le conduce a desarrollar comportamientos equivocados en ambas direcciones: es víctima de una mala conducta alimentaria en la que se somete a dietas extremas con la misma fe que otorga al cuerpo imposible imaginado por la publicidad. Hemos comprobado que demostrando que lo segundo es falso se cuestiona también la eficacia de lo primero.

¿Por qué centra el manual sólo en la imagen mediática de la mujer?

Porque la mujer está siendo utilizada sin escrúpulos como un objeto publicitario. Los chicos tampoco quieren estar gordos pero su imagen en venta les permite tener músculo, ser grandes, ser fuertes. El hombre no tiene problema para encontrar ropa. Una mujer con la talla 46 sufre un verdadero calvario.

¿La homogenización de las tallas es una buena idea?

Es una iniciativa estupenda, sólo estoy esperando a que la lleven a la práctica, tal y como se comprometieron.

¿Ayudaría a modificar los valores estéticos?

Es un paso al que hay que añadir muchos más. Tendríamos que trabajar para erradicar el sexismo que permite que los hombres se mofen de las mujeres que están gruesas. Deberían promoverse modelos de mujer más variados, no reducir lo atractivo a la mujer flaca. La mujer inteligente, ingeniosa, cautivadora, enigmática no se manifiesta sólo en un cuerpo delgado.

¿Qué modelo actual le parece más contraproducente?

Hay muchísimos, pero una podría ser Victoria Beckham y este tipo de mujeres tan delgadas que se muestran como la esencia del glamour y quieren simbolizar la belleza. Nos las presentan como la imagen perfecta y el objetivo a alcanzar si se aspira a ser guapa. En el trasfondo de esto se detecta que la sociedad promueve la insatisfacción corporal con el fin de suscitar el consumo indiscriminado de “remedios de belleza” y la persecución de un ideal imposible.

Si se utilizaran iconos más reales, ¿se promocionaría una publicidad más sana?

La capacidad inventiva para vender ha demostrado ser enorme. No sé qué idearían. De lo que estoy segura es de que las personas viviríamos más tranquilas sin tantas promesas falsas, iconos falsos y fantasías innecesarias, que además son muy perjudiciales para la salud.

Precisamente, califica de alarmante por exagerada la preocupación por el peso en personas con un IMC normal.

El 80% de mis alumnas universitarias en un rango de peso normativo son chicas guapas, delgadas, con un peso normal y sin embargo reconocen que quieren perder peso. También un porcentaje alto de las que están muy delgadas aspiran a quitarse kilos; no digamos ya las que sufren sobrepeso u obesidad. Esta insatisfacción con el propio cuerpo de una persona que se alimenta bien y hace algo de ejercicio no nos puede dejar indiferentes.

¿Puede ser consecuencia de las campañas que presentan la obesidad como un peligro contra el que hay que luchar con todas las fuerzas?

La obesidad es una enfermedad muy seria y en permanente curva ascendente a la que hay que prestar mucha atención. Pero un índice de masa corporal normal está muy lejos de la enfermedad y, sin caer en dietas extremas para perder kilos, el mejor tratamiento para combatir la obesidad es la prevención. Es necesario multiplicar la educación nutricional, promover el ejercicio físico y dotar a la sociedad de herramientas para que las personas sean críticas con los modelos que nutren los medios de comunicación -publicidad, cine, moda- y realistas con la propia imagen corporal.

Se comienza a hablar de pregnorexia, conductas alimentarias restrictivas llevadas a cabo por mujeres embarazadas. ¿Se le ha puesto un nombre a un fenómeno antiguo o se trata de un fenómeno nuevo?

Se puede estar evidenciando en un momento concreto de la vida de la mujer un hecho que viene de lejos. Si bien las personas que están siendo tratadas o que se les ha detectado un trastorno de la alimentación no alcanzan el 7% de la población, se sabe que el porcentaje de personas que mantienen un comportamiento anormal con la alimentación es muy superior. La mala relación con el propio cuerpo y con la propia imagen genera verdadero sufrimiento. Es un fenómeno muy generalizado, aunque no requiera tratamiento clínico. Y es un mal contra el que se puede luchar, si no cambiando los iconos sí descubriendo los falsos.

TRASTORNOS ALIMENTARIOS

La Red es otro medio que sirve para informar, formar y sensibilizar sobre los trastornos alimentarios. Según Raich, Internet “tiene más de positivo que de negativo” en este ámbito, a pesar de que en los últimos años se hayan cerrado más de 350 páginas que incitaban a la anorexia y a la bulimia. “Los encuentros virtuales entre personas que sufren este tipo de trastornos pueden resultar muy positivos”, matiza la experta. Un beneficio no sólo para el que recibe un consejo, sino también para “quien lo da”. La clave del éxito podría estar en que se sepa organizar de manera que “la persona que ha superado algo de su trastorno pueda aconsejar la crítica del modelo estético, por ejemplo, a otra persona que no está aún muy recuperada”. Esto explicaría un fenómeno cognoscitivo según el cual la persona que “da consejos termina adoptándolos”. Se trata de un recurso psicológico que resulta útil en el campo de los trastornos alimentarios.

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