Dieta infantil: dos claves para mejorarla

El ejemplo que dan los adultos y los hábitos familiares son claves para mejorar la dieta de los niños y combatir desde casa la obesidad infantil
Por Julio Basulto 9 de agosto de 2013
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Imagen: Steven Depolo

Vivimos en un ambiente que muchos expertos califican de “obesogénico“, es decir, que incrementa las posibilidades de que los niños padezcan obesidad. Nuestro entorno dificulta la lactancia materna, facilita que nuestros hijos sean sedentarios, pone a su alcance máquinas expendedoras de comida que en realidad no es del todo “comida”, abarata los alimentos calóricos e incluye una publicidad constante de alimentos insanos. También nacen como setas falsos gurús que promueven dietas milagro (que desorientan a la población y generan el llamado efecto yoyó). Pese a que hay más factores en la ecuación -la obesidad es un fenómeno complejo sobre el que influyen la genética, el entorno y otros aspectos biológicos-, uno de los más significativos es el que se produce en el hogar del menor, en los hábitos de la familia y en el ejemplo que ofrecemos los adultos. El presente texto aborda dos cuestiones clave para fomentar una dieta saludable desde casa.

Dieta infantil y salud: los padres son el modelo

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Un estudio recién publicado en la prestigiosa revista científica International Journal of Obesity, y centrado en niños de 2 a 5 años, ha evaluado el efecto del ambiente del hogar sobre la cantidad de actividad física y la calidad de la dieta de los pequeños en edad preescolar. Sus dos conclusiones han sido las esperadas:

  1. Los modelos de conducta de los padres pueden reducir el consumo de alimentos «basura» de los niños y evitar su sedentarismo.
  2. Limitar el acceso a los alimentos insanos puede tanto aumentar la cantidad de alimentos saludables que consumen los menores, como disminuir su ingesta de comida «basura».

Estas constataciones se suman a las evidencias que apuntan que instaurar una «política» de salud en el hogar y predicar con el ejemplo son aspectos cruciales a la hora de promover unos buenos hábitos en los menores. A continuación se analiza de forma breve cada una de estas dos claves.

1. Política saludable en el hogar

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Tanto una alimentación sana como el ejercicio físico son pilares que sostendrán la salud de los menores durante el resto de su vida y prevendrán que sufra obesidad y una larga lista de enfermedades crónicas. Es por ello que, dentro de las normas que los padres siguen a la hora de educar a sus hijos, debe incluirse la implementación de una «política» saludable que contemple los siguientes aspectos:

  • Limitar la cantidad de alimentos insanos que hay en casa. Existe un refrán que resume a la perfección este consejo: «Ojos que no ven, corazón que no siente». Si el niño no tiene a su alcance alimentos llenos de calorías pero faltos de nutrientes, nadie tendrá que prohibírselos.
  • Fomentar un mayor número de comidas compartidas. Cada vez más investigaciones científicas confirman algo de sentido común: comer en familia mejora la calidad de la dieta del menor. Incluso existen estudios que indican que este hábito puede evitar comportamientos de riesgo en adolescentes.
  • Promover la actividad física y restringir el tiempo que los niños dedican a actividades sedentarias. La Academia Americana de Pediatría (AAP) aconseja limitar a menos de 2 horas diarias el tiempo que los pequeños dedican a ver televisión, jugar a videojuegos o a navegar por Internet (los menores de 2 años de edad no deberían ver la televisión).

2. Más ejemplo y menos sermones para unos hábitos saludables

Hay otro dicho popular que contiene una gran dosis de sabiduría: «Predicar con el ejemplo es el mejor argumento». Que los propios padres escojan unas buenas costumbres, tanto de alimentación como de actividad física, resulta decisivo para que los niños sigan el mismo camino. Por una parte, en un hogar en el que los padres se alimentan de forma equilibrada es muchísimo más probable que haya alimentos sanos al alcance del menor. Numerosos estudios señalan que cuando en el hogar hay más frutas y hortalizas, los pequeños consumen mayor cantidad de ellas. Y viceversa: si en casa hay más alimentos insanos (como bebidas azucaradas), la ingesta del menor es menos saludable.

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Por otra parte, si los padres evitan el sedentarismo, es muy poco frecuente que permitan que sus hijos pasen horas frente al televisor o jugando a videojuegos. Harán lo posible para motivar al niño a que mueva el esqueleto, ya sea mediante juegos, paseos, deportes o cualquier actividad que haga acelerar el corazón. Además, tendrán ropa deportiva adaptada a la edad del niño o conocerán espacios en los que se pueda mover con libertad.

Los investigadores responsables del estudio indicaron que los padres «son un modelo de rol para sus hijos» y que el ambiente en el hogar es «crítico» para prevenir la obesidad infantil. Por último, que los padres mejoren sus propios hábitos con el objetivo de promover la salud de sus hijos mejorará también su propia salud. Un círculo virtuoso que, como bien resume el cantautor (y médico) uruguayo Jorge Drexler, confirma que cuanto más damos, más recibimos.

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