Patatas: siete ideas económicas para cocinarlas

Al horno, fritas o hervidas, en puré, en rodajas o en tiras, las patatas son un comodín infalible y barato para lucirse en la cocina
Por Laura Caorsi 9 de octubre de 2013
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Imagen: Taz

La patata es un gran aliado en la cocina, un comodín infalible para lucirse en los fogones. No solo es económica y tiene gran rendimiento, sino que gusta a casi todo el mundo y puede prepararse de muchas maneras distintas. Fritas, al horno o hervidas, en puré, en rodajas o en tiras, protagonistas de una comida, aperitivo sabroso o guarnición de batalla para ahorrar en la cocina, las patatas se adaptan muy bien a las recetas gourmet y las ocasionales, pero también a las modestas y las diarias. A continuación recopilamos siete ideas baratas y prácticas para sacarles partido.

Siete maneras económicas de cocinar con patatas

Antes de empezar a cocinar, algunos datos nutricionales de interés: la patata no tiene colesterol y su contenido en sodio es muy bajo, salvo si se añade sal en la preparación. Si las hacemos hervidas o al horno también son muy bajas en grasas totales o grasas saturadas, a menos que las añadamos al cocinarlas (por ejemplo, cuando agregamos queso). Este tubérculo es una fuente de fibra, un rasgo muy interesante para quienes tienen problemas cardiovasculares, ya que la ingesta de fibra disminuye el riesgo cardiovascular. Además, la patata es fuente dietética de potasio, un nutriente que contribuye a mantener la presión sanguínea en niveles normales. Y, por último, una curiosidad: aunque parezca extraño, la patata tiene más vitamina C si está frita (en casa, claro) que si está hervida o cocinada al horno.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Rápidas: patatas al microondas. No hace falta mucho tiempo ni dinero para elaborar esta receta. Tampoco es necesario estar pendientes de la cocción ni se necesita un gran despliegue con los condimentos: los aderezos o aliños pueden ser tan sencillos como un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal, un poquito de pimentón, un picadillo de ajo, un poco de mantequilla, un toque de orégano o lo que tengamos a mano en la despensa o la nevera. Lo más importante es lavar bien las patatas antes de introducirlas en el microondas, ya que las coceremos con piel.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Al horno: patatas gratinadas. Esta preparación requiere más tiempo y dedicación -hay que hervir las patatas y sofreír la cebolla antes de pensar en el horno-, pero a cambio obtendremos un plato muy rico y vistoso que podremos servir como entrante, como tentempié o como acompañamiento de otras recetas. Las patatas gratinadas suelen llevar bastante nata, queso y mantequilla, tres ingredientes que le aportan una textura y un sabor muy suaves, pero que a su vez añadan muchas grasas saturadas. De ahí que se recomiende un consumo esporádico de este plato.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Versátil: puré de patatas. Pocas cosas hay tan versátiles y adaptables como un puré de patatas. Se hace con rapidez, es muy fácil de preparar, cuesta muy poco dinero y podemos utilizarlo en multitud de platos distintos: desde un simple (pero sustancioso) acompañamiento para filetes, salchichas, pollo, escalopes, pescados o hamburguesas, hasta un pastel de carne o de otras verduras que terminaremos de hacer al horno. El puré de patatas es una receta muy agradecida para hacer más consistentes los platos y, también, para degustar distintas salsas y condimentos, ya que podemos darle originales toques de sabor con un poco de mayonesa, de mostaza o de curry.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Prácticas: patatas rellenas. Podemos hacerlas de dos maneras: hervidas o al horno (envueltas con papel de aluminio). Lo interesante de esta receta es que se adapta sin problemas a los gustos de los comensales, a los ingredientes que tengamos en casa y a nuestra economía doméstica. La diferencia de sabores (y de precios) estará en el relleno. Podemos utilizar un salteado de carne picada, un revuelto de setas, mejillones, queso, una mezcla de atún y maíz… Incluso hacer una degustación para satisfacer a todo el mundo o aprovechar las sobras de otras comidas que hayamos hecho antes.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    De olla: guiso de patatas. ¿Qué sería de un estofado sin patatas? Sin duda, algo difícil de imaginar. Cualquier guiso que hagamos en casa, desde uno de lentejas hasta uno de carne, rendirá más y tendrá más sabor y consistencia si le añadimos unas cuantas patatas. Sin embargo, no tenemos por qué relegarlas siempre a un papel secundario: también podemos hacer un guiso de patatas, donde ellas sean las protagonistas, el ingrediente principal. Como acompañamiento, tomate y pimientos, espinacas y gambas…

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Para llevar: tortilla de patatas. Práctica, rica, sabrosa y muy agradecida para combinar con diferentes ingredientes, esta receta es una estupenda opción como tentempié, para llevar al trabajo, de excursión o de picnic. Gran compañera de viaje, la tortilla de patatas puede comerse caliente, fría o templada, sola o en bocata, como plato único, pintxo o entrante, en la cena o a media mañana, con café… Por algo es uno de los platos más populares del país. Lo fundamental, en especial cuando hace calor, es tener precauciones con el huevo.

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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    Las más celebradas: con huevos y fritas. En muchas casas (sobre todo, cuando hay niños), hablar de patatas fritas es sinónimo de alegría y aplausos. Pocos son los pequeños (y los adultos) que se resisten a esta tentación. Un gusto que, eso sí, hay que darse de manera ocasional, ya que el aceite que absorben con la fritura aumentan las calorías de manera considerable. Podemos servirlas solas (como ‘patatas bravas’ o con alioli), con huevo, como guarnición de un filete o un escalope de pescado, o también como plato único: con jamón y huevos rotos, con chistorra…

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