Pasta, ¿qué tipos hay y qué aporta a nuestra dieta?

Por su precio, rendimiento, cualidades nutricionales y versatilidad, la pasta se ha ganado un lugar propio en todas las cocinas, desde las más humildes a las más sofisticadas
Por EROSKI Consumer 1 de marzo de 2013
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Imagen: Jeffreyw

La palabra pasta proviene de un término griego que significa “harina mezclada con líquido”. La expresión es tan antigua como fiel a la realidad, ya que sus dos ingredientes principales son la harina de trigo y el agua. Si bien el componente fundamental de todas las pastas es la sémola (harina molida gruesa de trigo duro), existen algunas diferencias en cuanto a la forma, la elaboración e, incluso, el rendimiento que dan lugar a diferentes clases de pasta. El siguiente artículo explica qué tipos de pasta hay, cuáles son sus características y qué nos aporta este alimento tan socorrido que, en nuestro país, ha duplicado las cifras de consumo en la última década.

Tipos de pasta y sus características

Según la última encuesta ENIDE, en España se consumen 7,5 kilos de pasta al año por persona. Es mucho menos que en Italia (que casi cuadruplica esta cifra), pero mucho más que hace solo diez años, cuando el consumo se situaba en 4 kilos anuales. Y es que la pasta, por su precio, rendimiento, buen sabor y versatilidad, se ha ganado un lugar propio en todas las cocinas, desde las más humildes hasta las más sofisticadas. En las primeras, es un alimento socorrido, económico y muy fácil de preparar. En las segundas, ha amasado innovación, evolución y originalidad. Y en ambas, despliega sus óptimas cualidades nutricionales para beneficio (y disfrute) de quienes la comen.

La clasificación básica de la pasta, si nos centramos en su elaboración y sus componentes, distingue entre los siguientes tipos:

  • Pasta seca. Cuando el producto resultante de mezclar la sémola y el agua se somete a un proceso de secado se obtiene la pasta seca. No contiene agua, lo que la hace más estable y permite que se conserve más tiempo sin necesidad de refrigeración. La menor humedad de la pasta seca hace que sus nutrientes se concentren. Una vez cocinada la pasta, esa proporción de nutrientes se acercará a la de la pasta fresca.
  • Pasta fresca. La pasta fresca tiene más agua, se debe mantener en refrigeración y su longevidad es menor ya que se conserva durante menos tiempo. Por su aporte mayor en agua, cabe pensar que este tipo de pasta tiene menos calorías. Las tablas de composición de alimentos revelan que la diferencia entre la seca, una vez cocida, y la fresca (también tras la cocción), son irrelevantes tanto en cuanto a su retención de agua, como desde el punto de vista de su aporte calórico o en otros nutrientes. Conviene detallar, eso sí, que en muchas ocasiones la pasta fresca se ofrece al consumidor rellena de carne o queso, y ello sí aumenta de forma considerable su aporte energético o su contenido en grasas, pudiendo contribuir, si se consume en exceso, a un mayor riesgo de obesidad.
  • Pasta simple. Con independencia de si es fresca o seca, la pasta simple o normal es aquella elaborada solo a partir de sémola de trigo duro o harina de trigo blando y agua, sin más ingredientes que estos. En este grupo están los espaguetis, las plumas, la sopa maravilla, los fideos…
  • Pasta compuesta. Las pastas compuestas pueden llevar, además de los anteriores componentes, huevo, verduras y hortalizas (como espinacas, zanahorias o tomates) o estar enriquecidas con un aporte mayor de fibra. Entre ellas están las cintas al huevo, las pajaritas con vegetales o los macarrones integrales.
  • Pasta rellena. Las pastas rellenas contienen en su interior un preparado de carne, de pescado, de distintas verduras y hortalizas, de jamón o queso… Algunas de las más conocidas son los raviolis rellenos de queso y los tortellinis de verduras. Es importante recordar que, si las pastas son rellenas o enriquecidas, el valor nutritivo se incrementa en función del alimento o nutriente que se adicione. Una ración de pasta simple cruda aporta 275 kcal, con huevo 368 kcal y en su versión integral 278 kcal.

En España, la pasta simple seca es la más consumida

El mercado se organiza en torno a esta clasificación, pero hay unas clases que predominan sobre otras. Según estudios recientes del sector, el liderazgo de la pasta simple seca es rotundo: por cada tonelada de pasta que se vende en nuestro país, 14 kilos son de rellena, 50 de compuesta y el resto (más de 900 kilos) corresponden a la pasta simple o normal. De estos tres segmentos, un pequeño porcentaje corresponde a la fresca, el resto es seca.

¿Qué nos aporta la pasta?

Pasta simple (cruda)Energía (kcal)Proteínas (g)Grasas (g)Carbohidratos (g)Fibra (g)
100 gramos34712,51,470,95
80 gramos (una ración)277,6101,156,74

Se puede ingerir, por semana, entre 6 y 7 raciones de pasta sin comprometer el equilibrio de la dieta

Los cereales, compuesto principal de la pasta, son la base de una dieta saludable; de hecho ocupan los primeros escalones de la pirámide de la alimentación saludable junto a fruta y verdura. Todas las sociedades científicas de salud y nutrición aconsejan basar nuestra dieta en estos grupos de alimentos para prevenir las enfermedades crónicas, gracias a su aporte en carbohidratos y fibra. La recomendación es consumir diariamente de 4 a 6 raciones de farináceos (del que forman parte los cereales, la pasta y también las patatas). Ello quiere decir que de forma semanal se puede llegar a ingerir, sin comprometer el equilibrio de nuestra dieta, entre 6 y 7 raciones de pasta (constituidas por 60/80 g de pasta en crudo): salteada, en ensalada, sopa, al horno, como guarnición…

Los carbohidratos son el combustible preferido de muchos órganos de nuestro cuerpo (sobre todo cerebro y músculos). Sin embargo, la ingesta actual de carbohidratos en España está por debajo de las recomendaciones: se recomienda ingerir más del 45% de la energía a partir de carbohidratos, pero la ingesta real asciende a un 41%. En este sentido, la pasta puede ayudar a equilibrar la dieta gracias a su gran contenido en carbohidratos. La pasta también puede ayudar a equilibrar la dieta gracias a su aporte en fibra dietética, nutriente crucial no solo para un correcto funcionamiento de la salud digestiva, sino asociado a un menor riesgo de padecer una larga lista de enfermedades crónicas (cardiovasculares, diabetes e incluso cáncer digestivo).

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