La mala alimentación supera nuestro consumo de alimentos sanos

Para llevar una dieta sana no basta con escoger a diario alimentos saludables, también es preciso reducir al mínimo la ingesta de productos superfluos
Por Julio Basulto 13 de marzo de 2015
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Imagen: focuspocusltd

El consumo de alimentos y nutrientes saludables ha aumentado de forma modesta durante las dos últimas décadas, pero la ingesta de alimentos y nutrientes “insanos” se ha incrementado en una proporción mayor. Esta es la conclusión de un extenso estudio que ha evaluado los patrones de alimentación de casi 4.500 millones de adultos. Se trata de un dato muy relevante si se tiene en cuenta el importante papel que desempeña la alimentación en la prevención de enfermedades crónicas (algunas tan graves como el cáncer). En el presente artículo se profundiza en los resultados de esta investigación y se explica que una dieta sana no solo se define por lo que se come sino, también, por lo que no se come.

Analizan los hábitos dietéticos del 90% de la población mundial

Que una dieta saludable previene numerosas enfermedades es tan cierto como que una mala alimentación puede empeorar la salud. Así, no basta con escoger a diario alimentos saludables, también es preciso consumir la menor cantidad posible de productos superfluos. Quizá sea más importante centrarse en evitar una dieta insana que en seguir una alimentación equilibrada, como se indica en el artículo de EROSKI CONSUMER ‘¿Más frutas y hortalizas, o menos alimentos insanos?‘.

Las consideraciones anteriores son hoy más necesarias que nunca, a juzgar por los resultados de un extenso estudio publicado en la edición de marzo de 2015 de la revista Lancet Global Health. La investigación ha revisado en profundidad cuál es la tendencia actual en la manera de alimentarse del 88,7% de la población mundial, tras reconocer que «los patrones saludables de alimentación son una prioridad global para reducir las enfermedades no transmisibles». Las principales enfermedades no transmisibles son, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes.

Los resultados de este nuevo trabajo, llevado a cabo por un grupo de expertos internacionales en enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición (NutriCoDE), son sorprendentes: aunque la población mundial ha incrementado un poco su consumo de alimentos saludables, la ingesta de alimentos que pueden empeorar la salud (como los cárnicos procesados o las bebidas azucaradas) ha aumentado mucho más.

Hábitos dietéticos: diferencias entre países

Los autores han evaluado las dietas de 187 países, de modo que han podido comparar sus resultados entre naciones de diferentes ingresos. Esto les ha permitido constatar que los países empobrecidos presentan un menor consumo de alimentos saludables que los países de altos ingresos, pero que estos últimos también ingieren mucha más cantidad de «ítems insanos«, en palabras de los autores de la investigación. Estamos ante una situación paradójica, en la que la tendencia positiva en el consumo de alimentos saludables se ve superada por una cada vez mayor ingesta de productos superfluos.

En una entrevista llevada a cabo por el portal HealthDay, los investigadores indican que el hecho de que la alimentación malsana esté aumentando con mayor rapidez que la alimentación saludable es muy preocupante, por lo que «se deben tomar medidas para revertir esa tendencia».

Estos hallazgos, tal y como señala el líder del estudio, el doctor Fumiaki Imamura, «tienen implicaciones para los gobiernos y los organismos internacionales de todo el mundo». En su trabajo se lee que unos malos patrones de alimentación suponen un alto coste sanitario por su relación con la obesidad, con las enfermedades crónicas (como la diabetes) e incluso con la mortalidad prematura. De hecho, estiman que en el año 2020, casi el 75% de las muertes serán atribuibles a enfermedades no transmisibles cuya relación con la dieta es incuestionable.

En resumen, las autoridades sanitarias deberían tomar medidas para hacer comprender a la población que la nutrición no funciona como un cálculo matemático simple, en el que un signo negativo se anula con uno positivo («si añado una zanahoria puedo comerme una pieza de bollería»). Debemos saber que, así como una lesión grave no se cura al instante con una pomada milagrosa, las «heridas» infligidas a nuestra salud con una dieta insana no se remedian a base de añadir frutas y hortalizas, y mucho menos con suplementos vitamínicos, complementos alimenticios o «dietas milagrosas«.

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