Bebé y redes sociales, ¿qué cuidados hay que tener?

Cuatro de cada cinco niños menores de dos años tienen presencia en Internet y redes sociales, según un estudio
Por Cristian Vázquez 16 de diciembre de 2015
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Imagen: Kobyakov

Facebook, Instagram y otras redes sociales están llenas de fotos de niños, que sus padres publican allí para compartir su alegría con familiares, amigos y conocidos. Pero, con frecuencia, los adultos no son concientes de algunos riesgos que conlleva el hecho de que las imágenes de sus hijos estén en Internet. Este artículo ofrece datos sobre esta huella digital, que para muchos pequeños comienza incluso antes de nacer, detalla algunos riesgos de compartir las instantáneas de los menores en la Red y ofrece consejos para gestionarlas.

Las redes sociales y las fotos

En la actualidad, las redes sociales están presentes en la vida de la mayoría de la gente. Sus usos son múltiples: mero entretenimiento, mantenerse en contacto con los seres queridos que viven lejos, acceder a noticias e información sobre ofertas y promociones, formar parte de grupos y comunidades, etc. Facebook, Twitter, Tuenti, Instagram, Pinterest y otras son muy buenas herramientas si se les da el empleo adecuado.

Una de las prácticas más habituales en las redes es la de compartir fotos. Según un estudio publicado por la empresa Samsung en 2013, en España se comparten 5,7 millones de imágenes al día, es decir, más de 2.000 millones de fotos al año. Muchas de esas instantáneas son retratos de bebés y niños. Por lo general, son fotografías subidas a la web por sus propios padres, que buscan compartir con sus seres queridos la alegría y el orgullo que sus pequeños les generan. Un fin positivo, pero no exento de riesgos.

Una huella digital desde antes de nacer

Un episodio de la serie británica ‘Black Mirror’ fantasea con una posibilidad inquietante. En un futuro no demasiado lejano, existirían empresas que, ante la muerte de alguien, y gracias a la información que esa persona haya dejado en las redes sociales, puedan «prolongar» su vida virtual; es decir, hacer que sus perfiles se sigan actualizando, respondan a mensajes o interactúen con otros usuarios. Si se tiene en cuenta la cantidad de datos que se vuelcan en Internet a cada minuto, no parece una idea tan alocada.

Muchos de los niños que han nacido en los últimos años tienen buena parte de su vida registrada en la Web. En 2010, la empresa checa AVG, especialista en antivirus y seguridad informática, elaboró un informe con datos procedentes de una decena de países, entre ellos España. Los resultados arrojaron que casi el 82% de los menores tienen una huella digital (es decir, ya había datos suyos en Internet) desde antes de cumplir los dos años de edad.

Según el estudio, en la Red hay información, a pocas semanas del nacimiento, de uno de cada tres bebés. Además, el 23% de ellos se expone en la Web incluso antes de nacer, ya que sus padres publican las ecografías durante el embarazo. Y más aún: hasta el 5% de los menores de dos años ya cuentan con su propio perfil en alguna red social.

Los riesgos de compartir las fotos de los niños en Internet

Resulta bastante sencillo perder de vista los riesgos y peligros derivados de publicar fotos de los niños en las redes sociales. En primer lugar, hay que tener en cuenta que, al publicar una imagen, se expone la intimidad del pequeño sin su consentimiento. Es posible que la mayoría de las instantáneas no representen ningún problema, pero no se puede descartar que, en el futuro, le generen al menor un disgusto.

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Imagen: Paul Inkles

La guía para padres ‘Manteniendo a sus niños seguros en Internet‘, editada por la asociación Protégeles, enfatiza que «los niños deben comprender que su fotografía es una parte integral de su privacidad y que las imágenes digitales son muy poderosas. Son fácilmente circulables y manipulables y son muy difíciles de borrar una vez que han sido enviadas a través de un ordenador o un teléfono móvil. ¡Podrían quedar en la Red para siempre!».

Pues lo mismo vale para cuando son sus padres quienes suben las fotos. Existe el riesgo de llevarse más que un disgusto. Las instantáneas del menor pueden ser utilizadas para prácticas como el ciberacoso (también conocido como cyberbullying) o el morphing, que consiste en hacer una fotografía y editarla a través de algún programa de tratamiento de imágenes; de esta forma, se puede incluir a cualquier persona -incluso niños, por supuesto- en escenas desagradables (vergonzantes, sexuales, etc.).

Si bien las redes sociales permiten configurar las condiciones de privacidad de los datos que se introduzcan en ellas, es importante tener presente la más importante norma de seguridad: si una foto es privada y se quiere estar seguro de que no dejará de serlo en el futuro, lo mejor es no publicarla en Internet. Una vez publicada, es imposible estar seguros de que no la tendrá otra persona.

Consejos para gestionar las fotos de los niños en las redes sociales

A continuación se enumeran consejos fundamentales para tener en cuenta en el momento de decidir si se publican fotos del bebé en las redes sociales.

  • Ajustar las condiciones de privacidad para que solo los “amigos” o contactos vean las publicaciones. Si es posible, limitarlo aún más, para que no todos los contactos puedan acceder a las imágenes, sino solo los que se elijan de forma específica (familiares, amigos, conocidos de real confianza, etc.). Facebook, la más popular de las redes, permite corroborar cómo ve un perfil cualquier otra persona, sea un contacto o no. Para ello, hay que ir a “Configuración”, buscar allí la opción “Biografía y etiquetado” y, luego, el enlace que pone “¿Quién puede ver contenido en mi biografía? Ver cómo”.
  • Evitar publicar fotos en alta definición o del rostro del niño en primer plano, ya que ofrecen mayores posibilidades para las alteraciones y los usos indebidos.
  • Nunca publicar fotos del menor desnudo o con muecas o gestos raros. Estas imágenes a menudo son tomadas para la creación de “memes”, imágenes graciosas que se viralizan en la web y que dan a su protagonista una indeseable popularidad.
  • Omitir los datos personales precisos, desde su nombre completo hasta la dirección donde vive, por dónde lo sacan de paseo, etc. Conviene prestar atención incluso a datos que a veces aparecen en segundo plano, como letreros, matrículas de coches, monumentos, etc.
  • Exigir a familiares, amigos y conocidos que nunca publiquen una foto del pequeño sin antes consultarlo con los padres.
  • No abusar. Ya que se publican fotos del niño, que no sean demasiadas. Y predicar con el ejemplo: que los padres no expongan al menor en formas en las que no les gustaría que los expusieran a ellos.
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