Día Internacional de los Niños Prematuros

Uno de cada diez bebés no llega a completar su gestación en el vientre materno porque nace antes de las 37 semanas de embarazo
Por Laura Caorsi 17 de noviembre de 2011
Img prematuro
Imagen: César Rincón

El 17 de noviembre se conmemora el Día Internacional de los Niños Prematuros. La jornada pretende dar visibilidad a un problema que, cada año, afecta a medio millón de familias y que, además, registra un aumento. Según constatan diversas estadísticas y profesionales de la salud, el porcentaje de niños que nacen de manera prematura en nuestro país supera el 7%, una cifra que supone un incremento significativo respecto a lo que ocurría hace solo diez años. La edad de la madre y su estado de salud explican en gran medida esta evolución, si bien la mayoría de los partos prematuros se deben a una causa desconocida.

Por qué aumentan los casos de niños prematuros

Cada vez nacen más niños prematuros en el mundo, y España no es la excepción. En la actualidad, casi el 10% de los partos se registra antes de completar la gestación del bebé durante el embarazo, es decir, antes de que el pequeño acabe de desarrollar totalmente sus órganos. Para precisar los datos: un bebé prematuro nace antes de las 37 semanas de gestación y se considera gran prematuro si su nacimiento es anterior a las 32 semanas de embarazo.

Entre las causas más habituales se pueden mencionar: la edad de la madre, su estado de salud y nutrición, haber padecido enfermedades durante la gestación, tener antecedentes de partos prematuros o que el embarazo sea múltiple. Algunos especialistas señalan también al tabaquismo, el estrés, los problemas en la placenta y las malformaciones uterinas y fetales como factores que favorecen el parto prematuro. La lista citada es larga (y lo es más todavía). No obstante, hay dos circunstancias que destacan de manera especial: la edad materna y su salud.

Los partos prematuros no son casuales, como tampoco es casual el aumento de su incidencia. «Los motivos de este incremento los tenemos que buscar en varios factores, como el estado de salud de la madre embarazada, el incremento de la edad en la gestación y el mayor acceso a los métodos de reproducción asistida», indican desde el Hospital Universitario Vall d’Hebron. Enfermedades como la diabetes (cuya incidencia también ha aumentado en los últimos años), las afecciones cardíacas y renales y los problemas de tiroides influyen de forma significativa en este proceso.

En cuanto a la edad de la madre, se ha detectado una relación directa con la prematuridad de los partos. Las mujeres menores de 20 años y, sobre todo, las mayores de 40 tienen más probabilidades de enfrentarse a esta situación. Cada vez hay más mujeres que retrasan la maternidad por diversos motivos, con la consiguiente disminución de su potencial de fertilidad (que se reduce de manera notable a partir de los 36 años). Las técnicas de reproducción asistida dan respuestas cada vez más eficaces a este problema y, en consecuencia, las madres de hoy son más mayores que las de hace una década.

Los problemas más frecuentes de los niños prematuros

Los bebés prematuros nacen con sus órganos vitales inmaduros. Este hecho tiene distintas repercusiones, que son más agudas cuanto más prematuro haya sido el nacimiento del niño. Por eso, es importante tener en cuenta que no hay situaciones estándar: no todos los bebés registran los mismos problemas y, aunque compartan ciertas dificultades, el grado de esas complicaciones puede variar (y mucho).

Un listado elaborado por la Asociación de Padres de Niños Prematuros (APREM) sirve de orientación para las parejas que se enfrentan por primera vez a este problema. En la lista, se enumeran una serie de cuestiones habituales en los casos de bebés prematuros. Entre ellas:

  1. Complicaciones nutricionales. Por su inmadurez para succionar y deglutir la leche suelen requerir alimentación por sonda o, en ocasiones, nutrición parenteral (a través de suero por vía intravenosa). También pueden registrar déficits de vitaminas, hierro, calcio y fósforo, y problemas metabólicos, como hipoglucemia (disminución de azúcar en sangre).
  2. Problemas respiratorios. Algunos recién nacidos prematuros tienen, por su inmadurez, incapacidad para expandir sus pulmones y respirar. También son posibles pausas en la respiración (apneas). Por ello, a menudo requieren un soporte de oxígeno, incluso durante varios meses.
  3. Anemia. No siempre son capaces de fabricar toda la sangre que necesitan, por lo que es habitual que haya que realizarles transfusiones durante su estancia en el hospital.
  4. Lesiones. Estas pueden ser de tipo hemorrágico en el sistema nervioso central, por infarto o falta de riego sanguíneo. También se dan casos de retinopatías y enterocolitis necrotizante, unas lesiones ocasionadas en el intestino de los prematuros más pequeños y que pueden llegar a perforarlo.
  5. Infecciones. Puesto que su sistema defensivo es más débil, están más expuestos a ellas y les cuesta más mantener la temperatura corporal. Por esta razón, deben permanecer en incubadoras.
Más conocimiento

La presidenta de APREM, Carmen Fernández Etreros, subraya la necesidad de dar a conocer todas las implicaciones que tiene un nacimiento prematuro. En su opinión, muchas veces se asocia la prematuridad al bajo peso, a que solo son bebés que deben crecer y engordar, cuando, en realidad, hay múltiples complicaciones asociadas.

“Nos parece importante remarcar que cada vez hay más bebés prematuros, y reivindicar la importancia de los cuidados neonatales”, expone Fernández. Y aporta un dato: en España, las últimas estadísticas disponibles (de 2007) evidencian que cada año nacen entre 33.000 y 35.000 niños prematuros, y que 4.000 de ellos son grandes prematuros; pesan menos de 1.250 gramos.

Hay niños que, incluso, nacen con la mitad de ese peso. Y sobreviven. “Por eso decimos que son grandes luchadores”, señala Fernández. Sin embargo, matiza que, además de las complicaciones hospitalarias, existen varias secuelas posibles que es preciso poner en conocimiento de los padres. “Los niños prematuros requieren un seguimiento médico exhaustivo hasta los 5 años de edad, muchos necesitan atención temprana, estimulación y logopedia, presentan problemas respiratorios como la bronquiolitis con mucha frecuencia y se desaconseja, por tanto, que vayan a una guardería -enumera-. La realidad es que muchas madres dejan de trabajar para acompañar a sus pequeños en este largo proceso”.

Una de las iniciativas más importantes que ha desarrollado esta asociación es la creación de una escuela de padres, en colaboración con distintos hospitales de Madrid. Desde hace un par de años, en el Hospital de La Paz, en el Gregorio Marañón y en Puerta de Hierro ofrecen charlas, apoyo y asesoramiento a las parejas que se enfrentan por primera vez al desafío de la prematuridad. “Va más allá de la cuestión teórica. Si pensamos en las retinopatías, no solo explicamos lo que son, también acude una madre cuya niña tiene 27 dioptrías y le explica a las demás cómo gestionar eso, cómo pedir apoyo a la ONCE“.

Reducir las barreras

Las incubadoras son una herramienta indispensable para el desarrollo de estos pequeños pero, al mismo tiempo, representan una barrera física entre ellos y sus padres, que a menudo solo tienen la posibilidad de verles desde fuera, con menos contacto corporal del que les gustaría. A la preocupación por las complicaciones médicas se suma la angustia por tener al niño hospitalizado durante varias semanas (meses, incluso), sin poder cogerle en brazos, estar todo el tiempo con él o hacer una vida normal.

La buena noticia es que esta tendencia ha cambiado bastante en varios centros hospitalarios que, en los últimos tiempos, han comenzado a aplicar nuevas formas de encarar este escenario. Una de estas novedades es el sistema NIDCAP (Neonatal Individualized Developmental Care and Assessment Program), que se caracteriza por una atención individualizada y coloca en el centro del proceso a los padres, convertidos en los principales cuidadores del niño. “El objetivo es prevenir los efectos potencialmente nocivos que el entorno de las UCI neonatales provocan en el cerebro en desarrollo, disminuir el estrés parental, mejorar la interacción entre los padres y el hijo, y contribuir, por tanto, al mejor desarrollo del niño y de sus conductas”, describen desde el Hospital Vall d’Hebron.

El acondicionamiento de las incubadoras es otra iniciativa que persigue objetivos similares. Se utilizan cobertores para proteger al pequeño del ruido y la luz. También se disminuye la luminosidad y el bullicio dentro de la sala y, en este ambiente más relajado, se ponen en marcha técnicas muy positivas para el bebé y para sus padres. Ejemplo de ello es el método de la madre canguro (MMC), que fomenta el contacto piel con piel con el bebé y estimula su desarrollo.

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