Consejos para bebés recién nacidos en verano

En los meses estivales, es fundamental que los bebés estén bien hidratados, evitar abrigarlos en exceso y que queden expuestos de forma directa al sol
Por Cristian Vázquez 25 de agosto de 2014
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Los recién nacidos son muy delicados y requieren múltiples cuidados infantiles especiales. Estas atenciones se deben reforzar todavía más en verano, cuando el calor genera riesgos que no existen en otros momentos del año, tales como deshidratación, golpe de calor, quemaduras, ataques de insectos y problemas para dormir. A continuación se ofrecen algunos consejos para proteger a los bebés nacidos en la época estival: cuidar su hidratación, elegir la ropa adecuada, proteger su piel, ayudarle a dormir y alejarle de los insectos.

1. Bebés recién nacidos en verano: hidratación

Los bebés recién nacidos necesitan en verano mayor hidratación, siempre a través de la leche materna o de fórmula

Los bebés recién nacidos no deben tomar agua. El medio de alimentación e hidratación exclusivo durante sus primeros seis meses de vida, siempre que sea posible, debe ser la lactancia materna. Así lo recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEP) y otros organismos oficiales. El Comité de Lactancia Materna de la AEP remarca que el niño que se amamanta a demanda (es decir, cada vez que lo solicita) «no necesita ningún otro líquido, ni agua ni infusiones«, tampoco en los meses de verano.

En los recién nacidos que no toman el pecho, la hidratación también se realiza a través de la leche de fórmula. Las recomendaciones de los pediatras indican comenzar con unos 50 mililitros diarios por cada kilogramo de peso del bebé y aumentar entre 10 y 20 mililitros cada vez. En verano, hacia el día ocho, se debe alcanzar un mínimo de 170 ml/kg/día, y luego, seguir las recomendaciones del médico en función del clima de la región.

Como es posible que en los días de calor el niño demande leche con mayor frecuencia, es aconsejable que la madre le ofrezca el pecho o el biberón en reiteradas ocasiones, más que en los días templados o fríos. De todos modos, el bebé desarrolla sus propias formas de expresar que tiene hambre (o sed): busca el pecho, se lleva la mano a la boca, bosteza o hace ruiditos que los padres y madres irán reconociendo a medida que se familiaricen con él.

2. Ropa y la temperatura del recién nacido

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Imagen: Barbara Ann Spengler

Como el recién nacido es frágil, muchos padres tienden a la sobreprotección, y uno de sus signos más visibles consiste en abrigarlo de más. Sin embargo, «el bebé no necesita mucha más ropa que una persona adulta. No hay que abrigarle en exceso«, explica la guía sobre el cuidado del recién nacido editada por el Gobierno vasco.

Más allá de eso, es fundamental tener en cuenta que «los bebés necesitan un ambiente térmico adecuado, entre 22 y 25 ºC«, añade la ‘Guía de cuidados del recién nacido en la maternidad‘, publicada por la Comunidad de Madrid.

El principal riesgo en verano es que el niño sufra de una hipertermia o golpe de calor, que se produce cuando su temperatura corporal asciende por encima de los 38 ºC. En estos casos, hay que refrescarle con un baño de agua templada, hidratarlo y acudir al médico lo antes posible, explica la guía de cuidados para el recién nacido, del Hospital Universitario Reina Sofía, en Córdoba.

3. Bebés en verano: cuidado de la piel

Los paseos en verano con un bebé recién nacido deben ser a horas de sol tenue, bajo una sombrilla y protegido con gorro y camiseta
La piel del bebé es muy sensible. Como no se le puede aplicar ninguna crema, la principal precaución es no exponerla a la luz del sol, sobre todo en verano y en las horas de más calor. Nunca hay que dejar a un bebé de menos de seis meses expuesto a la luz del sol directa, aunque esté vestido. Y si se sale de viaje con un recién nacido o se va con el bebé de paseo a la playa o al monte, debe ser durante poco tiempo y nunca en las horas de más calor.

Además, hay que proteger al bebé bajo una sombrilla, con gorro y camiseta. Cuando sea más mayor, la prevención adecuada incluirá gafas para el sol y la crema de protección que recomiende el pediatra.

4. Ayudar al bebé a dormir en verano

Cuando hace mucho calor, a los recién nacidos -igual que a los adultos- les puede costar un poco más dormir. Hay que tener paciencia para calmar su llanto y tratar de templar la habitación en la que duerma, pero sin olvidar los cuidados: nunca dejarlo expuesto a corrientes de aire y taparlo siempre, aunque sea con ropa ligera.

5. Proteger al niño de los insectos

Los mosquitos y otros insectos abundan en las épocas de calor, sobre todo en zonas rurales o cercanas a grandes parques. Pueden ser muy molestos e incluso peligrosos para los bebés.

Por eso, conviene proteger la cuna con un tul o una mosquitera especial. También existen lámparas antimosquitos, y hasta aplicaciones para móviles y tabletas que ahuyentan a los insectos mediante la emisión de sonidos que resultan molestos para ellos pero imperceptibles para los seres humanos.

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