Disfraces para niños: 12 ideas caseras, sencillas y baratas

Confeccionar los disfraces en casa es una gran ocasión para jugar y hacer manualidades con los niños
Por Laura Caorsi 16 de febrero de 2012
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El Carnaval es una de las fiestas más populares. Y quizá, también la más divertida, porque entusiasma a niños y adultos por igual. En estas fechas, unos y otros se disfrazan; juegan a ser alguien distinto: personajes históricos, superhéroes, monstruos, deportistas, estrellas del rock… La lista es casi infinita, tan amplia como la imaginación, y este es un recurso imprescindible al diseñar un vestuario. Si bien hay muchas tiendas donde comprar o alquilar un disfraz, no hay nada más entretenido, creativo y lúdico que intentar confeccionarlo en casa. Además, es más barato y permite contar con la colaboración de los niños, que estarán encantados de hacer manualidades. En este reportaje, ofrecemos 12 ideas prácticas y sencillas para crear disfraces divertidos para ellos. Y con ellos.

Para muchas personas, el Carnaval comienza cuando llegan a la fiesta disfrazadas del personaje que más les gusta. Para otras, empieza antes: cuando eligen un personaje e imaginan cómo recrearlo. ¿Qué materiales se necesitan? ¿Cómo hacer ese vestuario? Fantasear con las opciones puede ser muy divertido, sobre todo si hay que disfrazar a los niños, pues nos brinda una oportunidad estupenda para jugar con ellos a soñar. Da igual que no seamos unos «manitas», que tengamos un presupuesto escaso o que el resultado no sea el de un diseñador profesional: con unos pocos materiales se pueden hacer cosas muy bonitas y los peques agradecerán ese espacio de creatividad.

1. El científico loco

Este disfraz es sencillo porque el niño puede vestirse como quiera. Lo importante es que, encima de la ropa, lleve una túnica o bata blanca. Si no tenemos (o no podemos conseguirla), también nos puede valer una camisa blanca que le quede grande (de papá o del abuelo), en cuyo caso doblamos las mangas para ajustarlas al tamaño de su cuerpo. Los complementos del disfraz son: unas gafas de juguete (o el armazón de unas de verdad), un par de bolígrafos para colocar en el bolsillo delantero y un frasco de plástico con tapa (se venden en las farmacias para recoger muestras de orina), que podemos rellenar con algún líquido de color (que no sea tóxico), una araña de goma, etc. El toque final lo damos con un poco de gel fijador, pues la idea es que lleve el pelo hacia arriba y algo desordenado. Otra opción para esto último es comprar una peluca blanca, estilo Einstein.

2. Un gato

Recrear un gato es muy fácil. Para el cuerpo, solo necesitamos una camiseta negra de manga larga y unos leotardos del mismo color. En los pies, el niño puede llevar botas o zapatos (del color que tenga, no hace falta salir de compras) y en las manos, unos guantes a juego con el calzado. Las orejas, en forma de triángulo, se confeccionan con cartulina negra y se pegan a una tiara fina para sujetarlas con facilidad a la cabeza. La estructura de la cola se puede hacer con un alambre (para que mantenga la forma y cierta rigidez). Lo forramos con tela negra o una panty negra y lo rellenamos con lo que tengamos a mano (más tela, papel, algodón…) para darle algo de consistencia. Un cinturón, un elástico o un poco más de alambre alrededor de la cintura bastará para unir la cola al cuerpo. El último paso es simular el hocico y los bigotes, que se pueden pintar en la cara con un lápiz delineador de ojos.

3. Bob Esponja

Este personaje tan querido por los niños tiene una ventaja sustancial: es poliédrico. De este modo, para la estructura solo se necesita una caja grande de cartón, que se puede conseguir en el supermercado o en los comercios del barrio, ya que suelen deshacerse de ellas. La caja será el cuerpo de Bob Esponja, así que el niño debe caber dentro. El primer paso es hacer un agujero arriba y dos a los costados para que el peque pueda sacar por allí la cabeza y los brazos. En cuanto al fondo de la caja (la parte que queda hacia abajo), conviene quitarlo entero, así el niño podrá moverse y caminar con facilidad. Todo lo demás es decoración. Será necesario forrar la caja de papel amarillo y pegar, encima, círculos de papel (o goma eva) que imiten la textura esponjosa de Bob. Con la misma técnica podemos hacer los ojos y un rotulador bastará para dibujar sus pestañas. El pantaloncillo también es fácil de hacer: se forra la parte de abajo con papel marrón y se dibujan encima los bolsillos y el cinturón. ¡Listo!

4. Pillado por un rayo

Para confeccionar este disfraz hay que hacerse una pregunta previa: ¿qué aspecto tendríamos si nos alcanzara un rayo? Casi con toda seguridad, la primera imagen que se nos vendrá a la mente será un aspecto chamuscado, con un montón de rasguños. Pues bien, materializar el concepto es muy simple. Cogemos una camiseta o un jersey viejo del niño (si es de color claro, mejor), le hacemos varios cortes y rasgaduras, y le añadimos unas manchas negras, que aporten la apariencia de haberse quemado. Para hacer estas manchas podemos utilizar un trozo de carbón, un poco de ceniza, el polvillo del grafo de un lápiz o la punta de un corcho, si la quemamos antes para ennegrecerla. Lo siguiente es manchar también la cara y las manos del peque, y dibujar en ellas unos rasguños (con un lápiz delineador de labios). Al igual que en el disfraz de científico, el pelo aquí es fundamental. La idea es despeinarlo, batirlo un poco y usar algo de laca para fijar el «look». Para completar la ilusión, el mejor complemento es un paraguas viejo, que podemos terminar de estropear si retorcemos algunas varillas y manchamos (o ajamos) la tela.

5. Hacer el indio

A muchos niños les gusta «hacer el indio», ¿pero sabemos cómo convertirlos en uno? El modo más práctico de confeccionar el vestuario es diseñar un poncho, que puede hacerse con tela, arpillera, papel crepe o una bolsa grande de plástico amarilla (esto último, solo en caso de que el niño tenga ya unos años y sea consciente de la peligrosidad del material; si no, es mejor usar las otras opciones para evitar accidentes). Una vez que elegimos el material, cogemos un rectángulo y lo doblamos por la mitad. Cada mitad será un lado del poncho (frontal y trasero), de modo que, en la zona del doblez, habrá que hacer un corte en «V» para que el peque pueda pasar por allí su cabeza. La superficie del poncho se decora con líneas de colores vivos (rojos, amarillos, azules) que siguen formas geométricas, para facilitar la tarea. Estas líneas se pueden hacer con cinta aislante de colores, con tela (pegada o cosida), con rotuladores o con la pintura más adecuada para el material con el que se ha confeccionado el poncho. El atuendo se completa con un cinturón o una cuerda anudada alrededor de la cintura. Para la cabeza, usamos una vincha de tela (o hacemos una con goma eva) y le añadimos unas plumas, en sentido vertical. En las mejillas pintamos unas «líneas de guerra» con lápiz labial y ¡ya está!

6. Mariposas, hadas y ángeles

No es que todo sea igual, pero podemos agrupar estos personajes porque comparten ciertos rasgos. El más importante: las alas. Una manera de hacerlas es con goma eva, un material muy bueno para obtener con rapidez la forma que queremos. Otro modo, algo más laborioso, es usar alambre y papel celofán. El primer material debe ser más o menos rígido, pues nos servirá para moldear la estructura, el contorno de las alas. El papel celofán (cuya transparencia es idónea para imitar la fragilidad de una mariposa o un hada) lo usaremos para cubrir la superficie de esas alas, pegándolo a los bordes que hemos hecho con alambre. La cinta adhesiva es una buena opción para ello. Si queremos recrear un ángel, hay que sustituir el papel por plumas blancas. Podemos comprar un par de boas de plumas, o bien hacer una imitación con muchas tiras de papel blanco cortadas en forma oval. Para sujetar las alas al cuerpo, lo mejor es utilizar un par de correas o elásticos gruesos, a modo de mochila.

En cuanto al cuerpo y los complementos:

  • La mariposa solo necesita unos leotardos y una camiseta del mismo color -a juego con las alas- y una tiara con un par de antenas.
  • Para el hada se pueden usar también leotardos, aunque lo ideal es emular un atuendo etéreo. Para ello, usamos unas pantys de base y, si nos atrevemos con la aguja y el hilo, hacemos una falda de gasa o tul, superponiendo varias capas. Solo necesitamos algo de tela, un elástico para sujetarla a la cintura y purpurina para darle un poco de brillo a la creación. El complemento ideal: unas flores en el pelo.
  • El ángel vestirá de blanco y, con un trozo de tela, podemos hacerle una túnica sencilla para cubrir su cuerpo. Un modo de hacerlo es coger la tela, anudar dos de sus extremos por encima de un hombro (al mejor estilo grecorromano) y utilizar un cinturón (no muy ceñido) para evitar que se abra por los lados. Otra opción es confeccionar la túnica del mismo modo que haríamos una camiseta de mangas largas y anchas. En la cabeza, el ángel llevará una corona circular que se puede hacer con un alambre forrado con una guirnalda dorada o plateada, de las que usamos para el árbol de Navidad.

7. La princesa

Un vestido blanco o rosa de la niña bastará para iniciar el disfraz. Al igual que con las hadas, podemos hacer una sobrefalda larga y vaporosa para que llegue hasta el suelo. Los materiales idóneos son la gasa y el tul, que decoraremos con purpurina o pequeños lazos. En la cintura, un lazo ancho servirá para tapar el elástico y las uniones de esta falda de fantasía. El complemento fundamental del disfraz es una corona (las hay de plástico, muy baratas) y algunas «joyas», como pulseras y collares brillantes. Un bonito peinado y algo de maquillaje (si los padres lo permiten, claro) harán aun más real esta ilusión.

8. El mago

Los clásicos nunca pasan de moda y este personaje es un buen ejemplo de ello. ¿Podemos hacer que nuestros hijos se parezcan a Merlín? Sí, y es fácil. Lo primero es confeccionar el vestuario, que consiste en una túnica de color azul oscuro, de mangas largas y anchas, que le llegue hasta los pies. La mejor opción para esto es comprar una tela económica, aunque también se puede hacer con papel crepe (hay que considerar que es menos resistente y que, con toda probabilidad, no sobrevivirá a la fiesta). En cualquier caso, la túnica azul estará decorada con estrellas plateadas. Podemos dibujarlas con un rotulador color plata, hacerlas con cola y purpurina, coserlas (si tenemos tela de este color) o pegarlas, si las hacemos con papel albal. Para la cabeza de nuestro mago, diseñaremos un sombrero en forma de cono. El mejor material es la cartulina (azul o negra, en este caso), que uniremos con una grapadora. La decoración es igual que la del traje: estrellas y lunas plateadas, hechas con purpurina o papel albal. Para sujetar el sombrero a la cabeza, usaremos un elástico fino. Por ello, es preferible que el cono no sea demasiado largo o pesado. El complemento indispensable: una varita mágica, que podemos hacer con varios palitos de brochetas unidos con cinta adhesiva y forrados con papel albal.

Disfraces de último minuto

“Mamá, papá, ¡mañana hay una fiesta de disfraces en la casa de María!”. Escuchar estas palabras un viernes por la noche no es el mejor plan para el fin de semana. Algunas tiendas cerradas y el poco tiempo para la confección tampoco contribuyen a la creatividad. Para quienes se encuentren en una situación parecida y necesiten de la “fantasía exprés”, aquí planteamos cuatro alternativas:

  1. El payaso. Elegimos ropa de distintos colores (si pueden ser vivos, mejor) y los combinamos como jamás lo haríamos. Le prestamos al peque una corbata, para que la lleve algo suelta y torcida, y una chaqueta vieja de mamá o papá, que le quede grande. También podemos usar calcetines diferentes y colocar uno de ellos por encima del pantalón. El disfraz se completa con una peluca (aunque no es indispensable), una nariz roja (que podemos pintar con lápiz de labios, si no conseguimos una) y algo de maquillaje en la cara.
  2. La momia. Para recrear este personaje solo hace falta acercarse a una farmacia y comprar muchos metros de gasa. Vestimos al peque de blanco, con ropa ceñida al cuerpo (una camiseta y unos leotardos) y, a continuación, enrollamos la gasa alrededor de su cuerpo.
  3. El futbolista. Ronaldo, Messi, Llorente… Muchos niños tienen algún ídolo deportivo a quien les gustaría parecerse de mayores. Y, en estos casos, es probable que también tengan la camiseta de su equipo favorito. Pues bien, esa misma camiseta, un pantalón corto, unos calcetines y unas zapatillas bastarán para disfrazarse de quien admiran. Si hace frío, podemos ponerle por debajo del atuendo unos leotardos y una camiseta de manga larga. Ah… ¡y que no olvide llevar una pelota!
  4. El antifaz. Es el disfraz más pequeño del mundo y, quizá por ello, también el más socorrido. Un poco de cartulina bastará para hacerlo y otro poco de purpurina, para decorarlo. Si no tenemos a mano purpurina, podemos usar rotuladores. Un lazo o elástico muy fino bastarán para sujetarlo a la cabeza.
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