Claves para elegir el suelo de madera

Cada especie posee determinadas características de dureza, color y acabado
Por EROSKI Consumer 8 de febrero de 2005
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Imagen: Mike Pearson

Los suelos de madera son los más habituales en una vivienda. Sin embargo, hay una amplia variedad de especies y, cada una, posee unas características determinadas. Por este motivo, antes de decidirse por un suelo de madera u otro, conviene tener en cuenta una serie de cuestiones.

A la hora de elegir un suelo de madera hay que fijarse en diferentes aspectos. Además del color, hay que analizar la dureza, el diseño, la estancia en la que se va a colocar o el acabado de la madera. En cuanto al color, se puede optar por un tono claro u oscuro, ya que la variedad es amplia. Hay especies muy claras, casi blancas, como el arce o el fresno, y otras oscuras o de tonos exóticos, como el ébano o el wengé. Otra opción es combinar diferentes maderas para crear un efecto de contraste.

Respecto a la dureza, las maderas duras son más recomendables para zonas de mucho tránsito, como recibidores o pasillos, ya que son garantía de durabilidad. Entre las más duras destacan la jatoba y el roble, que son además las más empleadas. Ambas se pueden utilizar en cualquier estancia de la casa, incluida la cocina, donde no es aconsejable instalar haya vaporizada o tratada al calor, abedul tratado al calor, arce canadiense y europeo, cerezo americano o nogal europeo.

Cada madera tiene una dureza determinada. Este parámetro se determina mediante el «ensayo de Brinell» -por el ingeniero sueco Johan August Brinell-, que consiste en comprimir una bola de acero de 10 milímetros de diámetro contra la madera, «con una presión determinada y durante un tiempo especificado». La huella que queda en la madera permite determinar el valor de la dureza, de forma que, «cuanto más dura es una madera, más alto es el valor de dureza Brinell que se obtiene», explica la Federación Europea de la Industria del Parquet (FEP).

Tipo de suelo

Otro aspecto importante es el tipo de suelo. Éste puede ser multicapa o de madera maciza. Los primeros están compuestos por dos o tres capas de madera superpuestas. «La capa superior es de madera de frondosas y las inferiores pueden ser de pino o de tablero de fibras de alta densidad», indica la FEP. Los grosores oscilan entre los 7 milímetros de los suelos chapados y los 20 milímetros de los suelos más gruesos. Por su parte, los suelos de madera maciza disponen de una única capa de tablas de madera «cortada directamente del árbol».

Los suelos laminados carecen de madera en la capa superior, fabricada con un material resistente al desgaste

Para facilitar la identificación de los suelos de madera frente a otros tipos de pavimentos, la FEP ha creado la etiqueta «real wood» («madera real»). Este distintivo diferencia la madera de otros productos de imitación o laminados, fabricados con fibras prensadas y una capa superior resistente al desgaste, pero que en ningún caso se trata de madera.

Diseño y acabado

Los últimos detalles que hay que tener en cuenta son el diseño y el acabado del suelo. Se pueden instalar las tablas en paralelo, con formas trenzadas, de cubierta de barco o de espina de pescado o espiga. También se puede elegir la anchura de las tiras -las estrechas son más recomendables para habitaciones pequeñas-, optar por maderas con nudos para dar un aire rústico o “maderas limpias para ambientes modernos”, recomienda la FEP.

Las tablas estrechas son más aconsejables para habitaciones pequeñas

Por último, un aspecto muy importante es el acabado, ya que protege la madera y garantiza su durabilidad. Los tratamientos más habituales son el barniz, el aceite y las ceras. Cada uno cumple una misión diferente: los barnices sellan la madera con diversos niveles de brillo, mientras que el aceite y la cera confieren a la madera una protección natural, pero exigen una conservación periódica.

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