Cobro de morosos, más allá del disfraz

Aunque los sistemas que utilizan los cobradores uniformados son muy llamativos, hay otros métodos para recuperar el dinero
Por Elena V. Izquierdo 6 de octubre de 2009
Img transferencia
Imagen: sanja gjenero

Es uno de los pocos sectores que ha crecido de manera espectacular con la crisis. Al igual que ha ocurrido con las casas de empeño o la compra de oro, el cobro de deudas es uno de los negocios más beneficiados por la mala situación que atraviesa la economía. El incremento de las tasas de morosos, que se elevó en julio hasta el 4,6%, ha propiciado que las empresas de gestión de deudas hayan duplicado tanto su negocio como el número de trabajadores. En paralelo, sus métodos también se han modificado porque con la recesión el tipo de deudor es muy distinto. Según el trato que el contratante quiera para éste, puede dirigirse a gestoras con personal disfrazado o a otras cuyos métodos de cobro son más discretos. Estas últimas aseguran que quienes emplean comerciales uniformados para perseguir al moroso les perjudican, ya que utilizan métodos prohibidos en el resto de Europa.

Deudores hoy, ayer ahorradores

Miles de personas a quienes hace unos años ni se les habría pasado por la cabeza que podrían deber una cuota de la hipoteca o el pago de la mensualidad de un crédito personal se encuentran hoy llenos de deudas. Unas veces el culpable es el paro; otras, la quiebra de la empresa y, en muchas ocasiones, un trabajo que no han cobrado (una situación que sufren cientos de autónomos). Éste es el tipo de deudor que no paga porque no puede, no porque no quiera. En su caso, la posibilidad de cobrar se complica. Por eso las empresas tienen que cambiar su forma de actuar. De nada sirve ridiculizar al moroso.

A los acreedores se les hace cada vez más difícil saldar la deuda por sí mismos. Si estos son también morosos, alimentan la cadena y el sistema de pago se colapsa. Ante la imposibilidad de obtener su dinero, la persona a quien se debe una cantidad acude a las agencias de recobro que, por un porcentaje más o menos elevado del capital obtenido -en función de la antigüedad de la deuda y de la empresa-, se comprometen a recuperar el dinero o, al menos, a intentarlo.

Dos estilos, dos métodos

Al elegir la entidad de gestión de cobro, hay que decidir la imagen que el contratante quiere transmitir a su deudor. Los comerciales disfrazados generan en el moroso una mala imagen sobre la empresa a la que debe dinero. Esto puede repercutir de forma negativa sobre futuros contratos, tanto propios como de otros potenciales clientes. La Asociación Nacional de Entidades de Gestión de Cobro (ANGECO) agrupa, desde 1994, a las empresas o sociedades que tienen como objeto social la prestación de servicios de recobro de cantidades impagadas, tanto por vía amistosa como por vía judicial. Destacan su exigencia con la calidad y el nivel profesional de las empresas que la integran: hay un estricto código ético que todos los miembros deben cumplir, así como una serie de directrices de funcionamiento y organización que son condición necesaria para incorporarse a la asociación.

Las entidades de gestión de cobro se ven perjudicadas por otras que usan trabajadores disfrazados para perseguir al moroso

Las empresas que forman parte de esta asociación se comprometen a respetar a las personas y su vida privada, además de intentar que la deuda se liquide lo antes posible y por vía amistosa. La confidencialidad de las informaciones referentes a clientes y deudores, y la actuación dentro de la legalidad son otros requisitos inexcusables. Aunque este último extremo parece evidente, no son pocas las empresas de este tipo que bordean los límites de lo lícito. Llegan incluso a la amenaza, a la coacción o a la intromisión en la intimidad, el honor o la propia imagen del deudor. Son entidades que dañan al sector por la gestión de cobro. Y sólo sucede en España, el único país de la Unión Europea que acepta que las empresas utilicen comerciales disfrazados para perseguir a los morosos y conseguir que paguen su deuda.

Cómo funcionan

Cómo funcionanAdemás de cobrar una comisión, algunas compañías piden, al firmar el contrato, una cantidad por anticipado. La cuantía de la comisión depende de la antigüedad de la deuda. Puede oscilar entre un 5%, si es muy reciente, y un 50%, cuando ha pasado más de una década. El motivo: la mayoría de las cuentas pendientes actuales son saldadas cuando se recurre a una de estas empresas. Sin embargo, el porcentaje de éxito con las antiguas es mínimo.

Cuando un particular, una compañía o un comerciante quieren contratar a una empresa de cobro de morosos deben llevar los documentos que certifiquen que son los acreedores. Es preferible la entrega de copias y siempre conviene conocer el historial de la gestoría antes de contratarla. Su integración en una asociación que asegure un comportamiento ético con el deudor, será una garantía de buen trato hacia el cliente.

Uno de los métodos que se utilizan para que el moroso pague es el envío de cartas de preaviso a su domicilio. Primero se localiza su vivienda, un dato que puede ser aportado por el acreedor o investigado por la compañía. En la correspondencia se informa sobre el dinero pendiente de abono y se avisa, entre otras cosas, de que la persona puede pasar a formar parte de un registro de morosos. También se enumeran las consecuencias que trae consigo.

Si está integrada en una asociación que asegure un comportamiento ético con el deudor, será también una garantía de buen trato hacia el cliente

Cuando las cantidades no son muy elevadas, como las correspondientes a facturas telefónicas, pequeños pagos de la tarjeta, de seguros o alguna cuota de productos comprados a través de un crédito al consumo, el envío de la carta tiene éxito y los deudores devuelven el dinero, puesto que el esfuerzo que deben hacer no es demasiado elevado en comparación con los efectos negativos que conllevaría no hacerlo. El éxito que consiguen las empresas de cobro con los particulares es muy superior al que logran con las empresas.

Las respuestas a este requerimiento son variadas: desde la persona que asegura que el titular ya no vive en el domicilio hasta quien niega ser deudor. También cabe la posibilidad de que, ante la frecuencia de los avisos, opte por pagar. Las llamadas telefónicas pueden ser meros recordatorios, aunque nunca se debe amenazar.

Las empresas emplean, en ocasiones, a gestores que aconsejan al deudor sobre la mejor manera de abonar el dinero y dan facilidades a quienes no pueden pagar. El objetivo es llegar a un acuerdo para recuperar la mayor cantidad de dinero posible o la totalidad de la deuda, en el mejor de los casos. Siempre sin acosar.

Facilitar el pago

Los cobradores conocen las razones de los consumidores que no pueden hacer frente al pago: imprevistos, malos presupuestos familiares, ser integrante de una cadena de morosidad… También reconocen al moroso profesional, que no salda la deuda porque no quiere, utiliza todos los subterfugios legales para retrasar al máximo el pago y se sitúa al borde o fuera de la legalidad cuando lo considera necesario.

Algunas empresas dan al deudor la posibilidad de pagar a través de Internet

La clave del éxito es saber tratar a cada cliente de manera personalizada. Los buenos gestores redefinen un plan de pagos para facilitar al ciudadano que abone su deuda de acuerdo a su situación. En otras ocasiones, permiten realizar el pago a través de Internet con la tarjeta de crédito. Cuando el deudor recibe una carta de la compañía para que devuelva el dinero, puede consultar la página web de la empresa y resolver las dudas que suscita la recepción de este tipo de correspondencia.

El pago puede hacerse por Internet mediante un formulario en el que el cliente indica sus datos personales, el número de referencia de la carta recibida, la mejor hora para contactar con él, el importe total de la deuda, el plazo en el que va a pagar, el medio a través del que lo hará -tarjeta de crédito, de débito, ingreso en cuenta o transferencia- y la fecha del primer pago (se puede realizar de forma fraccionada).

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube