Estrategias para enfrentarse a un despido

Una actitud positiva y planificar bien las finanzas es el mejor modo de hacer frente a la pérdida del puesto de trabajo
Por Lola Raya Bayona 29 de marzo de 2008
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Imagen: Rajesh Sundaram

Una realidad cotidiana

Fusiones, reorganizaciones, ajustes de plantilla o una mala relación con los jefes. Éstas son algunas causas comunes por las que se puede perder un puesto de trabajo. ¿Cómo hay que reaccionar cuando llega el despido?¿Se está preparado para afrontar este momento tan difícil? Perder el empleo es una de las peores situaciones a las que enfrentarse, pero los expertos recomiendan no enfocar con pesimismo esta coyuntura vital. Con una actitud positiva y planificando bien las finanzas es posible enfrentarse al problema sin perder la dignidad.

Aunque existan rumores de que la empresa atraviesa por problemas, lo cierto es que nadie piensa nunca que formará parte del grupo de afectados. Hasta que un día se recibe una llamada del departamento de Recursos Humanos y sueltan la fatídica frase: “la empresa tiene que prescindir de ti”. Es entonces cuando se cae el mundo encima y no se sabe cómo reaccionar ni qué hacer. Los expertos opinan que, debido al actual panorama económico y para no llevarse sorpresas, todos deberíamos contemplar la pérdida del puesto de trabajo como una realidad que puede pasarle a cualquiera. Aseguran, además, que es necesario estar preparado para la llegada de esta noticia porque prácticamente ya no existen los empleos para toda la vida.

Debido al actual panorama económico, todos deberíamos contemplar la pérdida de trabajo como una realidad que puede sucederle a cualquiera

De cara a hacer frente a dicha situación, aportamos dos tipos de consejos. Los primeros son de tipo psicológico: no hay que venirse abajo para intentar conseguir cuanto antes un nuevo empleo. La segunda batería de consejos se refiere a las finanzas personales: es necesario planificar bien los gastos puesto que los ingresos, al menos en el corto plazo, se verán reducidos.

Desahogarse sí, pero el tiempo justo

Aunque en el instante de ser despedidos, y en los días siguientes, sólo se sienta tristeza, rabia y miedo a un futuro incierto, lo cierto es que no hay que abatirse. Cuando uno se queda sin trabajo, lo más normal es experimentar todos estos sentimientos negativos, y es bueno no reprimirlos y dejarlos salir, pero no más tiempo de lo necesario. Para ello, es conveniente seguir algunas recomendaciones que acortarán ese período de incertidumbre:

  • Conviene ser realista y reconocer las cosas tal y como son, no dramatizar y no ponerlas peor, exagerando lo ocurrido.

  • Es bueno desahogarse y hablar del tema, siempre y cuando se haga en términos constructivos y no se abuse de las quejas, porque éstas sólo lograrán que se caiga en un gran pesimismo.

  • Hay que asumir el despido como una situación de transición entre un trabajo y otro.

  • En positivo se debe pensar que si se ha desempeñado hasta ahora un trabajo con profesionalidad, ¿por qué no va a ser posible conseguirlo en otra empresa?

El trabajo de buscar trabajo

Todas las personas que pasan por esta situación necesitan tomarse un tiempo para reflexionar y reorganizarse. Y aunque es una labor costosa, sería conveniente dedicar unos días para descansar y reflexionar antes de precipitarse y presentarse a una nueva entrevista de trabajo. Eso sí, tampoco hay que demorarlo más de una semana, porque los nuevos empresarios no verán con muy buenos ojos un largo período de descanso.

Igor S. Popovich, en su libro “El éxito en las entrevistas de trabajo”, resalta que los parados están en desventaja frente a quien trabaja y quiere cambiar de puesto, y esto es debido a las ideas preconcebidas de los empresarios. Porque estos tienen la idea generalizada de que quienes trabajan rendirán mejor. Algunos consultores aseguran que el 80% ó 90% de los candidatos elegidos por sus clientes son personas que están trabajando actualmente. El hecho de que alguien lleve un tiempo sin ocupación crea ciertas dudas sobre sus aptitudes”. ¿Qué pasos se deben seguir entonces para encontrar un nuevo empleo? El consultor José María Ferré Trenzano señala que las fuentes más habituales de búsqueda de empleo son los servicios de “headhunters” y consultorías de recursos humanos, así como los anuncios en prensa, revistas especializadas, Internet y bolsas de trabajo. No obstante, los expertos dan además una serie de pistas para que esta búsqueda sea mucho más eficaz:

  • Recurrir a la red de contactos. Está demostrado que la vía más eficaz suele ser la de recurrir a la red de contactos. Se estima que entre el 65% y el 70% de los puestos de trabajo surgen a través del conocido como “networking” (recomendaciones de amigos, conocidos o antiguos colegas).

  • Empresas de la competencia. También se puede explorar la posibilidad de encontrar trabajo en otras empresas del sector donde hasta ahora se había trabajado. Al tener conocimiento del mismo, se podrán ofrecer a otras compañías las habilidades directivas o la experiencia que se haya adquirido.

  • La eficacia de la carta de presentación. Según José María Ferré Trenzano, “es previa al currículum vitae y es más importante que el propio currículo. Debe ser innovadora y creativa. Es buena, además, para insertar información que no consta en el currículo. Algunos consejos de presentación es que debe escribirse en un papel blanco, escrita en ordenador, máximo una página, una sola idea de propuesta, no subestimarse ni lamentarse y solicitar en ella una entrevista personal”. Otra herramienta cada vez más valorada es la inclusión de “cartas de referencia” de las empresas o jefes anteriores.

  • Una carta de presentación sencilla o las cartas de referencia de la antigua empresa son cada vez más valoradas por los empleadores

    La pregunta clave que se le hace a un parado. Después de haber sido despedido, conviene encontrar respuestas para estas tres preguntas: “¿cuál es el motivo del despido?” (versión oficial), “¿qué se cree que realmente sucedió?” y “¿qué se le va a decir a la gente?” sobre todo a los potenciales entrevistadores cuando pregunten: “¿Por qué se encuentra usted en paro?”. Es importante preparar una respuesta razonada y razonable a esta pregunta, y referirse al tema mediante comentarios positivos acerca de la antigua empresa e, incluso, de los anteriores jefes.

  • ¿Se debe aceptar el primer empleo que se ofrezca? Es necesario estudiar convenientemente todos los pros y los contras del nuevo empleo. Como señala Herminia Ibarra, profesora de Comportamiento Organizativo de la escuela de negocios INSEAD, “hay controlar las decisiones que pueden tomarse apresuradamente, sobre todo en lo que se refiere a ofertas imprevistas”. De hecho, hay muchas personas que aceptan la oferta, aunque en muchas ocasiones el salario sea inferior al de su anterior empresa. ¿La razón? Entienden que obtienen otras compensaciones como la proximidad, el buen ambiente laboral o el horario. Sobre todo, es importante pensar que se trata de un período de transición mientras se encuentra otro empleo mejor remunerado.

  • Cambio de carrera. Muchas personas aprovechan una situación de paro para replantearse su vida profesional y cambiar de carrera o actividad. Por ejemplo, alguien que ha trabajado durante toda su vida en el sector de seguros no tiene por qué buscar únicamente trabajo en una aseguradora, porque sus conocimientos le son útiles para otras muchas actividades: contabilidad, administración, etc. Según Herminia Ibarra, la mayoría de la gente se embarca en el proceso de cambio profesional con cierto grado de confusión y mucha incertidumbre sobre dónde acabará todo. “Procedemos de muchos puntos de partida distintos, y seguimos muchas rutas diferentes”, concluye.

Planificación económica

Cuando una persona pierde el puesto de trabajo, durante un tiempo dejará de contar con ingresos, por lo que es necesario pararse a hacer cuentas y realizar una planificación de las finanzas siguiendo dos parámetros fundamentales: calcular el dinero con el que se cuenta para pasar los próximos meses, y analizar cuáles son los gastos habituales que se pueden reducir.

En cuanto a los ingresos, lo más habitual es contar de forma inmediata con dos tipos de ingresos. Primero, la indemnización que corresponde por despido y, en segundo lugar, la prestación por desempleo.

  • Indemnizaciones: El despido declarado improcedente es una de las causas de finalización de la relación laboral con indemnización más frecuente. En ocasiones, algunos empresarios deciden dar por terminada la relación laboral con un empleado argumentando que éste ha incurrido en un incumplimiento grave. Si no han quedado demostradas las causas, o no se observan las formalidades necesarias, se declara improcedente. Es entonces cuando la empresa puede optar por readmitir al trabajador o pagarle una indemnización.

    En este caso, si se alega y se prueba como causa de la indemnización un despido declarado improcedente disciplinario, corresponden 45 días de salario por año de servicio para un máximo de 42 mensualidades. Por ejemplo, si el 1 de junio de 1998 se firmó un contrato indefinido y el despido se ha producido el 10 de enero de 2008, se tiene una antigüedad de nueve años, siete meses y diez días. En el cómputo final, los diez días se toman como un mes entero. Así pues, a efectos de la indemnización serían nueve años y ocho meses. Para calcular el importe máximo que se podría recibir, se multiplica el salario mensual por el máximo de mensualidades.

  • Prestación social por desempleo: Si se pierde el trabajo por un despido declarado improcedente, se tendrá derecho a una prestación económica mensual o, lo que es lo mismo, a cobrar el paro. La cantidad que deberá cobrarse se calcula en función de las cotizaciones realizadas a la Seguridad Social por esta contingencia, y sobre la base reguladora correspondiente al promedio de los últimos 180 días de ocupación cotizada del trabajador. Durante los 180 primeros días de desempleo, se percibirá el 70% de la Base Reguladora y a partir del 181, el 60% de ésta.

    Con respecto a la duración de la prestación, ésta se calcula en función del período de ocupación cotizada durante los últimos seis años anteriores a la situación legal de desempleo con arreglo a la escala adjunta. En cuanto a las retenciones, a la cuantía de la prestación se le descontarán por una parte el importe del 65% de la cotización a la Seguridad Social a efectuar por el trabajador y, por otra, el importe de la retención a cuenta del IRPF.

Pautas para reducir gastos

Después de un despido, además de buscar un nuevo empleo, hay que revisar y reorganizar las finanzas personales y familiares. Para ello, los expertos recomiendan algunas pautas que ayudarán a afrontar un revés laboral y, en definitiva, a gastar menos:

  • Hacer un estudio detallado y analizar los posibles gastos, para así amoldarse mejor a la nueva situación. Se puede hacer un gráfico o una tabla en la que figuren todos los ingresos y gastos mensuales que se producen en la economía familiar. Por ejemplo, en una hoja de papel se desglosan los costes fijos en dos columnas (alquiler, hipoteca, luz, agua…) y los gastos variables (sobre los que se tiene influencia directa: ropa, actividades de ocio, etc.) Se calcula la diferencia y el resultado es el margen financiero del que se dispone.

  • Dejar las vacaciones y grandes compras para mejores momentos. Si se quiere ahorrar, lógicamente no es el momento para realizar viajes demasiado costosos. Tampoco es el mejor momento para comprar el último modelo de coche, sino centrarse únicamente en aquellos gastos de primera necesidad.

  • Intentar alargar el plazo de la hipoteca. En momentos de carestía, muchas personas optan por vender la casa para cambiarse a otra más económica, en barrios donde el metro cuadrado es más barato. Pero si esta medida es demasiado drástica, se puede intentar negociar con el banco y optar por la posibilidad de alargar los plazos de pago de crédito hipotecario y así reducir las cuotas mensuales.

  • Seguros de Protección de Pagos. Otra posibilidad para hacer frente a los problemas económicos se basa en ser previsores y contratar seguros que garantizan el pago de las cuotas de un préstamo, en situaciones de pérdidas de ingreso como el desempleo. Son habituales para el pago de hipotecas, préstamos personales, tarjetas de crédito, compras a plazo, y en cualquier producto que exija un pago.

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