Cuidar la presentación en los documentos académicos

Una presentación pulcra, ordenada y clara en los trabajos y exámenes facilita la corrección y puede influir en su calificación final
Por Marta Vázquez-Reina 8 de mayo de 2011
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Imagen: Karl Baron

El contenido es esencial, pero el continente marca la diferencia. Cuando un estudiante debe presentar ante un profesor un examen o trabajo académico, tiene que atender a la corrección de las respuestas o textos, pero también a la presentación formal de los mismos. La imagen visual que transmite un documento en el que se ha cuidado la pulcritud, el orden y la legibilidad ayuda a obtener una valoración positiva y reporta una impresión favorable del alumno al docente.

Elaborar un trabajo académico o preparar un examen requiere un importante esfuerzo intelectual por parte del estudiante. Lo primordial es acertar en los contenidos y conseguir que estos respondan a las cuestiones e indicaciones planteadas por el docente. Pero no es el único aspecto que debe atender un alumno al presentar sus documentos académicos. El continente también importa.

«La buena presentación tiene como finalidad resaltar la riqueza del trabajo y facilitar su lectura»

En su obra ‘Estrategias de aprendizaje’, el pedagogo José Bernardo Carrasco sostiene que la «buena presentación tiene como finalidad resaltar la riqueza del trabajo y facilitar su lectura». La ortografía y la corrección de las frases y la claridad del razonamiento son claves para lograr una presentación adecuada, pero hay que sumar «una letra clara y legible o el uso de mayúsculas o subrayados que destaquen las partes fundamentales y diferencien las ideas principales de las secundarias», señala Carrasco.

Criterio de corrección

Más allá del contenido, la presentación de un trabajo o examen puede influir de forma positiva o negativa en la calificación del mismo. Entre los criterios generales de corrección que marcan cada año las comisiones organizadoras de las pruebas de acceso a la universidad (selectividad), la adecuada presentación se incluye por lo general como uno de los parámetros que deben valorar los correctores de los ejercicios. Entre los aspectos formales de presentación que se consideran en estas pruebas destaca la pulcritud y legibilidad del documento, la organización armónica de los contenidos y la estructuración ordenada de las ideas por medio de apartados o epígrafes divisores.

La presentación de un trabajo o examen puede influir de forma positiva o negativa en la calificación

Estas características, ya sea en un examen o en un trabajo académico, trasladan al docente una primera visión general sobre la calidad del documento o ejercicio y el interés que el estudiante ha puesto en su realización. «La corrección de un trabajo bien presentado resulta más fácil para el profesor y lo predispone para una buena valoración», afirma María del Mar Vázquez, doctora en Filosofía con más de 20 años de experiencia docente en la Universidad de Sevilla. «No es determinante para la calificación, ya que priman los contenidos», matiza Vázquez, pero «entre un trabajo ordenado, claro y legible y otro mal presentado, tiene más posibilidades de obtener una evaluación superior el primero».

Pautas de estilo para presentar un examen

Para lograr una presentación correcta de los escritos académicos, es necesario seguir una serie de pautas de estilo esenciales para que su lectura resulte cómoda, fácil y atractiva para el docente. En el caso de los exámenes manuscritos, los especialistas recomiendan atender a diferentes aspectos durante su realización:

  • Antes de empezar: reflexionar antes de empezar a escribir sobre qué y cómo se quiere contestar a la preguntas, elaborar un guión previo con las respuestas para poder expresarlas con el debido orden.
  • Cuidar la letra: la caligrafía en el examen tiene que ser legible y mantenerse homogénea durante todo el escrito para transmitir claridad y limpieza. Es importante cuidar la horizontalidad de las líneas y el interlineado, utilizar tinta azul o negra y evitar otros colores que se usen para la corrección.
  • Espacio de respuesta: en algunos casos, se delimita el espacio disponible para las respuestas de un examen. El estudiante debe tener en cuenta que éste le orienta sobre la longitud que debe tener su contestación y que no por ello tiene que reducir el tamaño de la letra hasta hacerla ilegible. Si es imprescindible extender la respuesta en otro folio, no hay que olvidar incluir una anotación de referencia tanto al final del espacio de respuesta como al principio de la continuación.
  • Márgenes y espacio: los márgenes en ambos lados de la hoja y en la parte superior e inferior de la misma son esenciales para transmitir pulcritud en el escrito. Es recomendable también dejar un pequeño espacio en blanco entre párrafos de una misma respuesta y algo mayor entre una contestación y otra, este espacio puede servir para completarla si se decide añadir al final una información adicional.
  • Errores y tachaduras: ante una equivocación en una palabra o frase se puede tachar, pero con moderación. Si hay un exceso de tachaduras en un examen, es mejor pasarlo a limpio. Queda menos desaliñado tachar con una línea horizontal o una cruz, que emborronar el texto. Si está permitido, se puede usar también un borrador líquido para poder sobrescribir el texto.
    Técnicas de realce

    Para transmitir orden y coherencia en un examen, se puede recurrir a diferentes técnicas de realce con recursos tipográficos comunes y otros elementos gráficos:

  • Numeración y epígrafes: además de incluir en la cabecera del examen los datos personales que indique el profesor, para una corrección ordenada, es necesario que se numeren las páginas del examen y las respuestas a las preguntas. Cuando una contestación contiene distintos epígrafes, se puede facilitar la lectura con señales gráficas, como letras, puntos o números, y con la sangría del texto.
  • Mayúsculas y subrayados: algunos recursos tipográficos, como las mayúsculas o el subrayado, pueden servir para dotar de cierto orden al texto y facilitar la comprensión del mismo. Se puede recurrir a ellos, pero sin abusar para que la imagen final sea homogénea.
  • Gráficos y tablas: en ocasiones, el examen requiere la inclusión de un gráfico o tabla para detallar la información de una respuesta. También se puede recurrir a ellos para representar de un modo más visual los contenidos. Es recomendable utilizar una regla para elaborarlos y no olvidar añadir en la cabecera un título descriptivo del contenido.
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