Familias plurilingües

Hay muchas ventajas y pocas desventajas en adquirir dos o más lenguas de forma simultánea desde la más temprana edad
Por Marta Vázquez-Reina 22 de enero de 2008
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Imagen: Steven Damron

Cada vez es más frecuente encontrar en nuestro país familias en las que los progenitores hablan diferentes idiomas, creando un entorno familiar bilingüe dentro de una comunidad monolingüe. Lo más frecuente es que los niños criados en estos ambientes, gracias a la implicación de sus padres, asimilen desde muy corta edad dos o más lenguas de un modo natural.

Imagen: Steven Damron

Con tan sólo ocho meses de vida, Guillermo ya es un firme candidato a convertirse en bilingüe, desde su nacimiento está expuesto a dos lenguas en el hogar, la de su madre, Isabel, española y la de su padre Rainer, alemán. Los hijos de Miren y David, española y canadiense respectivamente, van aún más lejos, Noah, de casi seis años, y Alexander, de tres, conviven habitualmente con tres lenguas diferentes: mientras su madre se dirige a ellos en castellano y su padre en inglés, ambos asisten a un centro escolar en euskera, donde utilizan esta lengua para comunicarse tanto con sus compañeros como con los maestros. María y Vincent viven en Alemania, nada fuera de lo normal, si no fuera porque María es española y Vincent holandés, y entre ellos se comunican en inglés, creando un entorno en el que su hija, de apenas dos años, se expone diariamente a cuatro idiomas: castellano, holandés e inglés en el contexto familiar y alemán en el contexto social y escolar.

Es más fácil aprender dos lenguas a la vez en la infancia que adquirir una segunda lengua después de haber aprendido otra

Estas tres familias han decidido criar a sus hijos para que sean bilingües o plurilingües, una decisión muy importante que afectará al resto de sus vidas. Y es que hay muchas ventajas y pocas desventajas en adquirir dos o más lenguas de forma simultánea desde la más temprana edad. Aunque pueda parecer complicado, es mucho más fácil aprender dos lenguas a la vez en la infancia que adquirir una segunda lengua después de haber aprendido otra. Esto es así porque, como apuntan la gran mayoría de estudios científicos, en los primeros años de la infancia se desarrollan determinadas zonas del cerebro fundamentales en el aprendizaje lingüístico, convirtiendo esta etapa en el momento más idóneo para recibir y almacenar idiomas. Tal como afirma Miguel Siguán en su libro ‘Adquisición precoz de una segunda lengua’, «el aprendizaje de una segunda lengua simultáneamente con la primera produce una doble competencia muy difícil de conseguir en otras épocas de la vida». Por otra parte, el aprendizaje de dos lenguas a la vez no difiere sustancialmente del de una sola lengua, «todos los estudios sobre niños que aprenden a hablar en dos lenguas apuntan a que el aprendizaje se hace de la misma manera y en las mismas etapas que los niños monolingües», apunta el autor, «la única diferencia es que en un niño bilingüe cualquier avance en una de las lenguas puede estar influido por un avance previo en la otra lengua».

En un principio pueden tender a mezclar los idiomas, pero con el paso del tiempo este problema desaparece

Aunque los niños criados en un ambiente bilingüe o plurilingüe en un principio pueden tardar más tiempo que otros niños en adquirir un amplio vocabulario (hay que tener en cuenta que necesitan aprender las palabras en ambos idiomas) e incluso pueden tender a mezclar ambas lenguas, con el paso del tiempo estos problemas desaparecen, tal como ilustra Miren la madre de Noah y Alexander: «Alexander con tres años está en una etapa en la que suele mezclar en una conversación varias lenguas, sin embargo Noah, de cinco y medio, ya es capaz de desenvolverse en las tres lenguas independientemente, identificando perfectamente cuándo y con quién debe utilizar cada una de ellas».

La adquisición de dos lenguas de forma simultánea aporta al niño mayor facilidad para aprender otros idiomas

Por otra parte, además de la ventaja evidente que supone el ser capaz de comunicarse en más de una lengua, el que un progenitor se dirija a su hijo en su lengua materna produce una comunicación más cercana entre ellos, y facilita la comunicación con aquellos familiares que hablan esa lengua, tal como apunta Colin Baker, uno de los más prestigiosos expertos en bilingüismo en su ‘Guía para padres y maestros de niños bilingües’. Asimismo, «la adquisición de dos lenguas de forma simultánea aporta al niño mayor facilidad para aprender otros idiomas», afirma Baker en su Guía, ya que la parte del cerebro que controla esa función está más desarrollada en comparación con otros niños que hablan un sólo idioma». Así lo corrobora Gloria Ruiz, madre de tres hijos criados en un ambiente familiar bilingüe castellano-inglés, y que asisten a un colegio bilingüe castellano-francés: «los tres niños destacan notablemente sobre sus compañeros en clase de francés, todos sacan unas notas excelentes en esta lengua, sus profesores han llegado a preguntarme si en casa hablamos en francés, por el buen acento que tienen en el idioma».

Métodos de aprendizaje

El método más utilizado es el OPOL( one parent, one language)

El método más utilizado por las familias bilingües o plurilingües es el de dirigirse en la comunicación con sus hijos cada uno de los progenitores en su lengua materna, es el denominado método OPOL (one parent, one language -un padre/madre, una lengua-), que según los expertos es el que produce un bilingüismo más temprano y más profundo. El otro método más común es el de un idioma en cada entorno, es decir, los niños se exponen a una única lengua en el contexto familiar y a otra en el social, aunque este método sólo es posible en el caso de que los dos progenitores sean capaces de comunicarse correctamente en la segunda lengua.

El método OPOL, aun siendo el más generalizado, a la larga puede ser menos idóneo, así lo explica a CONSUMER EROSKI Gloria Ruiz, doctora en Filología Inglesa. Sus conclusiones no son sólo como investigadora del tema, sino también a través de su experiencia personal como madre de tres hijos criados en el bilingüismo en casa. Ella y su marido estadounidense utilizaron el método OPOL desde el principio con sus tres hijos, de 13,10 y 8 años en la actualidad, «aunque me recomendaron utilizar el método de ‘un padre, una lengua’, ahora mismo, con la experiencia que tengo, pienso que hubiera sido mejor utilizar el método de una lengua en el contexto familiar y otra en el social».

Con el paso de los años, el contacto con la segunda lengua se suele reducir en comparación con la primera

El problema, según Gloria, radica en que con el paso de los años, el contacto con la segunda lengua se suele reducir drásticamente en comparación con la primera, que es la que se utiliza asimismo en el contexto social. «Los investigadores se han concentrado normalmente en estudiar la adquisición del lenguaje en niños bilingües, pero no en cómo se desarrolla el bilingüismo posteriormente. Cuando son pequeños y son hijos únicos es fácil que haya más equilibrio entre las dos lenguas, pero a medida que se hacen mayores la exposición que tienen al segundo idioma es mínima, si se reduce únicamente a la comunicación con un miembro de la familia, mientras que la otra lengua, además de utilizarla en casa con el otro progenitor y con los hermanos, se impone en el contexto externo, esto produce en muchos casos falta de interés por la otra lengua» añade Ruiz, que en su caso vio cómo la pequeña de sus hijas llegó un momento en que no era capaz de entender a su padre, ni de utilizar el segundo idioma con soltura, lo que la llevó a adoptar la decisión de utilizar ella también el segundo idioma en casa durante tres años, para lograr un mayor equilibro entre las dos lenguas.

Estrategias para lograr el equilibrio

Además de un método, los padres deben adoptar también una serie de estrategias discursivas que permitan que el aprendizaje de las lenguas se haga de una forma consistente. Entre estas estrategias, tal como recoge Gloria Ruiz en su estudio ‘El bilingüismo simultáneo familiar’, es fundamental la coherencia en la respuesta de los padres a la mezcla de lenguas por parte de los niños, “creando contextos monolingües o bilingües que favorecen o dificultan el uso productivo de la segunda lengua”. Según su estudio, cuando el niño se dirige a su padre o a su madre en la lengua que no es la común entre ellos, si éste continúa con normalidad en la lengua que ha elegido el niño, el hijo percibe que no es necesario hablar en la otra lengua, ya que el progenitor lo entiende y reacciona como él espera. “Ante esto, lo recomendable es utilizar la estrategia del entendimiento mínimo, simular que no se ha comprendido lo que ha dicho el niño para provocar un cambio de registro”; aunque algunos padres puedan creer que el emplear esta estrategia puede llevar al rechazo de la lengua, “aquellos que la utilizan confirman que con ella se refuerza el hábito de dirigirse al progenitor siempre en su lengua, fomentando el uso activo y natural de ese idioma”.

Ruiz añade también una serie de consejos para conseguir un punto de equilibrio entre los idiomas empleados y apoyar el uso de la segunda lengua:

  • Visitas periódicas, en la medida de lo posible, al país de origen de la segunda lengua.
  • Utilizar materiales en casa, como películas y libros en el idioma en cuestión.
  • Primar la relación humana y la naturalidad: no merece la pena crear situaciones hostiles para que el niño aprenda otra lengua, el aprendizaje siempre se debe dar en una situación de naturalidad.
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