Aprendizaje de idiomas

Sólo dos de cada diez españoles domina otro idioma
Por Clara Fraile 21 de marzo de 2005
Img posgrado
Imagen: Trine de Florie

Los actuales planes de estudio incluyen la asignatura de inglés desde los primeros cursos de la ESO, continúa en el bachillerato como obligatoria y después el estudiante suele iniciar un recorrido por academias privadas. En estos diez años en que una persona dedica su tiempo y dinero en estudiar otro idioma diferente a su lengua materna, ¿logra aprenderlo? ¿Es capaz de mantener una conversación y de utilizarlo por escrito? Aunque en estos momentos el 36% de la población está estudiando inglés, sólo dos de cada diez españoles son capaces de hablar correctamente otra lengua, frente al 44% de los europeos que sí pueden hacerlo. ¿A qué se debe esta diferencia? ¿Por qué nos cuesta tanto aprender un idioma y manejarnos con él? ¿Por qué algunas personas aprenden idiomas con mayor rapidez y mejor que otras?

Estudiar ‘en’ otro idioma

Sólo dos de cada diez españoles domina otro idioma, según un estudio de la escuela de idiomas Berlitz. Estas cifras distan bastante de las del resto de Europa, donde el 44% de la población habla otra lengua. A pesar de todo, el inglés es el idioma más estudiado en España. Los datos del último Eurobarómetro revelan que el 36% de la población está aprendiendo esta lengua en la actualidad.

La opción más habitual entre quienes están interesados en aprender inglés, sobre todo jóvenes y padres preocupados porque sus hijos aprendan idiomas, es hacerlo desde el país donde se habla esa lengua. En España, Londres es el destino elegido por la mayoría de adolescentes que a través de programas de au pair y de cursos de verano conviven con los nativos durante varios meses o años. No obstante, esta práctica tan habitual en nuestro país desde hace varios años es cuestionada por algunos profesionales del sector.

“No es bueno estudiar inglés en el extranjero”, afirma el presidente de Vaughan Systems, compañía proveedora en España de cursos de inglés. “No hay que ir fuera para estudiar inglés. Hay que ir para estudiar en inglés”, matiza. Vaughan insiste en que “no es un uso eficaz del tiempo y dinero ir al extranjero para estudiar un idioma”. Según él, sólo debemos ir a estudiar fuera si podemos afrontar una experiencia que nos obligue a pasar apuros constantes con el idioma, y no lo conseguiremos en Londres o Chicago si nos encerramos en una clase de inglés con compañeros de diferentes nacionalidades. Así acabaríamos haciendo amistades con ellos y no con la gente local. “Es diez veces más eficaz estudiar cocina, hípica, corte y confección o cualquier materia donde tus compañeros de clase sean ingleses o americanos”. El presidente de esta “mayorista” del inglés propone como experiencia provechosa la que su compañía recrea todas las semanas en Pueblo Inglés.

Pilar Díez, profesora de inglés del Instituto de Idiomas de la Universidad de Deusto, reivindica la enseñanza de idiomas en la universidad porque cree que los alumnos no llegan a ella con suficiente nivel y que fuera del horario lectivo les resulta muy difícil sacar tiempo “entre las prácticas y las horas que necesitan para estudiar”. Tras su experiencia con alumnos del Programa Erasmus, certifica que los alemanes prácticamente son bilingües, igual que finlandeses y austriacos. Respecto a la diferencia entre los españoles y el resto de los europeos “no es tanta si establecemos la comparación con franceses e italianos”, observa mientras reflexiona que le gustaría ver los datos dentro de unos seis años, “cuando sean mayores los chicos jóvenes que ya están estudiando con nuevos métodos”.

Adquisición frente a aprendizaje

Los niños ofrecen menos resistencia a “entender” mensajes sencillos en otro idioma y a reproducirlos poco después, así como a “imitar” otros sistemas fonológicos, según Paco Bazaga, coordinador TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) de la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) de Madrid “Jesús Maestro”. Está bien iniciar pronto a los niños en el conocimiento de otras lenguas, “alrededor de preescolar”, porque aprenden muy bien contenidos “de memoria”, canciones, cuentos… sin apoyo escrito. Ellos no sienten la necesidad “compulsiva” de saber “cómo se escribe” y hoy en día -según él- hay muchos materiales específicos para los aprendices infantiles.

Niños y adolescentes pueden aprender varios idiomas al mismo tiempo sin inconvenientes. “El estudio de idiomas agiliza la mente, es un estímulo vivaz y múltiple, ya que compromete diversas áreas”, explica Marisa Olga López, directora del Departamento de Idiomas de la Universidad Argentina de la Empresa. Pero enseñar por ejemplo inglés a los niños es “radicalmente diferente” a enseñarlo a los adultos, confirma Richard Vaughan:

  • Lo que se pretende es que los niños “tomen gusto al idioma” y disfruten con él.
  • El objetivo es a muy largo plazo: los niños no necesitarán de verdad dominar el idioma hasta que entren en el mercado laboral; lo fundamental es que acepten esta segunda lengua, no como una asignatura con reglas y exámenes, sino como algo divertido.
  • Estas son las razones por las que el profesor ha de procurar enfocar la enseñanza de forma que la palabra hablada tenga la mayor relevancia en el aula.

Efectivamente los niños pueden ser más receptivos, más desinhibidos, pero no es que “les cueste menos aprender”, lo que ocurre es que los mayores “no valoramos el tiempo y el esfuerzo que invierten en el proceso de aprendizaje”, matiza José Luis Linaza, catedrático del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Adquirir una lengua es algo complicado, “de hecho nadie aprende a hablar antes del primer año de vida”, añade.

Marisa Olga López considera que entre niños y mayores hay una gran diferencia. A juicio de esta especialista, “los niños adquieren la lengua, los adultos la aprenden”. La diferencia estriba en que la adquisición es un proceso natural, no guiado, y el aprendizaje es guiado y responde a estrategias, herramientas, sistemas y materiales de enseñanza. En palabras de José Luis Linaza, los bebés empiezan a entender la lengua materna dentro de un contexto más comunicativo y menos formal. “Cuando el aprendizaje de una lengua se produce en la edad adulta el contexto se invierte, es menos comunicativo y más formal”.

Y si bien los expertos coinciden en que nunca es tarde para aprender idiomas, este catedrático de Psicología Evolutiva advierte de la aparición con la edad de algunas limitaciones fonológicas. “Todos nacemos con capacidad para emitir cualquier sonido de las lenguas humanas. Un niño ‘español’ nacido en China puede aprender perfectamente la sintonía, frecuencia y fonología del chino. Pero si se rebasa una edad, que varía de unos individuos a otros, aparecen complicaciones a la hora de reproducir sonidos que no existen en nuestro idioma. Esto explicaría la dificultad de los franceses, por ejemplo, para pronunciar la erre”.

Aspectos determinantes

Marisa Olga López, la experta argentina, es aún más tajante: “Está comprobado que el aprendizaje tardío redunda en un desempeño de calidad inferior comparado con el resultado que se obtiene cuando el aprendizaje o la adquisición se realiza en edad temprana”. Como ejemplo, esta profesora invita a los lectores a observar cómo anda en bicicleta una persona que ha aprendido a hacerlo a los 30 años. “Puede andar en bicicleta, pero con cierto grado de torpeza”, asevera. No se discute que la edad puede ser un condicionante, aunque no un impedimento, para dominar una lengua. Pero además hay quienes tienen más facilidad para llegar a ser políglotas. “Igual que para desarrollar cualquier otra técnica de la vida, concurren en cada persona factores intrínsecos que determinan el proceso de aprendizaje”, aclara Christian López-Baillo, director general de Estudiafuera.

Paco Bazaga también encuentra diferencias de unas personas a otras a la hora de reproducir sonidos extraños, en la “memoria” para aprender léxico etc. y también en cuanto a la resistencia a entender o a manifestarse en otras lenguas. “Definitivamente hay casos evidentes de mayor o menor predisposición psicológica“, declara. En el mismo sentido, Linaza destaca que hay personas con gran capacidad de aprender la gramática de un idioma y gran incapacidad para expresarla.

Pero hay otros elementos que se suman a lo que la profesora López llama “habilidades lingüísticas” y que pueden influir notablemente en el éxito del aprendizaje. Lo más importante es convertir en realidad el dicho “querer es poder”, resume Vaughan, y para ello “hay que estudiar mucho” y hay que buscar “como sea” oportunidades para utilizar el idioma que se está aprendiendo.

Estos son algunos factores:

  • La motivación. Para aprender hay que “querer aprender”. Esa es la motivación básica.
  • La continuidad, la práctica constante, el grado de “exposición” al idioma extranjero escrito o hablado. Cuanto más se trate de integrar dicho idioma en la práctica laboral y/o de ocio, mejor. Una forma de ejercitar el oído, lúdica a la vez que didáctica, es ver películas en versión original y escuchar música en el idioma que se está estudiando. También es interesante leer literatura en la misma lengua, buscar conversación con nativos etc. A partir de un nivel intermedio es aconsejable familiarizarse con técnicas de aprendizaje autónomo para no tener que depender de las clases o del profesor.
  • La similitud con nuestra lengua materna. Aprender un idioma que se asemeje al propio es más fácil. En general, para un español aprender francés, italiano o portugués puede resultar más sencillo que aprender alemán o inglés. Los hablantes de idiomas con mayor riqueza fonética, como el polaco, aprenden otras lenguas con más facilidad.
  • El profesor es un elemento clave en el proceso formativo para motivar a los alumnos. Normalmente a los estudiantes les cuesta auto-motivarse porque se trata de algo difícil y que exige sacrificio. Si el profesor es capaz de conseguir con su forma de enseñar que los alumnos “se enamoren” del idioma, éstos logran avanzar mucho más rápidamente. Todos los métodos son buenos si están en manos de un buen profesor. Por el contrario, el mejor método del mundo, con todos apoyos tecnológicos imaginables, fracasa en manos de un docente aburrido.

Miras a largo plazo

¿Cuánto tiempo es necesario para aprender un idioma? La respuesta es diferente para cada persona. David Leonida, director académico de Estudiafuera, se atreve a establecer una relación inversa que podría situarse en tres meses si nuestro nivel es alto, entre tres y seis meses si es medio, y en seis meses si el nivel de conocimiento es bajo. Según la London School of Economics-Language Centre, el periodo mínimo necesario para cambiar de un nivel bajo a intermedio o de intermedio a avanzado es de doce semanas.

Entre los consejos vertidos por los expertos consultados para aprender un idioma de manera eficiente y eficaz destacan los siguientes:

  • Conviene asumir el aprendizaje de un idioma como una cuestión a largo plazo y dentro del largo plazo trazarse objetivos personales a corto plazo para ganar en motivación. Porque el camino idóneo para pasar de un nivel principiante a un nivel avanzado es costoso:
    • Según Richard Vaughan, primero hay que afianzar una fase que es la cualitativa. En ella hay que dotarse de las estructuras básicas del idioma. Esto supone adquirir un dominio oral con frases afirmativas, negativas e interrogativas en presente, pasado y futuro, así como agilidad oral con preposiciones, números, fechas, días, horas, saludos, etc. Para realizar bien esta fase, en inglés hacen falta unas 200 horas de clase individual o 300 horas de clase en grupo con buenos profesores, más unas 200 horas de estudio personal. El precio de las clases podría rondar los 3.000 euros.
    • Con una buena base consolidada, comenzaría la fase cuantitativa. En ella el alumno puede comenzar a comunicarse en situaciones reales. El estudiante necesita perder el sentido del ridículo, el miedo escénico, el hábito de pensar en español y traducir cuando habla. También ha de afinar el oído para poder llegar a entender los diferentes acentos. Está fase produce estrés y ansiedad, pero es esencial, “es igual que adquirir horas de vuelo para un piloto”, dice Vaughan. Para superar esta fase se precisan 300 horas de “sufrimiento” y unos 6.000 euros.
    • La tercera y última fase sólo debe darse si el alumno ha realizado bien la fase anterior. Se trataría de volver al libro y al profesor para buscar una mayor precisión oral con un abanico más amplio de la gramática y del vocabulario de términos, giros y expresiones. Vaughan considera que el adulto español suele cometer el fallo de querer pasar a esta fase después de terminar la primera y, al final, llega a poseer cierta capacidad de comunicación con su profesor pero poca en los foros exteriores y comprometidos. En esta fase hay que invertir un mínimo de 2000 horas de atención personal.
  • En cualquiera de las fases, se trataría de asumir la tarea como algo que debe hacerse no sólo en el aula. Hay que procurarse acceso a medios y ayudas externas tanto como instrumento de trabajo como de acceso al ocio. No hay que contentarse con lo que se aprenda en clase, sino tratar de habituarse a entender o recibir noticias e información por otros canales: medios de comunicación extranjeros, Internet, etc. Es preciso incorporar el idioma extranjero como vehículo de avance, por ejemplo de información bibliográfica dentro de nuestra ocupación central, tanto si somos estudiantes como profesionales de cualquier oficio. Y el proceso es largo, sólo tenemos que darnos cuenta que cada día que pasa también aprendemos del castellano, recuerda José Luis Linaza.
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube