¿Cómo funciona un albergue de animales?

Las jornadas de los trabajadores y voluntarios de los albergues son indefinidas; los perros necesitan atención las 24 horas del día
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: vee bee

Cuidar y atender 300 animales no es nada fácil, pero es la labor que hacen a diario en los albergues de las protectoras de animales. Ellos acogen y tratan con respeto los animales que otras personas abandonan con irresponsabilidad. En estos centros se fomenta la adopción como forma de dar una nueva oportunidad a los animales para que tengan un nuevo hogar y puedan ser felices.

El albergue San Francisco de Asís de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid (SPAP) nos ha servido de referencia para conocer la rutina diaria de un centro de recogida de animales, cuyo funcionamiento se puede extrapolar a cualquier protectora de animales española.

Comienza la jornada

El trabajo comienza a las 8 de la mañana, que es cuando los cuidadores sacan a los animales al patio. Durante la noche los perros duermen en los cheniles individuales, excepto en el caso de los animales de tamaño pequeño, que duermen de dos en dos, para proporcionarse más calor.

Patios amplios

El albergue de la SPAP cuenta con patios amplios de entre 200 y 500 metros cuadrados. Cuando los perros llegan a los patios, se recogen los excrementos y después

Los perros que necesitan atención médica son atendidos a partir de las 10:00 de la mañana, que es cuando llegan los veterinarios
se limpian patios y cheniles, que se desinfectan con agua y lejía que se aplica a presión con las mangueras. Para realizar esta labor los trabajadores necesitan toda la mañana.

En los patios hay abrevaderos con agua fresca y limpia, así como tolvas para proporcionar durante todo el día pienso a los animales. El criterio para distribuir a los perros en los diversos patios se basa en factores como: el sexo, tamaño y sobre todo su comportamiento. Es decir se agrupan los más tranquilos y por otro lado los que son más conflictivos.

Horas de descanso

Los trabajadores del albergue tienen un tiempo de descanso; de las 14:30 a las 16:00 de la tarde. Durante ese tiempo, los animales vuelven a sus cheniles, pero antes, se vuelve a recoger las heces. Y es que los animales, cuando están en los patios, necesitan supervisión para evitar peleas que puedan acarrear heridas. A las 16:00 horas los perros regresan a los patios y entonces los cuidadores les dedican cuidados más individualizados, como baños o cepillados. Después se vuelven a recoger los excrementos y alrededor de las 20:00 horas los perros regresan a los cheniles para pasar la noche.

Atención veterinaria

Los perros que necesitan atención médica son atendidos a partir de las 10:00 de la mañana, que es cuando llegan los veterinarios. Se comienza con una visita general por todos los patios y se habla con los cuidadores para conocer incidencias o novedades. Se traslada a los perros a la consulta veterinaria del albergue para aplicar el tratamiento que precise el perro enfermo o herido.

El consultorio veterinario de este albergue cuenta con patios adyacentes para que los animales convalecientes se recuperen mejor. En caso de que el animal precisara un tratamiento más complejo, como por ejemplo una cirugía más complicada, o una ecografía, los animales se pueden trasladar otra clínica, que en este caso también depende del albergue. En esta consulta también se llevan a cabo con los animales del albergue esterilizaciones, baños antiparasitarios o desparasitaciones internas.

La llegada de un animal nuevo

El ingreso de un animal puede ser por dos vías: a través de su propietario o recogido de la calle. Según explica José Luis Torres, veterinario del albergue San Francisco de Asís:»el trabajo en el albergue se enfoca sobre todo a los perros vagabundos, porque los que han vivido en un hogar, a partir de los cuatro años no se recuperan del trauma que les supone la ruptura emocional con sus dueños«.

En el caso de que una persona quiera dejar a su animal en el albergue tras años de convivencia con él, se le advierte de las consecuencias de su decisión y, según José Luis Torres, «hay quien lo siente de verdad, pero por determinadas circunstancias no tiene más remedio que dejarlo y hay otras personas a quienes les da igual que su animal vaya a sufrir y a morir de pena».

Protocolo con los ingresos

Lo primero cuando llega un nuevo animal es conocer su estado sanitario y saber si está identificado con microchip, para poder localizar a sus propietarios si se ha perdido, o bien sancionarlo si ha sido abandonado. Los perros recién llegados se mantienen en cuarentena para observar su estado sanitario y comprobar si son portadores de enfermedades infecciosas, como por ejemplo el moquillo canino, que son muy contagiosas, sobre todo para los cachorros.

Otro aspecto que se vigila es la posible presencia de parásitos, que puedan contagiar al resto de los animales del albergue. La cuarentena o aislamiento de los perros también permite conocer el carácter del animal, que será prioritario para seleccionar a sus compañeros de patio y para saber para qué tipo de adoptantes puede ser más adecuado.

Objetivo de un albergue

José Luis Torres, veterinario del albergue San Francisco de Asís, comenta que el objetivo de centros como este es «dar a los animales sin hogar una posibilidad de tenerlo, porque adoptar es mejor que comprar y en el caso de que no tengan que vivir en el albergue, queremos darles una calidad de vida media-alta porque no queremos que el albergue se convierta en un almacén de animales».

El criterio para distribuir a los perros en los diversos patios se basa en factores como: el sexo, tamaño y sobre todo su comportamiento
En definitiva, un trabajo duro, pero muy motivador el que realizan las personas que velan por la seguridad y el bienestar de unos animales que no han tenido suerte con sus dueños. En los albergues se devuelve, a través de la adopción, la esperanza de tener un hogar para estos animales donde puedan ser felices.

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