¿Hacia una crisis energética?

La energía nuclear y las energías renovables se presentan como la alternativa al próximo fin del petróleo
Por EROSKI Consumer 16 de mayo de 2005

Históricamente la producción de energía ha sido uno de los factores decisivos para el desarrollo del ser humano. El carbón propició la primera revolución industrial transformando a las sociedades agrarias. La electricidad permitió la formación de los grandes centros urbanos actuales. A partir del siglo XX, los combustibles fósiles han sido la base del avance de las sociedades industrializadas. Sin embargo, el petróleo tiene sus días contados al tratarse de un recurso no renovable, por lo que la utilización de nuevas fuentes de energía, múltiples y renovables, será uno de los principales retos del siglo XXI.

En este sentido, el precio del petróleo ha aumentado más del doble en dos años y medio, un encarecimiento que seguirá incrementándose a medida que se vayan agotando los yacimientos y haya que recurrir a otros en peores condiciones de explotación. De seguir esta tendencia, algunos analistas calculan que para 2010 los países del Golfo Arábigo-Pérsico controlarán el 95% de la capacidad de exportación a nivel mundial, puesto que los demás países con reservas disponibles tendrán que absorberlas para consumo doméstico.

Algunos expertos e incluso instituciones como el Fondo Monetario Internacional o la Agencia Internacional de la Energía, en su informe World Energy Outlook 2004, ya han advertido de que si no se toman medidas de ahorro energético, o si no se encuentran fuentes de energía alternativas, se producirá una grave crisis energética de mayor magnitud que la vivida hace 25 años y que perjudicará seriamente la economía mundial. El consumo cada vez mayor de los países industrializados, así como el crecimiento económico de países como China o la India, chocará en unos años con la caída de la oferta mundial de petróleo. Países como España, que tiene que importar las tres cuartas partes de la energía primaria que consume, se pueden encontrar en pocos años ante un gran problema. Por todo ello, son cada vez más las voces que alertan de los peligros de un recurso cada vez más escaso y vital, que dará pie a tensiones y conflictos bélicos internacionales, por lo que reclaman el control de la repartición energética mundial por una instancia independiente.

Demandan nuevas formas de energía

Por lo tanto, los científicos tienen ante sí la urgente necesidad de preparar una transición progresiva hacia nuevas y variadas formas de energía. La crisis energética de los años 70 del pasado siglo originó un gran auge en proyectos de investigación de nuevas fuentes de energía. Sin embargo, el alto costo que suponía promover investigaciones de este tipo y la superación de la crisis con el asentamiento de los precios de los combustibles fósiles frenó considerablemente el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. Asimismo, como señalaba un estudio de la UNESCO, la falta de información que pueda concienciar a la opinión pública de la necesidad de invertir en I+D y la escasez de personal científico es otro de los obstáculos que ha impedido su desarrollo.

¿Cuáles pueden ser esas fuentes de energía alternativas? En la actualidad, uno de los candidatos a sustituir progresivamente al petróleo es la energía nuclear. Hoy día se utiliza únicamente la de fisión, ya que no se ha conseguido desarrollar todavía la técnica necesaria para obtener la fusión de los átomos de una manera controlada, aunque proyectos como el ITER para la construcción de centrales de fusión, en teoría mucho más productivas y limpias que las de fisión, pueden dar resultados positivos a largo plazo. Sus defensores afirman que la energía atómica es mucho más económica y su precio es más estable que la que procede de combustibles fósiles. Asimismo, su producción no emite CO2 y, por tanto, cumple a la perfección con las directrices promovidas por el Protocolo de Kyoto. En España, las nueve centrales nucleares, que producen el 24% de la energía eléctrica total, ahorran 60 millones de toneladas de CO2, lo que supone un 15% del total de emisiones. Otros países como Francia, que obtiene un 78% de su electricidad desde sus 59 centrales nucleares, están apostando decididamente por esta fuente de energía.

Sin embargo, el mayor inconveniente de las centrales nucleares, que ha frenado evidentemente su expansión, es la posibilidad de escapes radiactivos – todavía se sigue teniendo en mente el accidente de Chernobil en 1986- y la necesidad de almacenar la mayor parte de los residuos radiactivos, al no conocerse la manera de poder reciclarlos. No obstante, a medida que avanza la tecnología, los índices de seguridad son cada vez mayores, especialmente en comparación con la energía no nuclear, y los estudios afirman que la radiación eliminada por una central nuclear en el medio ambiente comporta un riesgo mínimo.

Energías renovables

Por su parte, las energías renovables, que se producen a partir de fuentes naturales y se regeneran por sí solas, son otras de las posibles candidatas a relevar a los combustibles fósiles. Algunos ejemplos más conocidos como la energía eólica, hidráulica o solar son cada vez más habituales y producen un mayor número de vatios consumibles. Asimismo, otras fuentes no renovables menos conocidas tienen también un enorme potencial, que dependerá del desarrollo tecnológico que proporcione su utilización extensiva. En este caso tenemos la energía proveniente de las olas o de las corrientes oceánicas, o la geotérmica, a partir del calor de las rocas, las aguas térmicas o incluso los volcanes.

Además de potenciar el uso de fuentes de energía alternativas, algunos expertos se centran en el aspecto de lograr una mejor educación entre la población y, en definitiva, un nuevo estilo de vida en la que junto a los nuevos métodos de producción haya nuevas pautas de consumo, más responsables y respetuosas con el medio ambiente.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube