Entrevista

Jorge González, director comercial de Gesternova, comercializadora de energía 100% renovable

La actual regulación del mercado no facilita que las energías renovables lleguen a los consumidores
Por Alex Fernández Muerza 1 de agosto de 2009
Img jorge gonzalez
Imagen: CONSUMER EROSKI

Tras la liberalización del mercado de suministro eléctrico, el pasado 1 de julio, los consumidores pueden elegir entre diferentes compañías comercializadoras. Gesternova es una de ellas, pero no una más, ya que es la única que comercializa exclusivamente electricidad de origen 100% renovable. Sin embargo, como explica Jorge González Cortés (Madrid, 1975) director comercial de Gesternova, por el momento no pueden ofrecer al consumidor medio precios competitivos. González señala como una de las principales causas a la actual regulación del mercado eléctrico, ya que asegura que no es cierto que las energías renovables sean más caras. Por ello, este responsable de Gesternova considera esencial que la tarifa de último recurso (TUR) no genere déficit de tarifa, lo que permitiría a las energías renovables desarrollarse y alcanzar a toda la sociedad, reduciendo así la dependencia a los combustibles fósiles.

¿Cómo ha surgido Gesternova y cómo pretende competir con las grandes compañías eléctricas?

En función de la tarifa contratada, podemos ofrecer descuentos de hasta el 5%
Gesternova es una iniciativa de empresarios de APPA, la asociación española de productores de energías renovables, que generan aproximadamente el 5% de la energía que se produce en España. Ofrecemos precio en función de la potencia contratada y del perfil de consumidor. En muchos casos se hacen ofertas personalizadas. Dado el carácter sostenible de la empresa, gestionamos los contratos y facturas a través de nuestra página web evitando el uso del papel en nuestras relaciones con los clientes. Asimismo, tenemos pocos gastos fijos y podemos llegar a los clientes sin invertir en grandes campañas publicitarias.

¿Qué descuentos ofrecen?

En función de la tarifa contratada, podemos ofrecer descuentos de hasta el 5% con respecto a lo que el cliente tenía contratado antes. En cualquier caso, nos interesan clientes que aprecien el valor añadido que les suponga el consumo de energías renovables, porque para los que solo les interesa el precio ya hay otras comercializadoras que quizá puedan ofrecer descuentos más agresivos.

¿Cualquier consumidor puede beneficiarse de estos descuentos?

Los efectos de la liberalización eléctrica para la mayoría de los consumidores son escasos y en general más caros
Actualmente nuestra oferta se limita a clientes en Baja Tensión (BT) de más de 10 kilovatios (kW) y a clientes en Alta tensión (AT). Por desgracia, las condiciones de mercado no permiten a la mayoría de las comercializadoras suministrar a clientes con potencias inferiores a 10 kW que pueden acogerse a la TUR.

¿Cuáles son esas condiciones de mercado?

La forma en que está regulado el mercado eléctrico, y en concreto la TUR, hace imposible que las comercializadoras ganemos dinero suministrando a clientes por debajo de 10kW. A las comercializadoras de último recurso se les reconocerá el déficit de tarifa, si lo hay, por cierto, cuestión que la Unión Europea no contempla, ya que el suministro de último recurso no debería producir déficit. No obstante, haremos un gran esfuerzo para suministrar a dichos clientes, y seremos competitivos tan pronto como la regulación del Gobierno nos lo permita.

Parece por tanto que los consumidores no van a notar ventajas con la reciente liberalización eléctrica.

El déficit de la tarifa eléctrica más intereses ha generado una “bola de nieve” de unos 20.000 millones de euros que deberán pagar los consumidores
Lo primero que hay que decir es que la liberalización es muy poca liberalización. No se puede afirmar que existe cuando de 29 millones de consumidores sólo 3 millones no tienen ninguna tarifa de referencia. El resto tiene el paraguas de la tarifa que fija el Gobierno y éste tiene como política generar déficit tarifario, porque lo pagaremos los consumidores en los siguientes catorce años y ellos probablemente no sean los responsables de los gobiernos que les sucederán. Los efectos para la mayoría de los consumidores son mínimos y, en general, más caros.

Es decir, en los próximos años las tarifas eléctricas, lejos de bajar, parece que van a aumentar.

Sí, siempre que lo hagan el resto de las energías. Es anormal que suba el gas y el petróleo y la electricidad baje. La Agencia Internacional de la Energía, por cierto, hasta ahora muy favorable a la nuclear pero que está considerando cada vez más la importancia de las renovables, pronostica una crisis energética para 2015. Habrá petróleo y gas, pero sólo para los países que puedan pagar un mayor precio por él. En este sentido, a medida que se desarrollan, las renovables son cada vez más baratas, mientras que con las no renovables sucede lo contrario. Por ello, para evitar esa excesiva dependencia a los combustibles fósiles, los países tienen que diversificar lo más posible sus fuentes de energía e intensificar su generación con renovables.

¿En qué consiste el sistema de déficit?

La Agencia Internacional de la Energía pronostica una crisis energética para 2015
Durante los últimos años, las tarifas de los consumidores de electricidad, o mejor dicho, quienes pagan la factura, no han cubierto los costes de generación de las empresas productoras. Estas empresas no lo han sufrido en su cuenta de resultados porque se les reconoce esta deuda. Las diferencias de costes se prorratean en los siguientes recibos durante los próximos catorce años. Este déficit más los intereses ha generado una “bola de nieve” de unos 20.000 millones de euros que deberán pagar los consumidores. En definitiva, se trata de que los consumidores futuros paguen lo que los consumidores actuales no pagan.

Esta situación provoca que, en la práctica, aunque tras la liberalización haya competencia, es complicado ajustar los precios de la energía a los costes de generación sin que esto suponga un trauma para los consumidores de electricidad, que somos los que en última instancia asumimos ese déficit tarifario y tendremos que hacer frente en los próximos años. Ahora bien, a medio plazo, el mercado, sobre todo si hay suficientes actores, fijará eficiencias, y la competencia es beneficiosa para los consumidores.

Entonces, de momento, su empresa no puede dirigirse a los consumidores tipo, la gran mayoría de los ciudadanos.

Aunque algunos estudios afirman que los consumidores estarían dispuestos a pagar hasta un 11% de sobreprecio si el origen de la energía que consumen fuese renovable, nosotros nunca aumentaremos el precio de la energía en función de su procedencia. Nuestro objetivo es acercar la energía renovable a toda la sociedad en las mejores condiciones. Por lo tanto, no queremos que la sociedad perciba las energías limpias como caras, y no suministraremos a clientes acogidos a la TUR hasta que no podamos ofrecer mejores precios que los de la tarifa. La idea es que cuanto más calen las renovables en la sociedad, mayor desarrollo de éstas se producirá, habrá más empresas y puestos de trabajo, y el Gobierno de turno lo tendrá en cuenta para regular convenientemente el sector, etc.

Tras este análisis, ¿cómo se puede hacer negocio a través de la producción y comercialización de energía renovable?

Cuanto mayor calen las renovables en la sociedad, mayor desarrollo de éstas se producirá
Las energías renovables son rentables, tanto desde el punto de vista de la generación como de la comercialización, ya que para los comercializadores no supone un sobrecoste suministrar energía renovable. Insisto en que los problemas para suministrar a clientes pequeños los encontramos todos los comercializadores independientes, sin que el origen de la energía sea un factor que influya.

Se deduce por tanto que las energías renovables no son más caras, como afirman sus detractores.

Así es. Las demás tecnologías no incluyen los costes externos que tienen y que pagamos con nuestros impuestos. Parece mucho más justo que sean los consumidores eléctricos los que paguen los costes que evitan las energías renovables. Eso supone que las primas que reciben estén a la vista, mientras que en los impuestos se camuflan los costes de las otras generaciones. Por ejemplo, las ayudas que recibe directamente el carbón se registran en 2009 por encima de los 1.300 millones de euros, además de los que soporta la seguridad social con jubilaciones anticipadas, reconversiones, etc.. Cuando se genera un Kwh con carbón, todo esto no se imputa al precio del Kwh. Sin embargo, sí se hace con las renovables y por eso son aparentemente más caras, pero insisto, solo en apariencia. Por otro lado, el balance de coste beneficio es positivo para las renovables ya que ahorran otra serie de gastos (importaciones de crudo, coste de emisiones de gases de efecto invernadero, etc.) que tienen las no renovables.

Algunas grandes compañías eléctricas también afirman vender “energía verde”. ¿Por qué no contar con ellas?

Las energías renovables son rentables, tanto desde el punto de vista de la generación como de la comercialización
Si una comercializadora ofrece kilovatios renovables a unos clientes pero no limita la cantidad de energía que comercializa, a otros clientes les tiene que servir kilovatios generados con tecnologías no limpias. Gesternova no tiene en su mercado kilovatios de procedencia no renovable.

¿Qué sería necesario para impulsar realmente la producción de renovables?

Primero, que la sociedad civil se concienciara, y que distinguiera entre los productos de consumo que se han fabricado con energía limpia y los que no. Esa sería la principal fortaleza.

La carencia de estabilidad regulatoria es otra de las razones que frena su desarrollo. Es necesario que la iniciativa privada, que es quien desarrolla el sector, perciba señales claras e invierta su dinero. También hay lobbies que ejercen una considerable resistencia a su desarrollo, pero es importante remarcar que las energías renovables son imparables y que caminamos hacia un futuro en el que cada día tendrán un mayor peso específico dentro de nuestro mix energético. Y es que entre sus ventajas, hay que destacar que nos permiten reducir nuestra elevada dependencia energética, desarrollar tecnología e I+D+i que exportamos a todo el mundo, o reducir las emisiones de gases contaminantes.

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