Barbacoas solares

Diversos modelos de barbacoas solares proponen parrilladas ecológicas con la luz del sol como única energía
Por Alex Fernández Muerza 28 de noviembre de 2011
Img barbacoa solar
Imagen: Wikimedia

Hacer una parrillada sin el engorro (y la contaminación) del camping gas, el carbón o las pastillas de encendido es posible. Con el sol como única fuente de energía, las barbacoas solares pueden hacer las típicas brochetas o chuletas de forma limpia y segura. Diversos modelos, incluidos los artesanales para hacer en casa, suponen una alternativa ecológica a las clásicas barbacoas y pueden ser una propuesta solidaria para preparar alimentos en países pobres y zonas sin energía.

Ventajas e inconvenientes de las barbacoas solares

Según sus defensores, las barbacoas solares suponen varias ventajas para el medio ambiente y los consumidores:

Son más ecológicas y sencillas: se ahorran los elementos de las barbacoas convencionales, como la botella de propano, el carbón o las pastillas de encendido, que además son contaminantes. Tampoco emiten dióxido de carbono (CO2), un gas implicado en el cambio climático. Su instalación y transporte es sencillo, y solo hace falta el sol, una fuente de energía limpia, gratuita e inagotable, y realinear el aparato de vez en cuando para aprovechar mejor la luz.

Son más seguras y limpias: al no utilizar elementos combustibles y concentrar los rayos solares en la zona de cocinado, evitan residuos (salvo los propios del alimento) y posibles incendios. Tampoco producen humos ni partículas de combustión y, por ello, se las puede utilizar sin molestar en zonas como terrazas o jardines.

Pueden ser multifunción: además de las típicas brochetas o chuletas, algunos modelos también pueden cocinar todo tipo de alimentos con la ayuda de ollas o sartenes.

Pueden ser una alternativa solidaria para preparar alimentos en países pobres o en lugares aislados sin acceso a fuentes de energía.

En cuanto a sus inconvenientes:

Dependen del sol: pueden lograr al instante temperaturas de entre 200º C y 240º C, pero en días nublados cuesta más cocinar con ellas. De noche no sirven, aunque algunos prototipos tratan de solventarlo con sistemas de acumulación térmicos. Además, sus creadores recomiendan utilizar gafas de sol y utensilios negros.

Al producirse de forma minoritaria, son más difíciles de conseguir y pueden ser más caras: una barcacoa convencional sencilla puede adquirirse por unos 30 euros, mientras que una solar puede oscilar entre 200 y 500 euros.

Barbacoas solares, algunos modelos destacados

La empresa francesa iD Cook vende varios modelos de barbacoa solar, como la Cookup Inox o la Cookup 200, que ganó en 2010 el premio francés de diseño industrial Janus. A su responsable, Xavier Flavard, se le ocurrió la idea tras pasar varios años en África. Tiene web en español, donde se pueden comprar (incluyen «libros de recetas solares») y ver vídeos sobre su funcionamiento.

Biogri es un modelo de barbacoa solar con diseño cilíndrico. De origen italiano, tiene una web en español donde se puede comprar a través de una empresa de sistemas renovables. Por cada unidad vendida, sus responsables aseguran destinar cinco euros a la ONG Aldeas Infantiles. Algunos entusiastas de la Biogri han hecho demostraciones públicas en un chiringuito de la playa de la Malagueta o explican en detallados videowebs cómo hacer brochetas.

Un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), apoyados por David Wilson, profesor de este centro, ha propuesto un prototipo de barbacoa solar que logra temperaturas superiores a 230º C y almacena el calor para cocinar durante 25 horas seguidas. Para ello, se basa en un contenedor con nitrato de litio. Su objetivo es comercializarlo en Estados Unidos y que también llegue a países pobres.

De forma más artesanal, Juan Francisco Paredes es un fan de las barbacoas solares que explica en su web cómo hacerse una a partir de elementos sencillos, como un paraguas o una olla.

Cómo funcionan las barbacoas solares

Las barbacoas solares generan calor mediante la concentración de la luz. Para ello utilizan una vasija reflectora parabólica, ya sea en forma de plato o de cilindro, que concentra los rayos solares en su eje focal, donde se ubican los alimentos que se quieren cocinar. La idea es la misma que inspira a las plantas de concentración de energía solar (CSP) y su versión micro, y a las instalaciones fotovoltaicas de concentración (CPV).

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube