Nuevo Código Técnico de Edificación: casas más eficientes

Los edificios deberán ser más eficientes energéticamente para cumplir el nuevo Código Técnico de Edificación
Por Alex Fernández Muerza 21 de octubre de 2013
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Imagen: sergis blog

El Código Técnico de la Edificación (CTE) es una normativa que obliga al sector de la construcción a utilizar determinados materiales, técnicas y sistemas de energía. Entre sus objetivos, el CTE se propone que los edificios sean más eficientes energéticamente, con los consiguientes beneficios ambientales, económicos y sociales. El Ministerio de Fomento lo ha actualizado en fechas recientes, aunque en la práctica se aplicará a partir del 10 de marzo de 2014 a cualquier licencia de obra solicitada. Este artículo señala qué es y para qué sirve el nuevo CTE, la escasa aplicación del vigente y las medidas para fomentarlo y mejorarlo.

Qué es y para qué sirve el nuevo Código Técnico de Edificación

Apenas un 1% del actual parque español de viviendas aplica el CTE
El nuevo CTE llega con dos años de retraso: su versión anterior es de 2006 y su revisión se debería realizar por ley cada cinco años. Destacan las siguientes novedades para lograr edificios más eficientes energéticamente:

  • Limita el consumo de energías no renovables, aunque no determina la contribución mínima de energía fotovoltaica en los edificios residenciales.
  • Incrementa las medidas pasivas y, en especial, el aislamiento en fachadas y cubiertas, para mantener la temperatura de forma más eficiente y ahorrar energía.
  • Eleva las especificaciones en las rehabilitaciones energéticas de aislamiento y eficiencia de las instalaciones hasta hacerlas similares a las de inmuebles nuevos.
  • Fija por primera vez unos requisitos para el comportamiento energético de las edificaciones que con una superficie útil superior a 1.000 m2 se sometan a modificaciones, reformas o rehabilitaciones y en donde se renueven más del 25% del total de sus cerramientos.

Los edificios que lo apliquen de forma correcta lograrán un certificado de eficiencia energética de clase B, según Alberto Coloma, gerente de la Fundación La Casa que ahorra. La lógica apunta, según este experto, a que en la próxima revisión del CTE las viviendas deban alcanzar la máxima calificación (A).

El CTE traspone la legislación europea que pretende aumentar la eficiencia energética de los edificios, con los consiguientes beneficios ambientales, económicos y sociales. José Luis López, coordinador de proyectos en la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), recuerda que el sector de los edificios acapara alrededor del 26% del consumo final de energía del país. Con normativas como el CTE, según López, se lucha contra el cambio climático y se reduce la vulnerabilidad de las familias ante la pobreza energética, dada la más que probable subida de precios de la energía o ante un empeoramiento de la coyuntura socioeconómica.

El nuevo CTE pone en evidencia la reciente reforma energética del Ministerio de Industria, Energía y Turismo (MINETUR), que frena en la práctica a los consumidores el autoconsumo de energías renovables. Según el experto del CTE, «todo indica que ambas normativas son incompatibles. Parece que la senda marcada por Fomento es la más adecuada para alcanzar los compromisos europeos. La reforma del MINETUR es previsible que caiga por su propio peso a corto plazo por ir en la dirección contraria a dichos compromisos».

CTE, una aplicación muy escasa

Coloma y López destacan que el CTE de 2006 se ha aplicado de forma muy escasa. Ambos expertos recuerdan que tuvo una especie de moratoria, al igual que la actual revisión, para darle tiempo al sector a asimilarla. En la práctica, en el momento de mayor auge de la construcción, los edificios nuevos entre 2007 y 2008 no lo utilizaron. Y una vez que se aplicó, la construcción de viviendas había bajado de forma drástica.

El coordinador de ACA señala que el número de edificios y casas con el CTE es «ínfimo» comparado con el parque total. Según datos del Ministerio de Fomento, a finales de 2006 había en España cerca de 23,5 millones de viviendas, mientras que a finales de 2012 había poco más de 25,3 millones. De estos 1,8 millones de pisos, un alto porcentaje solicitó la licencia de obra o el visado del proyecto antes de las obligaciones del CTE.

El gerente de la Fundación La Casa que ahorra estima que serán «no más de 200 o 300 mil viviendas, apenas un 1% del actual parque español de casas». Según este experto, los contenidos del CTE estaban listos desde 2003-2004, pero ha tenido «mala suerte con los calendarios, aparte de que España no es especialmente rápida para aplicar las regulaciones».

El nuevo CTE sigue sin definir qué se entiende por edificio de consumo de energía casi nulo (NZEB). La Unión Europea (UE) exigirá a partir del 31 de diciembre de 2018 que todas las construcciones públicas (en 2020, el resto de nuevos edificios) tengan «un nivel de eficiencia energética muy alto» (Directiva 2010/31/UE). En este objetivo, los NZEB son esenciales, aunque la UE responsabiliza a cada Estado miembro de definir qué son y aplicarlo en sus normas nacionales.

Una media docena de países de la UE ya han hecho sus deberes con los NZEB, pero el resto estira el margen legal. El Gobierno español ha señalado que lo hará en la próxima revisión del CTE, en teoría en 2018, si no se retrasa como ha sucedido con el actual. Pero algunos edificios en España se han adelantado y aseguran ser NZEB.

Medidas para fomentar y mejorar el CTE

Destinar recursos para controlar y vigilar su cumplimiento y sancionar las malas prácticas. Coloma recuerda que los técnicos municipales son los garantes finales de esta norma, porque conceden o no las licencias de obra, y para ello comprueban si se ajustan o no al CTE. Según este experto, muchos ayuntamientos carecen de medios. Además, Coloma destaca el valor de las «sanciones ejemplarizantes», las multas para que quien no quiera aplicarlo se lo piense. «No me consta que haya habido ninguna», concluye.

Intensificar la formación y sensibilización a todos los niveles. Según José Luis López, muchos sectores lo ven como una dificultad añadida, y no como una norma beneficiosa. En esta línea, asegura el experto de la ACA, es necesario que el CTE y los programas informáticos reconocidos para su cumplimiento sean rigurosos, accesibles y manejables.

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