La sexualidad de los animales

El reino animal es capaz de desarrollar una sexualidad mucho más compleja de lo que se creía hace unos años
Por Alex Fernández Muerza 12 de enero de 2007

Los científicos están rompiendo con algunos de los mitos más populares del comportamiento sexual animal. A medida que las investigaciones avanzan, se sabe, entre otras cuestiones, que muchas especies consideradas monógamas pueden llegar a ser promiscuas, practican todo tipo de comportamientos sexuales, y se han observado relaciones homosexuales hasta en 1.500 especies. En cualquier caso, los expertos recuerdan que no se puede comparar la sexualidad humana y la del mundo animal.

Diversos sistemas de apareamiento

Diversos sistemas de apareamientoEl comportamiento sexual de los animales es mucho más complejo y diverso de lo que se suele creer. Por ejemplo, los bonobos, los primates más cercanos genéticamente a los seres humanos, desarrollan una sexualidad y unos códigos de conducta muy variados. En una misma comunidad pueden convivir bonobos homosexuales, bisexuales y heterosexuales sin conflictos aparentes, con individuos de mayor o menor edad, y es la única especie, además de la humana, que copula cara a cara.

Asimismo, algunas parejas pueden ser duraderas, pero otros cambian de pareja sexual frecuentemente; las parejas homosexuales suelen adoptar y criar a miembros huérfanos o colaborar en la crianza con los grupos matriarcales; las hembras se masturban entre sí por diversión; las disputas jerárquicas entre machos suelen acaban en diversas caricias eróticas? Sin embargo, todavía no se conoce mucho de estos animales: Las constantes guerras que asolan su hábitat único, al sur del río Zaire, dificultan la labor de los investigadores.

Son muy frecuentes las relaciones “extra-matrimoniales” en parejas monógamas

Los zoólogos y biólogos diferencian entre monogamia social, sexual y genética. Así, son muy frecuentes las relaciones “extra-matrimoniales” en parejas monógamas. Según los investigadores David Barash y Judith Lipton, la promiscuidad es mayoritaria en los animales. En su libro “El mito de la monogamia” afirman que, gracias a las técnicas de ADN, se han encontrado águilas, gansos, cisnes, gibones, castores y distintas especies de aves, hasta ahora consideradas monógamas, con padres distintos a los que las cuidaban desde el nacimiento. Por ejemplo, un estudio de 180 especies de pájaros cantores socialmente monógamos descubrió que sólo el 10% era sexualmente monógamo.

Las relaciones poligámicas también son muy frecuentes, y se producen en todas sus combinaciones posibles, como la poliandria (una hembra se relaciona con dos o más machos) o la poliginandria (dos o más machos con dos o más hembras). La poliginia (un macho con dos o más hembras) es la poligamia más común entre vertebrados, y es por ejemplo el “estilo de vida” del ciervo, capaz de reunir a su alrededor un auténtico harén. No obstante, también hay espacio para la fidelidad absoluta: El albatros jamás vuelve a emparejarse si muere su pareja, al igual que la cigüeña blanca.

Y no todo es lujuria y desenfreno. Una especie de tortuga, por ejemplo, junta las patas si no desea aparearse. Si una delfín hembra no está dispuesta puede darle un golpe corto y seco en la cabeza o en el pene a su pretendiente. El “aquí te pillo y aquí te mato” tampoco es del agrado de la rana venenosa, que sólo cohabita debajo de un lecho de hojas, o de la hembra de un tipo de mosca que sólo satisface a su amante si ha ejecutado una danza nupcial con un velo hilado por él. Y en ocasiones, el incesto es el único sistema de procreación en especies como conejos o ratas o chimpancés.

Asimismo, también hay cabida para todo tipo de conductas maternales. La adopción de cachorros por hembras o incluso por machos, y a veces de especies distintas. Los cocodrilos son los mejores padres, encargados de llevar con la boca a sus crías de una en una hasta el nido previamente fabricado por él. Incluso hay tortugas que dejan que el cocodrilo lleve a sus crías al nido. Por su parte, las manadas de elefantes asumen un duelo colectivo cuando alguna de ellas pierde una cría.

Los científicos no pueden afirmar de manera concluyente que los animales encuentran “placentero” el sexo

Según Pilar Cristóbal, que acaba de publicar su octavo libro de ensayo “También los jabalíes se besan en la boca, y otras curiosidades sexuales del reino animal”, “cuando son conductas agresivas se tiende a generalizar a todos los individuos de la especie. Cuando son tiernas, solidarias, cariñosas, se dice que es ese ejemplar concreto. Nos da miedo atribuir a los animales conductas que entendemos sólo humanas”.

Las épocas de celo o periodos en los que las hembras están más mental y físicamente proclives al apareamiento, son comunes en muchas especies, aunque los comportamientos sexuales en estos animales también se producen fuera de estas épocas.

Por su parte, para demostrar que los animales tienen orgasmos, se han utilizado medidores para comprobar la aceleración de la respiración y del ritmo cardiaco. En cualquier caso, los científicos no pueden afirmar de manera concluyente que los animales encuentran “placentero” el sexo.

Homosexualidad y bisexualidad

Homosexualidad y bisexualidadLa homosexualidad es común entre mamíferos, aves o insectos, y se ha observado hasta en 1.500 especies y documentado en 500 de ellas. Al parecer, se trata de una conducta normal durante la infancia de los animales, o una manera de hacer las paces tras una pelea, como los chimpancés o los macacos de cara roja. Las chinches almacenan el esperma de sus amigos en los cuerpos, para luego depositarlo en una hembra, mientras que los gansos forman vínculos homosexuales e incluso un “ménage a trois” cuando una hembra celosa les interrumpe.

La homosexualidad es común entre mamíferos, aves o insectos, y se ha observado hasta en 1.500 especies y documentado en 500 de ellas

En cualquier caso, la teoría de que las relaciones homosexuales se desarrollan cuando no hay individuos del otro sexo no permite explicar todos los casos. Especialistas de diversos zoológicos han documentado casos de delfines o pingüinos machos que copulan con otros machos, y que rechazan el apareamiento con las hembras de su especie. En el acuario de Florida se les buscó una hembra a los dos delfines que mantenían relaciones homosexuales, y uno de ellos por poco la mata. En el zoológico de Manhattan dos pingüinos machos ignoraron la presencia de sus nuevas compañeras y prefirieron incubar ellos mismos los huevos que se les puso a su disposición, tras haberlo intentado con piedras. Posteriormente, cuidaron perfectamente al retoño. Asimismo, también hay hembras homosexuales de muchas especies. En las gaviotas es frecuente que dos hembras busquen un macho, pongan los huevos en el mismo nido y los críen entre las dos.

Asimismo, diversos estudios sugieren que podría ser una estrategia de supervivencia, determinada por factores sociales. Una investigación sobre macacos hembras, con conductas bisexuales y un tanto promiscuas, sugirió que se trataba de una forma de excitar a los machos sexualmente inactivos.

Según un estudio realizado en ovejas de la Escuela de Medicina de la Universidad norteamericana de Oregón, la sexualidad animal podría estar determinada, entre otras variantes, por un nudo de nervios situado en el hipotálamo (una región del cerebro responsable de la producción de numerosas hormonas). Por ello, los científicos consideran que la selección sexual entre animales debería analizar todos los aspectos sociales y biológicos.

Asimismo, la bisexualidad también es muy frecuente, especialmente en primates superiores, lo que les permite aliviar tensiones, mantener al grupo unido, o como en el caso de los delfines, crear vínculos que favorecen la búsqueda y la protección de las hembras, algo de lo que se muestra convencida Janet Mann, profesora de biología y psicología de la Universidad de Georgetown.

Hábitos «extraños»

No se puede comparar la sexualidad humana y la del mundo animal

La antropóloga y sexóloga Pilar Cristóbal recalca que no se puede comparar la sexualidad humana y la del mundo animal, aunque afirma que “Los animales hacen de todo, mejor y más que los humanos”. De manera similar se manifiesta el zoólogo Robert Wallace, especialista en Ecología del Comportamiento y profesor visitante en la Universidad Estatal de Florida, que se sorprende por la diversidad del sexo en el reino animal: “Cualquier cosa imaginada por nosotros es superada en alguna parte. Y hacen muchas cosas con las que nosotros ni siquiera soñamos”.

En su libro “Cómo lo hacen ellos”, el doctor Wallace cita algunos de los más extraños hábitos del apareamiento animal. La hembra de la mantis religiosa sujeta con frecuencia a su pretendiente contra el tórax y comienza a devorarlo, empezando por los ojos y guardando los órganos sexuales para el final. Otros animales pueden llegar a ser “viciosos”, asevera Wallace: Los puercoespines macho, por ejemplo, orinan sobre la hembra antes de la cópula, y las hembras solitarias suelen estimularse con un palo.

Hábitos El onanismo o masturbación aparece en muchos animales, tanto machos como hembras, y tanto en solitario como en grupo. Ya en 1927, el sexólogo Havelock Ellis identificó en su obra “Estudios en la Psicología del Sexo” prácticas de autoerotismo en toros, cabras, ovejas, camellos y elefantes. En la actualidad, está documentado en felinos, cánidos, roedores y en todos aquellos animales flexibles capaces de doblarse sobre sí mismos.

Las técnicas empleadas para auto-excitarse son muy diversas: Los ciervos rozan su cornamenta, los burros arrastran su pene contra el suelo, los primates o leones estimulan sus genitales con sus manos o palmas, los murciélagos hacen lo propio con sus patas, los macacos rhesus o bonobos estimulan sus pezones, muchos pájaros se rozan con hierba o tierra, etc. Asimismo, la práctica de utilizar objetos inanimados para masturbarse es utilizada de forma habitual por primates.

Los monos machos están dispuestos a sacrificar un privilegio por ver el trasero de una hembra de su especie

En cuanto a los estímulos visuales de tipo sexual, un estudio de la Universidad de Duke en Carolina del Norte afirmaba que los monos machos están dispuestos a sacrificar un privilegio, en este caso alimentos, optando por la opción de ver el trasero de una hembra de su especie. Los investigadores subrayaron la utilidad social de este comportamiento, porque no hay evidencias científicas que demuestren que los animales utilicen imágenes para disfrute sexual. No obstante, se han utilizado con éxito vídeos de hembras de panda en actitudes sexuales para alentar el apetito sexual de los machos de esta especie en peligro.

El sexo oral o las autofelaciones han sido documentados en animales de varias especies, como cabras, primates, hienas y ovejas, y también se han registrado casos de eyaculaciones espontáneas en ovejas de monte o hienas moteadas.

Asimismo, los animales también mantienen sexo entre distintas especies, dando en ocasiones descendientes híbridos. Por ejemplo, la mula, normalmente estéril, surge del cruce entre un caballo y un burro, mientras que la unión de un león y un tigre produce un “ligre”, algunas veces fértil, como el del zoológico de Novosibirsk (Rusia).

El apareamiento entre adultos y jóvenes se produce en ciertas especies de topo, que puede aparearse con los recién nacidos de su especie, o en el caso de la comadreja, con las hembras jóvenes. Los científicos consideran que forma parte natural del periodo de retraso de su biología reproductiva: Estas hembras dan a luz al año siguiente, cuando son totalmente maduras. Y según el antropólogo Martin Muller, de la Universidad de Boston, los chimpancés machos prefieren a las hembras más mayores. Este hecho podría deberse, según este investigador, a que las hembras de esta especie son fértiles más tiempo, tienen más experiencia como madres y una posición social más acomodada.

Por otra parte, también se ha descubierto que algunos insectos macho llegan a ceder la mitad de su masa proteínica a cambio de sexo. En un zoológico de Pekín, se contempló el caso de una hembra de primate que conseguía los cocos del macho dominante gracias a sus encantos. También hay casos de cabras machos que consiguen de una hembra comida a cambio de una cópula.

Y los comportamientos transexuales son comunes en más de una especie, para adaptarse a su entorno. En los arrecifes de coral, el 25% de los peces cambian de sexo a lo largo de su vida, mientras que el lenguado o algunos invertebrados como las gambas o las ostras también pueden cambiar de género. Asimismo, algunos peces son hermafroditas, siendo capaces de producir esperma y óvulos. Incluso, en algunas especies se producen “nacimientos virginales”, como algunos lagartos unisexuales, hembras que se reproducen por clonación.

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