El plátano, amenazado con la desaparición

Dos hongos podrían acabar en poco tiempo con todas las cosechas mundiales de plátanos, aunque se proponen varias soluciones
Por Alex Fernández Muerza 4 de marzo de 2013
Img platanos
Imagen: Eyup Salman

El plátano o la banana es una de las frutas más consumidas en todo el planeta, pero podría desaparecer en poco tiempo. Dos hongos amenazan con destruir todas las cosechas mundiales, como ya ocurrió hace más de medio siglo. Este artículo explica por qué está amenazado el plátano, qué propuestas hay para salvarlo y el caso especial del plátano de Canarias.

Por qué está amenazado el plátano

La mayoría de los plátanos consumidos en todo el mundo pertenecen a la variedad «Cavendish», denominada así por el lord inglés que alojó en su casa los primeros ejemplares traídos del sur de China en 1828 por botánicos británicos. Su cultivo se basa en la clonación de los ejemplares, puesto que son estériles. Las actuales bananas son muy similares a las primeras descubiertas en las selvas del Sur de Asia (probablemente en Malasia) al final de la última edad de hielo, hace unos 15.000 años.

Hace medio siglo un hongo acabó con las cosechas mundiales de plátano
Esta uniformidad le hace muy vulnerable a posibles plagas: si ante una de ellas no hay forma de combatirla, las cosechas de todo el mundo peligran. Esta situación sucedió hace más de medio siglo.

Hasta mediados de la década de los 50 del siglo XX, la única variedad de esta fruta producida a nivel mundial era la «Gros Michel». Descubiertos por botánicos franceses en Asia hacia 1820, los plátanos Gros Michel eran más grandes, finos y sabrosos que los actuales (incluso verdes sabían dulce). En 1890 las plantaciones de Surinam, al norte de Sudamérica, empezaron a sufrir el ataque del hongo Fusarium oxysporum, que producía la conocida como enfermedad de Panamá. Ningún plaguicida podía combatirlo, y comenzó a extenderse: cuando llegaba a una cosecha, acababa con ella. Los cultivadores abandonaban sus campos infestados y se movían a otras tierras «limpias», incluidas selvas vírgenes que deforestaban, hasta que la extensión del hongo lo hizo inviable. Como los Cavendish resistían al hongo, reemplazaron en pocos años a los Gros Michel.

Dos hongos amenazan los actuales plátanos. Por una parte, la sigatoka negra, que se ha extendido desde que empezó en 1963 a diezmar las cosechas en Fiji. En los mayores países productores de estos ejemplares, como Costa Rica, lo controlan mediante fungicidas industriales, que utilizan hasta cuarenta veces al año. Sin embargo, el hongo es cada vez más difícil de combatir.

Por otra parte, el científico de la Universidad de Florida Randy Ploetz descubría en 1990 una nueva forma de la enfermedad de Panamá. Conocida como «raza tropical 4» (TR4), destruye al Cavendish sin que los fungicidas puedan evitarlo. El hongo ha alcanzado Sudáfrica, Australia y gran parte de Asia.

Los más pesimistas creen que el Cavendish repetirá el destino del Gros Michel. El tráfico internacional de mercancías y personas hace que todo se mueva a nivel global, incluidas las enfermedades o las especies invasoras. Por ello, consideran que su expansión a las mayores plantaciones del mundo, ubicadas en Ecuador, Costa Rica, Honduras o Colombia, será cuestión de poco tiempo. Los síntomas del TR4 son iguales a los de su predecesor, de manera que pueden confundir a los cultivadores y hacerles pensar que la plaga será eliminada.

Propuestas para salvar al plátano

Los más optimistas creen que se puede salvar al plátano y recuerdan las propuestas para ello:

  • Apoyo a los investigadores: Ploetz ha desarrollado un plan de acción para luchar contra el TR4, pero para ello haría falta más inversión en investigación.
  • Cultivo de ejemplares fértiles: en raras ocasiones, una mutación produce plátanos con semillas que pueden aprovechar así las ventajas de la reproducción sexual (intercambio genético, adaptación al entorno, resistencia a plagas, etc.). En Honduras, algunos cultivadores prueban este camino, largo y caro, para lograr Cavendish que sobrevivan a las plagas.
  • Aumento de la biodiversidad: el actual sistema de producción agrícola también contribuye al problema. Las variedades locales menos vistosas, más pequeñas, más difíciles de producir, etc., se dejan de cultivar. La biodiversidad se reduce y, con ella, las especies que podrían resistir a nuevas plagas u otro tipo de contingencias. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 75% de la diversidad genética agrícola se ha perdido en el último siglo. Algunos agricultores y científicos trabajan para guardar y recuperar el mayor número de variedades. El investigador Stefano Padulosi busca en Asia Central los ancestros salvajes de las especies actuales.
  • Comercialización de más variedades de plátanos: se ha intentado introducir otros tipos de bananas, aunque sin mucho éxito. Especies como la Rose, de color rosa, o la Goldfish, cuyo sabor es similar al de la manzana, son resistentes al TR4.
  • Utilización de ingeniería genética: diversos investigadores en todo el mundo, como Rony Swennen, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), trabajan para lograr genes que ayuden a sobrevivir a plagas. Además de los desafíos tecnológicos, sus responsables tendrían que superar el recelo de los consumidores que no quieren productos transgénicos.

El caso especial del plátano de Canarias

Sus productores han acuñado la denominación «plátano de Canarias», aunque en realidad también es una fruta Cavendish traída de fuera. El experto Juanjo Triana, autor del blog ‘La Cazoleta de Samarines‘ explica que los británicos introdujeron esta fruta en las Islas Canarias a finales del siglo XIX para abastecer al mercado europeo. A partir de los años cincuenta del siglo XX, Gran Bretaña pasa a cultivarlos en sus propias colonias, y el plátano canario se orienta al mercado español. Su monocultivo sustituye así a otros que lo hicieron en épocas anteriores en Canarias, como la caña de azúcar, los viñedos o la tunera (de la que se aprovechaba la cochinilla para extraer tintes).

El plátano de Canarias no es por tanto ajeno a los problemas de sus hermanos gemelos Cavendish, pero sufre además otras complicaciones. A pesar de las campañas para comercializarlo en el exterior, los consumidores fuera de España prefieren el sabor y la presencia de las bananas sudamericanas. Los cultivadores de estos países logran además productos más baratos, y los canarios dependen cada vez más de las subvenciones. La crisis económica y los acuerdos comerciales de la Unión Europea (UE) con los países americanos han empeorado la situación.

En fechas recientes, la Eurocámara aprobaba unas ayudas para los agricultores de las «regiones ultraperiféricas» de la UE (los departamentos de ultramar franceses, Canarias, Azores y Madeira) por su delicada situación. El plátano de Canarias recibirá 20 millones de euros en ayudas.

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